lunes, 7 de agosto de 2023

El Colado


Gracias Dios por poner a Marco en mi camino para conocerte

Humberto Colunga

Había escuchado en alguna anécdota que algunas almas en el Paraíso no eran conocidas de San Pedro porque éste no las conoció al dejarlas entrar, sino que entraron por una rendija... dejada abierta por la Santísima Virgen... a través de sus intercesiones, por una gran misericordia. Lo creo, porque aquí en la Tierra pasa lo mismo, les cuento mi conversión.

Una buena mañana de 1991, antes de la comida, el Director del Centro de Calidad me llamó para entrevistar a un joven que tenía intenciones de hacer su maestría a través del programa de becas de asistentes, situación de la que ya estaba disfrutando yo.

Así dispuso el Señor que conociera a Marco Ulate, pues ningún asistente hacíamos entrevistas, y entre mi inexperiencia le pregunte qué hacia tan lejos de Costa Rica, situación muy común en el Tecnológico, pero su respuesta me dejó muy desconcertado: ¿cómo alguien daría algún tiempo de su vida para ayudar a un grupo en otro país?

Más aún, cuando Marco entró, el Dr. Pozo creó un proyecto y nos puso a los dos juntos para llevarlo a cabo, otra situación nada común en el Centro. Marco era intrépido, no esperó nada, aparte de evangelizarnos con su testimonio de vida, nos llevó a una asamblea de MCU. Yo quedé impactado, los demás no regresaron ni a las reuniones informales, pero por alguna razón seguí asistiendo sólo a las informales.

Así que el Señor dio un giro. Alguien llegó al Centro a invitarnos a "acampar" durante la Semana Santa de 1992, a lo que varios dijimos que sí; pero no era camping, eran misiones, a lo que ya no nos pudimos echar para atrás.

Durante esas misiones pude percibir que Dios nos rondaba, que el Rosario no era sólo para viejitas durante los velorios como había visto en Veracruz, pero quedé más impactado por el amor que nos mostraban en el campo.

A pesar de todo esto, no asistí al CNVC (retiro donde se presenta el evangelio y cuyas siglas significa "Curso de Nueva Vida en Cristo"), pero sí seguí asistiendo a las actividades informales, y entonces me di cuenta que Dios no solo rondaba, sino que vivía dentro de esos jóvenes universitarios, ¿Cómo era que yo no tenía lo mismo? Sí, había pecado en mi adolescencia, pero no dejaba de ir a Misa, me confesaba, trataba de ser buena persona, pero no conocía a Dios de esa manera.

Así que decidí buscar a Dios. Fui a un retiro fuera de la Comunidad, empecé a documentarme y a estar cerca del Rosario, me quede unos días en Buenos Aires (casa de los Siervos de la Palabra) como invitado de Marco, fui nuevamente a Misiones en el 1993 (ahí conocí al que sería mi cuñado sin saberlo), fui a una asamblea de la Comunidad Jésed, y no sé qué más. Así que fui por fin al CNVC, pero no lo terminé, no era el momento aún. 

A las misiones del 1994 no pude asistir, así que cuando en la Misa de Pascua el Padre Gerardo Cárdenas nos dijo que perseveráramos cincuenta días para vivir un Pentecostés fuerte, pensé que eso sí podía hacer, así que le que dije a Marco, "Ustedes deben tener una celebración muy grande ese día, ¿tienen asamblea, puedo ir?"

Para ese domingo 22 de mayo de 1994 se atravesaron cosas muy buenas y otras no tanto para no ir. Me levanté muy tarde y dije "ya se ha de estar acabando la Asamblea, cómo voy a entrar" , así que me puse a ver la tele, y ahí, en el sofá, se me vino este pensamiento: ¿y si ahí encuentro lo que ando buscando? Me arreglé, tomé un taxi y para cuando llegué al Franco- Valle, la Asamblea parecía callada, muchos estaban sentados como meditando. De repente alguien ya mayor subió al estrado y dijo: "siento del Señor que faltan algunos por los que aún no se ha orado, por favor levanten la mano hermanos" .

