martes, 25 de julio de 2023

Los Ojos de Dios

La Familia Hernández Parra, nos narra la historia de como Dios sanó a Juan Pablito
Familia Hernández Parra

Los ojos que Dios le regaló a Juan Pablito

Después de un largo trabajo de parto de 22 horas nació nuestro bebé Juan Pablo a las 10pm del 10 de enero de 2003. El bebé nació con un problema en sus ojitos, era como si estuvieran cubiertos por una membrana de color gris azulado.

El desde el momento en que nació me di cuenta de la situación, ya que me permitieron poder estar en el parto de nuestro hijo, y el pediatra me lo confirmó en el área de cuneros. Inmediatamente habló con un oftalmólogo amigo suyo para que evaluara a Juan Pablito y así lo hizo.

Al día siguiente a primera hora lo revisó, pensó que podría ser glaucoma, pero necesitaba hacer una revisión bajo anestesia general, ya que no podía medir la presión de sus ojitos por el movimiento del bebé; se programó a los siete días de nacido. Anestesiaron a Juan Pablito para revisarlo y su resultado fue que no era glaucoma, el mismo médico invito a otros alumnos suyos apunto de graduarse de oftalmólogos del Tecnológico de Monterrey a ver qué podían diagnosticar.

Ellos junto con el doctor no vieron nada que operar, no tenían diagnostico para lo que presentaba el bebé. Él nos sugirió que lo lleváramos a revisión cada semana, mientras él buscaría en Internet, documentos, libros y consultando a otros colegas oftalmólogos e incluso fuera del país para ver si alguien tenía un caso parecido.

Así lo hicimos durante cinco semanas, fue un tiempo muy difícil ya que cada revisión era la ilusión de que nos pudieran dar algún diagnostico y al menos saber qué tenia o qué podíamos hacer por nuestro bebé, pero no había diagnostico. Así es que cada vez que salíamos de la consulta era un "No, no hay cura, no sabemos qué tiene". Salíamos desconsolados, tristes, con nuestro bebé en brazos, solo por inspiración del Señor lo único que hacía mi esposo era llevarnos al Santísimo Sacramento a orar por nuestro bebé y ofrecérselo al Señor, pues viendo toda la situación el único que lo podía sanar era ÉI. 

Después las consultas fueron cada dos semanas y fue lo mismo. El pediatra del niño, Dr. Juan Alberto Robledo, junto con el doctor Luís Larrazabal, oftalmólogo del niño, convocaron una mesa redonda de oftalmólogos aquí en Monterrey, donde presentaron el caso y no hubo respuesta. También lo llevaron a México y dado que aquí no había cura ni solución llevaron el caso a Houston Texas a unas conferencias de médicos donde presentaron el caso para ver si había alguna respuesta, y no, no tuvieron éxito. Les dijeron que era un caso difícil, mientras, ellos seguían investigando.

Nosotros nos dimos cuenta que el color gris empezaba a ceder un poco. Hablando con unos familiares pediatras nos recomendaron a otro oftalmólogo para una segunda opinión; al verlo el doctor casi nos aseguro que se trataba de glaucoma y nos dijo que quería revisarlo bajo anestesia para checar la presión de los ojitos y confirmar su diagnostico.

Revisaron a Juan Pablito un sábado y en ese momento se decidió tomar una biopsia de sus ojos. El siguiente martes nos dieron los resultados y el doctor nos pido una disculpa por no poder diagnosticar al bebé.

El viernes siguiente nos habló una hermana para informarnos Sobre una Misa de sanación que se hace cada mes. Llevamos a Juan Pablito y fue una misa muy especial ya que inicia temprano y termina con la Misa en la noche, aunque nosotros llegamos solo a la Misa, parecía que nos estaban esperando ya que no batallamos para estacionar el auto y, a pesar de que la iglesia estaba llena se nos acerco un niño y nos facilitó una silla para alimentar al bebé.

El niño se nos acercó en momentos bien especiales de la Misa. Me dijo ¿Traes agua mujer? Saquen su agua porque viene el padre a bendecirla y esa agua se la dan a tomar al bebé y se la ponen en sus ojitos.

