sábado, 30 de septiembre de 2023

Ten tus delicias en el Señor y él dará lo que pide tu corazón

Diana Garza nos comparte su testimonio de confianza en Dios
Diana Garza y sus hijos


El Regalo de Dios


A principios del 2002 comencé a salir con el que ahora es mi esposo, José Alfredo Hernández Cruz. El primer día que salimos pusimos las cartas sobre la mesa y yo le dije -Mira, yo me encuentro así emocionalmente, últimamente de salud no he estado bien porque de chica...- y pos él no se quedó atrás. También me leyó su cartilla de vacunación, entre las cosas que me dijo es que quizás no podría tener familia. Me llamó mucho la atención que me dijera eso.

Después de un tiempo le pregunté al Señor qué quería que hiciera, porque mi mayor deseo era tener hijos y José me agradaba un chorro, pero él no podía tener familia. Comenzamos a andar el tercer fin de semana del mes de Abril, pero yo todavía con dudas.

El último fin de semana del mes de abril del 2002 estuvimos en Tampico. Ahí conocimos a una pareja, ellos tienen una niña de nombre Ruth, el cual significa "Regalo de Dios". Cuando supe el significado del nombre le pregunté a la señora si batalló para encargar familia y ella me dijo -Yo no puedo embarazarme porque desde muy chica he padecido de quistes en los riñones, pero haciendo mucha oración logré embarazarme, y durante mi embarazo no dejamos de orar. El embarazo lo pasé muy bien, después de que Ruth nació a mí me dio una calentura muy fuerte que me duro 15 días. El doctor me dijo que si esta calentura me hubiera dado antes del nacimiento de la niña, me hubiera pedido que abortara. Vi una fe tan grande en ella que me di cuenta que este matrimonio sin tener la enseñanza que nosotros tenemos, ellos tienen su oración diaria y una docilidad muy grande al Señor.

Conocí a otra mujer, ella con dos niñas, la mayor de unos 12 años, pero la señora tenía diecisiete años de casada; me llamó mucho la atención. También le pregunté si había batallado para encargar familia y ella platicó que tuvo cuatro abortos, todos antes de los seis meses. Ella tenía miedo de no poder tener hijos y se aferraba a ese deseo de ser mamá. En su cuarto aborto, en ese momento ella llorando le dijo al Señor Si no quieres que sea mamá no permitas que me vuelva a embarazar-. Después se volvió a embarazar, y tenía mucho miedo de volver a abortar. Un día fue a confesarse y le comentó al padre que ella tenía mucho miedo; después otro día fue a Misa y estaba celebrando este mismo padre y dijo Pase al frente la mujer que tiene miedo, ella se dio cuenta que se referían a ella y pasó al frente. El padre le puso agua bendita en su vientre y oró por ella. A partir de ahí, ella sintió mucha paz el resto de su embarazo y así nació su hija mayor.

Ella misma también servía en un coro con otras señoras, agregaron misas en la iglesia y el padre las separó de dos en dos y los asignó en diferentes misas. A ella le tocó la misa de niños y tenía que formar un coro de niños. A ninguna les gustó la idea que las separaran; a ella le molestó que la pusieran en un coro de niños, pero pensó -Bueno, si Dios quiere que le sirva aquí, pues yo le sirvo, aunque no me guste-. Ella comentó que ahora disfruta mucho su servicio con los niños, que sí extraña a las señoras del coro pero ella ya no dejaría a los niños.

Vi la sencillez en estas personas, su docilidad, su entrega. Me di cuenta que muchas veces uno lucha en contra de la voluntad de Dios y no disfrutamos nuestro servicio y por lo mismo no somos felices por completo, porque no hemos aprendido a hacer la voluntad del Señor, no hemos aprendido a ser barro suave, el entregar nuestro más grande deseo, nuestras preocupaciones; el Señor se encarga de lo demás.