Con algo de incredulidad levanté la mano, y los hermanos a mi alrededor impusieron sus manos unos minutos, y de repente sin saber por qué, empecé a llorar, ni siquiera me cuestioné por qué lloraba; era como si lo necesitara, pero no había pena, era como alegría. Luego se me vino a la cabeza como si viera fuego en el techo, y empecé a pensar en una paloma. Yo realmente no tenía control sobre lo que pensaba, pero sí podía sentir que algo había cambiado.

Al término de la Asamblea, al saludar a los hermanos, me despedía diciendo "Dios te bendiga" , algo que no había podido hacer durante dos años de frecuentar a los universitarios, ni siquiera por cortesía. 

Por fin, el Señor había llegado a mi vida, sabía que algo había pasado, que era diferente, pero no sabía que era el Señor. Afortunadamente, a los quince días me fui de retiro a Durango al Monasterio de las Carmelitas.

Marco no pudo ir pero Filvio sí. Ahí, cada pasaje de la Biblia que leía parecía como si fuera para mí, como si el Señor me estuviera hablando; estaba asustado. Incluso en otros libros cristianos el Señor me decía algo. Descubrí a través de un libro del Padre A. de Mello, que me pasó lo mismo que a San Ignacio de Loyola, el Señor mismo fue el que salio a convertirme.

Así que ante la Eucaristía, hice lo que faltaba: le entregué mi vida y le dije que lo seguiría, le dije que por fin lo tenía, que por fin sabía por mí mismo que Él existía.

Al regresar, busqué dónde ubicarme para seguir al Señor dentro de su Pueblo, y decidí ir a "Ven y Sígueme" . Solo llegué, al fin y al cabo ya muchos me conocían.


domingo, 6 de agosto de 2023

Es el Señor quien nos sostiene


Es el Señor quien nos sostiene en todo momento.

Guillermo Rodríguez Macías

En aquella ocasión, Guillermo Jaime "Willys One" Rodríguez Macías, había sido corrido injustamente de su trabajo por denunciar las transas que otros hacían en la empresa, y los responsables de Recursos Humanos se burlaban de él haciéndole ofrecimientos irrisorios para su liquidación.

Pasaba por penurias económicas importantes, gracias a Dios había conseguido un trabajo, pero era mucho más pesado y le pagaban mucho menos que en el anterior, sin mencionar que tenía muchas menos prestaciones.

Acostumbrado a un desayuno sano y nutritivo a diario, ahora no tenía más que un plátano y un café para desayunar al día, si bien le iba, y en la hora del almuerzo solamente se alimentaba con unos 30 gramos de cacahuates y mucha oración frente al Santísimo, ya que había una Iglesia cerca de su trabajo, y aprovechaba la hora de almuerzo para pasar el tiempo en súplica de rodillas frente al Señor; pero en esa ocasión salió apresuradamente de su casa en la madrugada, y no se llevó más que el café.

Como no tenía dinero más que para pagar el camón de ida y de regreso, y así era todas las semanas, sabía que ese día no lo pasaría de lo mejor, y que a lo mejor no iba a rendir lo suficiente en el trabajo, con las consiguientes bajas en las métricas y probables sanciones.

Pero el Señor, bueno y misericordioso, no se deja ganar en generosidad y, cuando salía a la hora de almuerzo, le tocó que una amiga de su equipo de trabajo, Ofelia Paulina Olea, había salido a la misma hora, cosa que regularmente no pasaba. En lo que iban a los casilleros, esta mujer, madre de dos hijos, inspirada por el Espíritu Santo, quiso invitar a Willys a a compartir su almuerzo, ya que había llevado más de lo que ella se iba comer. Dentro de una amena plática resulto que Paulina no sólo llevaba un poco más de comida, sino bastante para dos porciones.