Nosotros percibíamos un olor a rosas durante toda la misa. Después le dijo a mi esposo -Párense aquí y acerca al bebé porque viene el padre con el Santísimo a bendecirlos- y así fue. Al final de la Misa lo buscamos para darle las gracias pero ya no lo volvimos a ver, curiosamente días después probamos el agua que estaba dulce y sabía a rosas, era agua de botella como cualquiera.

Días después nos habla el oftalmólogo del bebé para decirnos que ya tenía los resultados de la biopsia. "Mucopolisacaridosis" , decía que era una enfermedad genética, incurable, que disfrutáramos al bebé así como estaba ahora, pero que tendríamos que realizar otros análisis para confirmar este resultado. 

Estos serian en los laboratorios del Centro de Investigación de Minnesota (EU). Esta enfermedad es tan rara que sólo le da a 1 entre mil niños. Nos pidió que no buscáramos nada de esa enfermedad, pues lo más importante era tener y no perder la paz que solo Dios nos puede dar.

Por esos días El Señor nos dio un sentir en el cual nos decía Quiero que vengan a mi corazón a diario como familia, porque en realidad aquí es donde van a ver los milagros. Sentimos que quería que le lleváramos a diario al bebé, a orar con él y escuchar su corazón.

Este sentir fue confirmado por un hermano en una asamblea de la Comunidad Jésed que nos dijo El Señor quiere que todo lo hagan en familia los tres ,y así lo empezamos a hacer: íbamos a horas santas, oración de sanación por todos lados donde nos avisaban, lo visitamos a diario en el sagrario; todo lo hacíamos con la fe en que el Señor lo sanaría.

El bebé ya tenia 4 meses y se acercaba el día de Pentecostés. Ese domingo en la mañana al ver la cruz de Cristo algo dijo en mi interior -Hoy es el día en que va ocurrir un milagro en tu hijo, se lo comenté a mi esposo y él me creyó y me dijo que sí. Le pedí que nos vistiéramos los tres de blanco y con esa confianza fuimos.

Nuestro regalo llegó, se expuso al Santísimo Sacramento y el Señor nos decía que pasáramos a tocarlo. Juan Pablito pasó con sus padrinos y nosotros atrás de ellos. Vimos cómo un hermano que se encontraba al otro extremo vino directamente hasta nuestro bebé lo toco y oró por él. Nosotros creímos que en el momento en que el bebé tocó al Santísimo Dios lo sanó.

Al siguiente día, seguros de que Dios ya había hecho su parte, le tocaba a la ciencia hacer su investigación y con la confianza en El Señor, llevamos las muestras al Hospital San José en convenio con el Centro de investigación de Minnesota. Investigaron la orina y sangre del bebé; los resultados tardarían un mes en llegar.

En ese tiempo estuvimos en paz disfrutando de nuestro bebé confiando y escuchando al corazón de Jesús; mientras, los ojos se iban aclarando poco a poco. Un domingo en la tarde nos habló el director de patología del hospital San José muy sorprendido, para darnos los resultados de los análisis, pues conocía del caso de Juan Pablito. Nos dijo que los resultados eran NEGATIVOS, el bebé estaba sano; todo estaba dentro de los niveles normales de un bebé de su edad. En esa semana sus ojos se limpiaron por completo y el oftalmólogo, con los resultados en mano, cuando lo vio nos felicitó; decía que estuviéramos contentos pues sus ojos estaban totalmente claros y que, a pesar de no tener diagnostico, podíamos decir que son unos ojos sanos, que a lo mucho podría usar lentes pero que le diéramos gracias a Dios por el milagro que nos había regalado.

Después fuimos con su pediatra que ya sabía de los resultados y nos dijo -Es un verdadero milagro. Si alguien me hubiera platicado esto antes, yo no lo habría creído, pero ahora creo porque lo he visto -. Desde entonces vemos la cruz de Jesús en su consultorio. 

Ahora Juan Pablito tiene 6 añitos y usa lentes. Tiene unos ojos muy especiales, pues la gente que no lo conoce le dice que son muy bonitos. Creemos que son los ojitos que Dios le regaló.

Les compartimos esta parte de nuestras vidas dándole Gloria a Dios que por su gran misericordia se muestra en nuestras vidas.


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