De regreso a Monterrey, me dormí un rato y se me vino mucho a la mente el salmo 37, versículos 4 y 5 que dice "Ten tus delicias en el Señor y él dará lo que pide tu corazón". Me desperté y busqué en la Biblia, y se me vinieron mucho a la mente estas personas: ellos entregaron sus Delicias al Señor y Él les ha dado lo que su corazón ha deseado. Cuando la segunda señora le entregó su maternidad al Señor, Él obro. Tuve mucha necesidad de escribir, y salió esta oración:

Señor enséñame a ser barro, enséñame a ser barro y moldéame a ti, enséñame a ser barro y a amarte más. Señor veo la sencillez de los que se hacen barro y se dejan formar por ti, enséñame a ser barro por esa sencillez.

Señor mío, me has permitido conocer el barro en tus hijos a quienes Tú les has dado la paz, a pesar de que desean tener un hijo y no pueden tenerlo, sino hasta después de que aprendieron a ser barro, que se dejaron moldear por ti; Tú les concediste esa bendición. Yo quiero ser barro suave y quiero que Tú seas mi alfarero.

Cuando fuimos al encuentro de novios (nov. 2002) José quería terminar con la relación porque no me podría dar hijos. Yo le dije: Te amo y sé que cuando seamos los dos que confiemos en el Señor, Él va a obrar.

Si tú y yo terminamos ahora Dios no va a poder obrar en ti. Tenemos que estar juntos, porque te amo. Yo sé a lo que voy al casarme contigo, pero también sé que el Señor es poderoso y Él puede obrar, y sé que lo va a hacer, no sé cuándo, pero lo va a hacer, solo es que los dos tengamos nuestras delicias en Él, para que Él pueda obrar.

El 6 de noviembre, en nuestra última asamblea de solteros el Señor me dijo que en menos de un año Él nos daría carro y casa (no teníamos nada de eso, ni ahorros). El 8 de noviembre de 2003 nos casamos, a los 6 meses de casados el Señor nos regala el carro y en mi cumpleaños nos enganchamos con la casa; ambas cosas se dieron tan fácil en el mismo mes.

Al mes de instalados en nuestra casa tuve mucha inquietud por una capilla cerca, por misas cerca, por catecismo, pues no había nada. Fue un celo que me entró que comencé a servir al Señor por esta misión, más que nada por las misas en la colonia. A la semana de haber iniciado empezó la turbulencia, empezó la guerra; en este tiempo sentí mucho del Señor que al terminar con esta misión Él me daría lo que mi corazón anhelaba, que era tener un hijo. Fueron tres años y medio que fui perseguida, amenazada etc., por causa del Señor. Viví las bienaventuranzas que dice la Biblia; fue un tiempo en que José también fue transformando más su corazón.

En junio de 2005 fuimos a una misa de sanación al Uro, ahí hicieron una oración especial por las parejas que no podíamos tener familia: nos dieron agua a beber, que era de Belén, y nos dijeron que rezáramos el Rosario juntos o a la misma hora, y que a más tardar un año estaríamos esperando un hijo.

En este tiempo un hermano que se acercó a orar nos dijo que el Señor nos daría un hijo, que pronto me embarazaría; esto fue en la primera asamblea del mes de agosto del 2005. En octubre del mismo año tuve un embarazo químico. ¿Cómo? No entiendo, pues tuve un retraso como de tres semanas, me hice la prueba de embarazo de sangre y el resultado fue negativo. Al rato me habló la química al celular para decirme que había aparecido otra línea que indica que es positivo, pero ella dudaba del embarazo porque tardó más de lo normal, que me hiciera el estudio dos días después para salir de dudas. En el estudio salió una línea muy marcada y la otra tenue, no me aseguró nada la química. Cuando me vio la doctora me dijo que hubo un óvulo y hubo un esperma que comenzaron su fecundación, pero el esperma murió antes de terminar este proceso, el cerebro lo tomó como embarazo y por eso el retraso y la confusión del estudio, pero no hubo vida. Fue cuando comenzamos a ver a médicos.