Willys dio gracias a Dios y recordó que la Iglesia celebraba el Año Paulino, y lo que el Señor dice que no preocuparnos, pues hasta a los pajarillos del campo les da la comida a su tiempo.


sábado, 5 de agosto de 2023

Dos hermanos en paz y alegría


Dos hermanos en paz y alegría, la unidad es primero

Guillermo Rodríguez Macias

Dentro de la preparación para las actividades del Verano del Sector Universitario en 1992, Guillermo Jaime "Willys One" Rodríguez Macías y Carlos "Charlie" Hurtado Galván salieron de la casa "Buenos Aires" en la Ichi Van de los Siervos de la Palabra rumbo a una quinta en Villa de Santiago, para limpiar el terreno en donde tendrían los juegos y dinámicas, ya que estaba lleno de zacate con espigas que habían crecido cerca de medio metro en un área abierta de alrededor de mil metros cuadrados. La alberca y todo lo demás estaban bien. 

Ambos hermanos eran líderes en el Sector Universitario y destacaban por su dominio propio, disponibilidad para servir al Pueblo, llevarse bien con todos y manejar cualquier situación apegados a la manera de conducirse de los hermanos de la Espada del Espíritu, siempre con aires fraternales, dando el beneficio de la duda, buscando el bien, pero también siendo todo lo claro y directos que se requiere para que haya paz y prosperidad espiritual y no dar pie a que se meta el Enemigo.

Sin embargo, ninguno de los dos lo sabía, pero cuando les habían dicho lo que iban a hacer, y que lo harían solos, ambos tuvieron un sentimiento de desagrado con resignación que sabiamente supieron no  expresar, pues sabían que las emociones no son sino un vaivén subjetivo de interpretaciones que no siempre tienen que ver con la realidad, mucho menos con la verdad.

Después de un arduo día de trabajo, con pocas palabras y con una podadora de gasolina prestada que batallaba para mantenerse encendida más de dos minutos y luego nomás no quería encender fácilmente, los hermanos tomaron la carretera para dejar la camioneta en Buenos Aires.

Durante el trayecto, Willys se dio cuenta de que había habido un cambio en su corazón, y de que un sentimiento negativo que se había alojado ahí hacía años ya no estaba; quería compartirlo con Carlos, pero no hallaba cómo.

Por fin, poco antes de entrar a la ciudad, Willys empezó a hablar: Sabes, Carlos, Desde que te conozco, tú entraste a MCU un año después que yo, había algo en mí, como un sentimiento de que no me caías bien empezó a decir para pronto aclarar-, pero ya no es así. Déjame explicarte: Cada vez que te veía, o que hablabas, algo en mi interior se quería agitar, no sé, y de hecho, cuando nos pidieron este servicio, deseé no venir, o hacerlo con cualquier otro hermano, pero a fin de cuentas sabemos que las emociones no son una guía confiable, y que somos hermanos y nos amamos en Cristo explicaba Willys mientras Charlie escuchaba con la debida atención- , y, pues bueno... no creo que deba haber una disculpa por que es algo que jamás dije a nadie, ni hablé mal de ti... y espero que nunca hayas sido afectado por un comportamiento de mi parte que denotara que no me caías bien...

Pero no pudo continuar, porque Charlie lo interrumpió para decirle: -N' ombre, Willys, no te preocupes, jamás hiciste algo que me afectara; es más, ni sabía, ni por aquí -dijo mientras recorría su frente con el dedo índice me pasó que te cayera mal -Willys empezaba a sentirse mejor por tan edificante compartir, pero no se esperaba lo siguiente:- , pero, déjame decirte, Williberto, que tú también me caías mal. 

Desde el día que te acercaste a mí para saludarme y platicar la primer vez que vine a una reunión de MCU, yo dije y este chavo ¿qué onda? ¿qué le pasa?" por que te veía que saludabas a todos y con todos te llevabas. Ya después supe que así es en MCU, que se trata de una dinámica del amor fraterno pero, ¿quién sabe por qué?, como quiera me caías mal, como que te veía muy desenvuelto, no sé.

-Wow -respondió Willys con su típica expresión de asombro , pues yo tampoco sabía que te caía... o que te caigo mal, Carloberto. -De hecho me caías mal, pero pasó lo mismo, Willys, que de alguna manera, el día de hoy ese sentimiento desapareció.

Llegando a Buenos Aires, una vez abajo de la Ichi, se despidieron con el más varonil y fraterno abrazo que se habían dado nunca, y más adelante dieron testimonio en la Asamblea.

