jueves, 21 de septiembre de 2023

Edgar, El primero en todo.


Iván Vargas comparte su testimonio
Iván Vargas

Conocí a Édgar Garza por allá del año 1988, cuando él, junto con otros hermanos que estudiaban en la facultad de matemáticas de la UANL, llegaron a MCU en la conclusión de un seminario de Vida en el Espíritu, que ese día estaba concluyendo. 

Algunos de estos hermanos eran: Édgar Garza, Andrés Degollado, Hugo Santos, Olga Moreno, Laura Lozano, Carlos Alcorta y otros más que no recuerdo sus nombres. En ese día, fue la entrada de Édgar Garza Flores a nuestros ambientes. Con el paso del tiempo, empezamos a crecer bastante en nuestra relación de hermanos en la fe y de amigos, yo creo porque, quizás, me identificaba con él, porque aunque no era originario de Reynosa, venía de allá.

Empezamos a compartir muchas cosas juntos, por ejemplo, servir en MCU, vivir en la casa de hermanos "Tigres", ir a Reynosa, entre muchas cosas que Dios permitió que viviéramos.

Yo creo que donde más tuvimos relación es cuando él decidió (primero que todos) ser afiliado de los Siervos de la Palabra. Poco tiempo después, también nos afiliamos otros hermanos. Me permitió conocer más a Édgar, como su gran amor por Dios, por el llamado comunitario, su gran amor por los hermanos, su transparencia, su humildad y, sobre todo, su querer siempre ser el primero en decirle "Sí" a Dios en lo que Él le inspirara.

Con el paso del tiempo, en su proceso de discernimiento con los Siervos de la Palabra, descubrió que su llamado era el matrimonio. Después se casó con Berenice Ortiz, quien había tenido mucho contacto con nosotros en el servicio de MCU. Ya casados, tuve la dicha que Édgar y Berenice fueran los padrinos de bautizo de nuestro primer hijo David Iván.

Fue en aquel tiempo, que Dios me permitió servir a Édgar como su responsable pastoral, y nuevamente conocí su gran amor a Dios, a su pueblo, y a su esposa Bere, junto con los hijos que Dios les fue dando.

Apenas dos días antes del accidente donde Dios lo llamó a su presencia hace algunos años, recuerdo perfectamente que me comentó que estaba en paz con Dios, porque sentía que le había revelado el porqué Ángela María, su hija, se había enfermado.

En la noche del funeral, cuando lo estábamos velando y yo todavía me resistía a creer que Édgar ya no estaría "fisicamente" con nosotros, me acerqué a Berenice y, entre otras cosas, le dije que Édgar siempre quiso ser el primero" en todo desde que lo conocía, y que Dios le había permitido ser el primero de nosotros en ser llamado a su presencia.

En fin, humanamente, la vida sin Édgar no ha sido fácil por todo lo que vivimos con él quienes estuvimos cerca de él.

Mi esperanza y mi fe me consuelan en meditar que Édgar ya descansa y, sobre todo, está disfrutando de las delicias de la presencia de Dios, a Quien en su oración le decía que era su "fuego devorador" .

Agradezco grandemente a Dios por los años que me permitió compartir la vida con Édgar Garza, y le pido que también me dé la actitud de Édgar de "levantar la mano" y ser el primero.


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