viernes, 7 de abril de 2023

¿Por qué te veo diferente? Mi conversión en MCU

Guillermina Chávez de Zamora




 




¿Por qué te veo diferente? ¿Algo te pasó Humberto?- fue la pregunta que le hice a mi amigo Humberto Reyes Luján, cuando fue a visitarme a mi casa después de que no nos veíamos desde que estudiábamos juntos la preparatoria. Él estudiaba en la Facultad de Físico Matemáticas de la UANL  y yo en Arquitectura de la misma Universidad. Teníamos 20 años de edad y ya íbamos a mitad de carrera.

Me contesta muy seguro: "Pues Guille, sí me pasó algo, y es que conocí al Señor Jesucristo de una manera personal y cambió mi vida; estoy en un grupo católico de jóvenes que se llama MCU " (Misión Católica Universitaria). -¿Yo también puedo ir?- le dije en automático. Humberto se sorprendió, pues sabía que ni a misa iba, pues era una muchacha que no tenía más prioridad que estudiar demasiado, era como se dice "muy clavada" en mis estudios, él me conocía bien.

Me llevó el viernes siguiente (se arriesgó, porque en ese entonces, julio de 1985, había esa restricción de invitar a mujeres con el fin de equilibrar el grupo hombres-mujeres). Recuerdo que me recibieron con mucho amor las muchachas y muchachos; eso lo percibí inmediatamente cuando entré a ese salón por la calle Palacio de Justicia en la Colonia Anáhuac, junto a la Iglesia del Espíritu Santo.

Ya en la reunión empezaron a cantar, algo que a mí no me gusta mucho, pero al darme un Cantoral, empecé a leer las letras de los cantos para seguirlos. Luego, que empiezan a orar todos al mismo tiempo y en voz alta. Me sorprendió pero no me asustó, yo seguía mejor leyendo las letras de los cantos a manera de alabanza, pues no sabía cómo hacerlo como ellos, ya que era mi primera experiencia de oración, además de lo aprendido en el catecismo cuando era niña.

En un momento de la Asamblea de MCU-Uni, el que dirigía, que era Mario Garza, dijo: -¡Yo siento que aquí hay algunas personas que hoy quieren entregar su vida definitivamente a Dios y pasen al frente para orar por ellos!

Yo estaba un poco atrás y sentí en mi corazón que yo debía pasar. Se produjo un diálogo muy claro en mi interior: -"Tú eres una de esas personas, pasa"- intuí que era el Señor Jesús quien me llamaba y le respondí: -"Señor, si me llamas, ¿cómo podré responderte y venir aquí todos los viernes? Si bien sabes que estoy en Arquitectura, donde la carrera es muy absorbente por todos los planos y tareas que tengo que hacer, no tengo tiempo." -"Yo te daré TODO lo que necesites para seguirme fielmente" - me dijo el Señor. A lo que yo respondí: "Está bien, sólo por tu promesa de ayudarme a seguirte, porque veo muy difícil, por no decir imposible, tener tiempo".

Enseguida di un paso, y otro y otro, hasta llegar al frente y sentarme con las pocas personas que respondieron. Oraron por mí imponiendo sus manos en mi cabeza: yo no podía parar de llorar, lloraba de sentir el amor tan grande de Jesús que me llamó, a pesar de estar yo tan lejos de É1.

Una de mis preocupaciones era: ¿Cómo le voy a hacer para hablar con las hermanas si no dejo de llorar? ¿Estaré llorando así siempre que venga cada viernes?" Claro que esto no sucedió así. Después, disfruté de la compañía de las hermanas y hermanos que me dio el Señor, sin llorar.

Ese día 5 de julio de 1985 cambió definitivamente mi vida y hasta la fecha, el Señor sigue cumpliendo su promesa.

El Señor me dio todo lo que necesitaría para seguirlo: porque sí asistí fielmente cada viernes a MCU fuera Humberto o no. Estaba tan interesada en saber más y en participar en todo, que me invitaron a un retiro para conocer la Comunidad Jésed, a la cual ingresé llena de gozo en 1986.

En noviembre de 1991, el Señor me permitió formar un matrimonio que lo quiere agradar sólo a ÉI, me regaló a mi amado esposo Alejandro Zamora Cordero (con toda su queridísima familia).

Nos conocimos en el Sector Solteros de la Comunidad, seguimos con la valiosa ayuda de nuestros responsables pastorales el proceso de noviazgo, desde el Cortejo hasta el Compromiso; con mucha oración en esta decisión tan importante.

Mis queridos padres y mis hermanos( as) siempre han estado muy unidos, por la gracia de Dios. Qué más puedo decir, tenemos hoy 4 hijos que son un regalo de Dios: Alejandro de 15 años, Lucía de 12, Valeria de 8 y Ricardo de 5, que participan hoy en nuestra amada Comunidad Jésed, esta gran Familia de familias.

Por eso, cuando te digan que te ves diferente, puedes con valentía y entusiasmo dar testimonio del Señor Jesús a quien sirves, no sabes todo lo que É1 quiere hacer.





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