Desde entonces y hasta el momento, estos hermanos, ya casados y con hijos, siguen sirviendo a los hermanos con todos los recursos con que pueden, y no han dejado de tenerse un gran afecto.

De ahí la importancia de vencerse a uno mismo, no darle importancia a lo que no la tiene, y siempre tener disposición para el diálogo y el compartir abierto y profundo en el amor fraterno.

Ambos hermanos recordaban muy bien la frase que el entonces coordinador del Sector Universitario, David Mijares, había dicho en una charla dentro de una Asamblea

Sectorial: ¡Imagínate que tú fueras de los que le caen mal a Cristo! , sólo porque sí."


viernes, 4 de agosto de 2023

Mi experiencia en el Verano en Misión 2006


Jessica Mendoza
Jéssica Mendoza

Mi Verano en Misión como hija de comunidad

Mi historia como hija de comunidad, es parecida a muchas otras historias de hijos de comunidad. Tenía ocho años cuando mis papas se decidieron por el llamado comunitario en Jésed, y, por consiguiente, sus pequeñas hijas pasaron a formar parte de los hijos de comunidad.

Desde los ocho años fui formada dentro de la comunidad, conviviendo con las mismas personas en todo momento, cantando "Los árboles del campo", con múltiples enseñanzas y retiros en los que trataban de acercarme más a Dios, esfuerzos que a mi parecer no funcionaban; pero siempre, cuando veía orar a los tíos, me parecía tan extraña la forma en que amaban a Dios; siempre me pregunté ¿cómo podían amar a alguien que nunca han visto?

Paso así mi adolescencia, una época difícil, de grandes cambios, y de grandes luchas, siempre con mis padres por detrás obligándome a asistir a las actividades comunitarias de la Misión de Jóvenes y, aunque trataba de esconder los calendarios de las actividades, de alguna extraña forma ellos siempre se enteraban de cada actividad.

Sucedió entonces en el verano 2006, supe que se realizaría un VEM (verano en misión, 40 días dedicadas a la formación y servicio) aquí en Monterrey. Confieso que jamás quise ir a ese evento, pero ahí estaba yo por obra del Señor; lo recuerdo todo a detalle.

En el retiro de apertura del VEM, oraron por mí, y después de tantos años de haber experimentado a Dios a través de descansos en el Espíritu y otras emociones fuertes, ese momento fue diferente, fue especial, fue solo Dios y yo, no pasó nada extraordinario, solo fue Dios mostrándose ante mí no con un amor sentimental, sino con una consciencia real de que Él estaba conmigo.

En ese momento mi vida cambió. El Señor quitó la venda que había en mis ojos, y me hizo ver las grandes cosas que había hecho por mí a través de mis padres y del ambiente comunitario; fue ese momento en el que yo personalmente decidí por Dios, decidí seguirlo; fue en ese momento en el que pase de ser hija de comunidad, a ser hija de Dios.

Han pasado ya 3 años desde que me encontré con mi Señor, momento que aún conservo en mi corazón. 

He pasado por momentos muy difíciles en este tiempo y por grandes baches, pero a pesar de las tormentas y olas que azotan mi vida, yo estoy convencida de que Dios es lo único por lo que quiero vivir. Quiero vivir luchando para Él, para un día contemplarlo y alabarle eternamente. Por cierto, nunca subestimen a un hijo de comunidad.


jueves, 3 de agosto de 2023

LA VIDA COMUNITARIA NO ES UN ESTILO DE VIDA, ES MI VIDA


Jose luis y Minerva de Mendoza



 ¿A dónde iremos, Señor?

José Luis Mendoza Domínguez

Mis primeros contactos con la comunidad Jésed se dan por el año de 1990. En ese entonces trabajaba con varios hermanos de Jésed. Yo aun no conocía nada de la comunidad pero anhelaba reavivar la llama que se encendió en mi primer encuentro con Cristo, y buscaba dónde pudiera darse esto. Fue así como un día Adán Gómez me invita a un curso de iniciación

Fue en la misión donde me encontré nuevamente con aquel amor del Señor que había experimentado tiempo atrás. Todo se dio muy rápido para mí: al cabo de año y medio (1991) de estar participando en la misión somos invitados a comunidad jésed, pero aun no era el tiempo, por lo cual no aceptamos la invitación. Ese fue el último retiro de invitación en cinco años.

