lunes, 10 de abril de 2023

¿Qué no soy yo Dios?

 

Gerardo Diaz







Me siento muy honrado al tener la oportunidad de unirme a este proyecto, "Florecillas de Jésed", y poder compartir con el Pueblo algunas de las grandes bendiciones que he recibido al participar de la Vida Comunitaria.

Al mirar hacia atrás (después de haber tenido la dicha de ser llamado por el Señor, de conocerlo, amarlo y servirlo de una manera intensa, personal y profunda) puedo ver con claridad su mano guiando mi vida. ¡TARDE TE CONOCÍ SENOR! Pero sé bien que tienes dispuesto un PLAN MAESTRO para cada hijo tuyo, en TU TIEMPO.

Yo crecí en una familia cristiana, con valores fuertemente arraigados. Participé, por años, en grupos parroquiales; asistí a retiros, cursos, y a misa todos los domingos. Sin embargo, mi corazón anhelaba algo más. Cuando conocí MCU, y poco tiempo después a la Comunidad Jésed, fue como haber encontrado un Tesoro que por años esperé, sin saber siquiera si éste existía.

Experimenté de inmediato un sentido de pertenencia inexplicable. Caminar no era suficiente para mí; ¡quería correr, más bien volar! Comencé a participar en la Comunidad en mi último año de universidad y sentía que el tiempo no me alcanzaba. No podría creer lo que vivía: el amor, la convicción, la plenitud en el Señor y en el llamado. Era algo que jamás había imaginado y en ese momento me encontraba disfrutándolo al máximo.

Recuerdo que en ocasiones, mientras estaba en el "Centro Universitario Juan Pablo II" , miraba hacia la calle y (por el estacionamiento del restaurante "Pollo Loco") veía pasar los carros sobre la avenida Eugenio Garza Sada. Me parecía imposible creer que, yo, había pasado millones de veces por esa avenida, pensando y soñando qué era lo que quería, qué era lo que me faltaba y sorprendentemente estaba ahí... detrás del "Pollo Loco". Me decía: ";Cuántas personas pasan por esa misma avenida y no saben lo que está!" Me sentía muy afortunado de haber tenido la oportunidad de encontrar lo que buscaba. También recuerdo que en oración le pedía al Señor: ¡Señor, muéstrame a tu Pueblo, muéstrame como comenzó todo" . No sabía por qué, pero tenía un gran interés de saber cómo el Señor hacía su obra en este llamado.

Ya desde antes, el Señor había preparado mi camino. Había empezado a viajar, a donde ahora radico, para trabajar todos los veranos, desde el año 2000. La primera vez que vine a Seattle era sólo un chamaco de 20 años. Pasaron tres viajes como éste, para prepararme a mí y a mi familia, para lo que habría de venir.

A media carrera decidí, junto con unos amigos, pedirle a unos profesores que nos dieran unas materias extras. Después de varios papeleos, logramos abrir un diplomado en el cual tomaríamos una materia por semestre. Eran 6 materias y comenzamos en 4to semestre.

En ese tiempo yo trabajaba, así que el resultado de todo esto era que no iba a poder graduarme en 9 semestres (como deseaba), sino en 10. No le di mucha importancia en ese entonces, pero después todo encajó PERFECTAMENTE.

Verán, para cuando entré en MCU y oraba a Dios "muéstrame como comenzó todo", ya cursaba el 8vo semestre. Participé lo más que pude en retiros, cursos y pláticas, y ya sólo me restaba una clase y un semestre prácticamente libre... ¡Todo tenía sentido ahora! El Señor mismo quería regalarme una experiencia intensa de formación, entrenamiento, vida comunitaria, servicio, viajes misioneros, etc., por medio de la cual, mi corazón quedara prendado y anhelara vivir este estilo de vida para siempre: LABRECHA.

Esos 8 meses de Brecha fueron impresionantes. Tuve la bendición de conocer y compartir con hermanos y hermanas muy edificantes. La nuestra fue una generación muy unida (yo me atrevo a decir, y estoy seguro que "mis hermanos en la Brecha" me hacen segunda, que esa fue la mejor generación de brechistas, o no?) Allí estaba, por fin, ¡formando Comunidad! Me sentía parte de algo. . ¡algo GRANDE! Hermanos, ERA PLENO; servía, iba y venía a donde hiciera falta, ayudaba en MCU, en misiones, apoyaba en retiros, vivía Comunidad. La alegría, la paz, el amor a Él, y al poco tiempo a mis hermanos y al servicio, llenaban mi corazón.

