jueves, 3 de agosto de 2023

LA VIDA COMUNITARIA NO ES UN ESTILO DE VIDA, ES MI VIDA


Jose luis y Minerva de Mendoza



 ¿A dónde iremos, Señor?

José Luis Mendoza Domínguez

Mis primeros contactos con la comunidad Jésed se dan por el año de 1990. En ese entonces trabajaba con varios hermanos de Jésed. Yo aun no conocía nada de la comunidad pero anhelaba reavivar la llama que se encendió en mi primer encuentro con Cristo, y buscaba dónde pudiera darse esto. Fue así como un día Adán Gómez me invita a un curso de iniciación

Fue en la misión donde me encontré nuevamente con aquel amor del Señor que había experimentado tiempo atrás. Todo se dio muy rápido para mí: al cabo de año y medio (1991) de estar participando en la misión somos invitados a comunidad jésed, pero aun no era el tiempo, por lo cual no aceptamos la invitación. Ese fue el último retiro de invitación en cinco años.

Para 1996, año en que se vuelve a hacer el retiro de invitación, ya anhelaba ser invitado y así fue. Entramos a comunidad en ese año y así el Señor empezó a formar a su discípulo. Junto con la emoción de estar viviendo este llamado estaba lo que el Señor quería hacer en mi vida: 1996 la operación de columna que tuvo que enfrentar mi esposa. Fue en esta situación donde nos dimos cuenta de lo que era el apoyo de los hermanos, ya que estuvieron con nosotros en todo momento; 1998 me despiden de mi trabajo y durante 3 años no tuve un trabajo con un ingreso fijo; nuevamente los hermanos muestran su apoyo tanto espiritual como material.

Estos sucesos fueron destruyendo mi orgullo y mi soberbia, haciéndome conocer cuánto necesitaba del Señor y de mis hermanos, lo que me preparo para recibir con humildad la guía de mis responsables pastorales. Y así, por una recomendación de mi RP y por medio de un hermano, pude conseguir un trabajo estable; era el año del 2001.

A pesar de todo esto el Señor actuaba con fuerza en mi vida y asumí mi compromiso con seriedad, lo que me llevó a que en medio del Jubileo de los veinticinco años de nuestra comunidad (2004), pudiéramos firmar, tanto mi esposa como yo, la alianza de nuestro Compromiso Solemne. No podía creer lo que estaba viviendo: con apenas ocho años de vida comunitaria el Señor tomaba mi vida para Él y me incrustaba en esta porción de su pueblo; y aun recuerdo la palabra que Él me repetía en mi oración personal todo ese año: "Y a dónde iremos Señor, si sólo Tú tienes palabras de vida eterna".

Hoy mis dos hijas mayores están en el Sector universitario, la menor en el programa de niños y nosotros sirviendo al Señor como Responsables Pastorales y como Evangelizadores en MCM. ¿Qué más le puedo pedir al Señor? Por eso no me canso de repetir: PARA MI LA VIDA COMUNITARIA NO ES UN ESTILO DE VIDA, ES MI VIDA, porque no me veo en otra parte.

Le doy gracias al Señor por su misericordia, a los fundadores de la comunidad por su respuesta generosa al Señor, a los coordinadores por su servicio y a mis Responsables Pastorales por su paciencia, porque sin todos ellos no formaría parte de esta obra maravillosa del Señor. Amén


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los más leídos