Para 1996, año en que se vuelve a hacer el retiro de invitación, ya anhelaba ser invitado y así fue. Entramos a comunidad en ese año y así el Señor empezó a formar a su discípulo. Junto con la emoción de estar viviendo este llamado estaba lo que el Señor quería hacer en mi vida: 1996 la operación de columna que tuvo que enfrentar mi esposa. Fue en esta situación donde nos dimos cuenta de lo que era el apoyo de los hermanos, ya que estuvieron con nosotros en todo momento; 1998 me despiden de mi trabajo y durante 3 años no tuve un trabajo con un ingreso fijo; nuevamente los hermanos muestran su apoyo tanto espiritual como material.

Estos sucesos fueron destruyendo mi orgullo y mi soberbia, haciéndome conocer cuánto necesitaba del Señor y de mis hermanos, lo que me preparo para recibir con humildad la guía de mis responsables pastorales. Y así, por una recomendación de mi RP y por medio de un hermano, pude conseguir un trabajo estable; era el año del 2001.

A pesar de todo esto el Señor actuaba con fuerza en mi vida y asumí mi compromiso con seriedad, lo que me llevó a que en medio del Jubileo de los veinticinco años de nuestra comunidad (2004), pudiéramos firmar, tanto mi esposa como yo, la alianza de nuestro Compromiso Solemne. No podía creer lo que estaba viviendo: con apenas ocho años de vida comunitaria el Señor tomaba mi vida para Él y me incrustaba en esta porción de su pueblo; y aun recuerdo la palabra que Él me repetía en mi oración personal todo ese año: "Y a dónde iremos Señor, si sólo Tú tienes palabras de vida eterna".

Hoy mis dos hijas mayores están en el Sector universitario, la menor en el programa de niños y nosotros sirviendo al Señor como Responsables Pastorales y como Evangelizadores en MCM. ¿Qué más le puedo pedir al Señor? Por eso no me canso de repetir: PARA MI LA VIDA COMUNITARIA NO ES UN ESTILO DE VIDA, ES MI VIDA, porque no me veo en otra parte.

Le doy gracias al Señor por su misericordia, a los fundadores de la comunidad por su respuesta generosa al Señor, a los coordinadores por su servicio y a mis Responsables Pastorales por su paciencia, porque sin todos ellos no formaría parte de esta obra maravillosa del Señor. Amén


miércoles, 2 de agosto de 2023

Mi Dios, mi Señor y mi Padre

 

Clamor y confianza en Mi Dios, mi Señor y mi Padre

Por María de la Luz Martínez de Rodríguez

¿Cómo no agradecerte por ese amor infinito e incondicional que me has mostrado toda mi vida, aún cuando antes no te conocía? ¿Cómo no agradecerte por haberme escogido?, por haber puesto tu mirada en mi, pues ahora siento que siempre estuviste cerca de Mí y me cuidaste.

Cómo no agradecerte por haberme llamado, cambiado y transformado mi vida, pues antes de conocerte, yo vivía en la oscuridad, pero me fuiste mostrando poco a poco tu luz.

y Cómo no agradecerte que, a pesar de las pruebas, sufrimientos de pasar por valles de sombra como fue la muerte de mi amado hijo Jorge, Tú me sostuviste y me diste la paz, la fortaleza y la aceptación de tu voluntad para seguir adelante.

Como no agradecerte si a través de tu Palabra Tú me fuiste anunciando Tu voluntad y, aunque en ese momento no lo entendí, pues días antes de su partida, Tú me mostraste claramente en el Salmo 91, 14 "Yo lo pondré a salvo, fuera del alcance de todos, porque el me ama y me conoce. Cuando me llame, le contestaré ¡Yo mismo, estaré con él! Lo libraré de la angustia y lo colmaré de honores; le haré disfrutar de una larga vida ¡Le haré gozar de mi salvación!".