En Septiembre del 2003, debía estar de nuevo en Seattle, permanentemente; eso me preocupaba. Le decía al Señor: "Señor, no te he pedido que me muestres a tu pueblo, que me enseñes cómo comenzó todo?". Y ÉI contestaba: "¿Qué no soy Yo Dios, para sacar cristianos debajo de las rocas si es necesario?" Así que les pregunté a los hermanos si había alguna comunidad en Washington. Después de varias investigaciones en la Comunidad de Michigan y en la EDE, la respuesta literal era: "Bro, en Washington no hay más que manzanas, mae". Así pasó un tiempo, pero el Señor seguía diciendo lo mismo.

Después de mucha oración, el Señor movió la primera piedra. Un miércoles después de la limpieza del CUJPII, a Karen del Valle, Edith Soto y Miriam Rendón se les ocurrió buscar el mapa de la Espada del Espíritu. La razón, si mal no recuerdo, era que la Comunidad de Mexicali apareció de nuevo en el mapa. Estábamos todos, las hermanas, más Israel Lizárraga, Adán Salinas, Mike G, Wim y yo, dando gracias y gozándonos con los cachanillas" (Cachanilla es una planta silvestre muy común en la zona de Mexicali, debido a ello el nombre de la planta sirve como gentilicio aplicado a los habitantes de dicha ciudad) cuando, de repente, vi un punto en el mapa que nunca antes había visto (para ese entonces me sabía el mapa de memoria). Además, ese punto tenía el número 1 y era la primera comunidad en la lista. La comunidad era FFCC en Vancouver, Canadá. Recuerdo que imprimí el mapa y me fui corriendo a enseñárselo a Luis Manuel Bravo (uno de los Siervos de la Palabra en Jésed).

Seis años después de aquella señal, puedo atestiguar que no sólo el Señor ha sacado cristianos debajo de las piedras, sino que también me a mostrado a Su pueblo y como comenzó todo. No sólo había Comunidad en Vancouver (la cual visito muy seguido), sino también en Seattle, donde radico.

He conocido las Comunidades o MCU's, UCO's de San Miguelde Allende, Mexicali, Vancouver, Seattle, Vitoria España, St. Paul Minnesota, Michigan, Ohio, Managua y San José.

He visto los testimonios de hermanos de tres continentes. He asistido a conferencias de cuatro regiones diferentes de la EDE. He visto cómo Vancouver y Seattle, se han formado y preparado. He tenido la dicha de gozarme con ellos y de acompañarlos en los tiempos de prueba y retos. He estado presente en sus visitaciones y he visto cómo han pasado de ser un grupo, a ser comunidad prospectiva y comunidad afiliada.

He tenido la oportunidad de compartir mi testimonio y transmitir un poco mi fervor y celo por la obra de Dios (en mis años universitarios) a jóvenes de comunidad recién ingresados a la universidad; y los he visto crecer -desde tener que llevarlos (no muy convencidos) a conferencias- hasta verlos formar ellos mismos un MCU y actualmente, estar a punto de tener un Sector Universitario. 


¡GRACIAS SEÑOR POR MOSTRARME A TU PUEBLO!

 

En Seattle, de ser solamente filipinos, ahora somos el doble de filipinos, 2 mexicanos, un hermano de la Comunidad de Líbano y 2 pequeñas hermanas (muy prendidas) de MJ, a las que les estamos brindando todo nuestro apoyo. Y, por supuesto, he podido recibir a muchos hermanos de Jésed: Israel Lizárraga (gran hermano y amigo al frente de batalla), a los Estrada, a Fabiola Sánchez, a Rogelio Paredes (gran hermano y testimonio entre los jóvenes), a Felipe Lugo (ahora en Dallas), recientemente a los Valdés, David Heaney y a mis tíos Valdemar Villareal, Marycarmen, Karby y David.

Quiero dar infinitamente gracias a Dios, por haberme llamado y haber grabado en mi corazón un amor especial por la vida Comunitaria. Aunque fue poco mi tiempo en Jésed, fue suficiente para amar el llamado y buscarlo en el frente en el que he sido puesto (Seattle). Gracias por los lazos de hermandad y amistad que pude estrechar con grandes hombres y mujeres de Dios.

Dentro de su PLAN, el Señor me permitió conocer, amar y servir a Alejandra Villarral, mi esposa, quien es un tesoro para mi vida. Ahora veo y entiendo que si algo no hubiese sido como fue, definitivamente no nos hubiéramos cruzado en el camino. ¡Qué GRANDES son tus obras Señor!

Habría sido suficiente para mí, el sentirme afortunado de haber encontrado la perla de gran valor, mientras veía pasar los carros por la avenida Eugenio Garza Sada desde el CUJPII. Sin embargo, todo era parte de un PLAN. Y ahora sé, que un DIOS tan grande y misericordioso, no se pudo haber dejado ganar en generosidad para con su hijo. Y estoy seguro que aún falta mucho por descubrir.. 

¡Gloria a DIOS!



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