En marzo del 2006 a José le hicieron una biopsia testicular, los médicos dijeron que no había nada por hacer. Fue un tiempo de mucho dolor para los dos, no nos explicábamos de ese embarazo químico, pero muy dentro de mí empecé a sentir que el Señor obraría, solo que teníamos que entregarle por completo nuestro deseo los DOS, porque somos una sola carne, y si yo le entregaba mi deseo por completo y José se lo entregaba de ratos, entonces el deseo estaba a medias; que él se lo entregara por completo y que no fuera un deseo al 50%, el Señor quería TODO.

Después de intentar adopción y seguir en incertidumbre, yo entré en una depresión de mucho dolor; José también lloró mucho. Esa semana precisamente él tuvo horario de oficina y pudo ir a misa a diario y al Santísimo; yo me la pasaba orando casi todo el día, de momentos a llorar, sin comer, muy dolorosa. Mi mamá me habló el martes y me dice: Fíjate que preguntó por ti, que si ya te habías embarazado y le dije el problema, y me pasó los datos de un doctor que es muy bueno. Pues resultó que era el mismo con el que habíamos ido, me puse a llorar en el teléfono y le platique a mi mamá lo que pasaba. Sentí que esa era parte de la respuesta. José llegó a la casa, le comenté y se puso a llorar y le dije ¡Esta es la respuesta! -. Él dijo Es tu respuesta-. Él estaba arriba y recibí una llamada: era la señora, mi amiga, que me preguntó cómo estaban las cosas y le platiqué, y me dijo -Si tu esposo acepta, mi esposo y yo nos hacemos cargo de la mayoría de los gastos de ese tratamiento. Me puse a llorar con ella y le pregunté por qué lo hacía, y me respondió que ella hubiera querido que hubiese existido la tecnología que hay ahora y que alguien la hubiera apoyado. Voy con José y le dije lo que me comentó la señora, y se puso a llorar, y dijo -Esa no es mi respuesta, es tu respuesta--. De ahí comencé a tener mucha paz, le dije al Señor -Es mi respuesta, ahora dale su respuesta, si Tú quieres que se haga. Háblale, yo estoy en paz con tu voluntad-. El domingo en la asamblea el Señor le habló a él, le dijo que tomara los medios y los recursos que Él provee para hacer su obra. El aceptó. Esto fue en diciembre del 2006.

Yo empecé a sentir que pronto se arreglarían las cosas referente a la misión. En enero justamente se empezaron a acomodar las piezas. Para catecismo la gente se empezó nuevamente a acercar, se volvió a formar un equipo de trabajo, logramos que entraran a servirnos los franciscanos a la colonia y a partir del primer sábado de Pascua comenzaron las misas en la colonia, y les dije a los del equipo que mi tiempo ya estaba terminando; solamente faltaban dos cosas: embarazarme y quién se quedaría en mi lugar.

Una semana antes de Semana Santa del 2007 tuve un dolor muy fuerte en mi vientre, tuve un sangrado que me duró un mes. Al parecer fue otro intento de embarazo que no llegó a vida, lloré mucho. El día que se celebraría la Pascua en la Comunidad (y las famosas hamburguesas de Pe- pone el Grande) en la Asamblea de repente me abraza una hermana que no supe de donde llegó, ni sabía cómo se llamaba ni qué sector era y me dice -Este es un abrazo del Señor y te quiere decir vienen tres niños en fila , y le dice a mi esposo -y tú no te preocupes por lo económico, que entregándoselo al Señor nunca les faltará nada a tus hijos: Yo siempre proveeré"-.

Quince días después, en la siguiente asamblea yo ya estaba embarazada, pero no lo sabía. Oraron por las hermanas que no podíamos encargar; esto fue en mayo, yo me enteré de mi embarazo 15 días después.

Nos gozamos mucho en el Señor mi esposo y yo por el gran regalo que nos dio, nuestro hijo se llama José Natanael. José por san José y Natanael porque significa "Regalo del Señor". Nació el 2 de febrero del 2008, día de la Candelaria, Virgen de San Juan, Virgen de Zapopan, Virgen de Santa Anita. Esta última toda mi familia la venera y fue la que promoví en el tiempo de misión.



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