Pero yo en ese momento no logré entender plenamente el significado de tus palabras, pues pensaba que todo esto se lo ibas a dar en esta vida. Después, cuando sucedió, mis ojos se me abrieron y vi con claridad que Tú, Señor, me estabas preparando para sufrir esa pérdida, dándome la confianza y la seguridad de que Tú ibas a estar con él, que no lo ibas a dejar ni a abandonar en esos momentos tan difíciles para él; que tu presencia iba a estar con él y así fue, pues en ese momento tan doloroso de su vida, él clamó a Ti, dejando como testimonio las huellas de su mano ensangrentada en su Biblia.

No me rebelé, no te reclamé, solamente pude reconocer que Tu eres soberano y que nuestras vidas te pertenecen, y te lo entregué con todo mi corazón y exclamé como Job 4, 21: "El Señor me lo dio y ÉlI me lo quitó ¡Bendito sea el nombre del Señor!" . Job 42, 5: Hasta ahora, solo de oídas te conocía, pero ahora te veo con mis propios ojos" .

Cómo no agradecerte, como dice tu Palabra en Santiago 2: Ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando se vean sometidos a pruebas de toda clase. Pues ya saben que cuando su Fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento. Pero procuren que esa fortaleza los lleve a la perfección, a la madurez plena, sin que les falte nada".

Este es mi testimonio de amor, misericordia y fidelidad del Señor para mi vida; para ÉI sea el honor, la gloria y la alabanza por siempre. Amén


martes, 1 de agosto de 2023

Vida misionera como matrimonio

Claudia y Sergio Quinto
Claudia Lorena Balboa de Quinto y Sergio Quinto


Vida misionera como matrimonio

Gloria a Dios por esta oportunidad de compartir con ustedes, nuestros hermanos de Jésed, la aventura vivida de la mano del Señor y cerca de ustedes, aunque espiritualmente.

En una anterior florecilla compartí con ustedes como nos llegó la invitación de ser una pareja misionera en la zona sur de la Región Iberoamericana (RIA, y que es parte de la asociación de la que es parte Jésed). Y ahora en ésta, glorifico al Señor y proclamo su fidelidad y providencia en estos casi 2 años.

Llegar a Ecuador realmente fue más allá de lo que imaginamos en todos los aspectos. Aun cuando nos habíamos preparado mentalmente para este nuevo estilo de vida, el estar "viviéndolo" fue difícil. Hago un paréntesis para decirles que la comunidad de Quito, "Jesús es el Señor", nos acogió increíblemente: abrieron sus puertas, sus corazones, sus vidas; nos regalaron su amistad y hermandad. Pero a lo que me refiero de difícil fue enfrentarnos a lo que ya sabíamos se iba a presentar: el cambio de estilo de vida. 

Acostumbrarnos al uso del transporte público; aprender a aceptar lo que ahora teníamos que era diferente a lo que tuvimos: casa, muebles, espacio, capacidad adquisitiva... con menos posibilidades que antes, donde las "salidas" y las "compras" ya no podían ya no serían parte común de nuestra vida, fue complicado. Además, la distancia física de nuestros amigos, familia y hermanos.

Aunado a todo este cúmulo de nuevas experiencias: un ajuste en nuestra vida matrimonial. Cuando llegamos a Ecuador, nuestro matrimonio había sentado las bases, el pastoreo, la vida juntos, acople establecido, en fin. Pero ahora era un "estilo de vida diferente": estar juntos todo el día, compartir tareas del hogar, ajustarnos a un presupuesto mucho menor, etc.

Había otras cosas que trabajar y unificar. Y por supuesto, la cultura. Diferencias culturales que al principio no comprendíamos y nos afectaron.

Entrega, lágrimas, y risas fueron de la mano. ¡Ah! Pero eso sí, también abundancia de bendiciones. El Señor nos había prometido que en todo este tiempo estaría cerca y ¡vaya que lo estuvo!

El Señor nos llevó de su mano. Nos mostró su amor en los pequeños detalles: nos sorprendió con regalos espirituales y materiales (por ejemplo: aquel helado que tanto se me antojaba y de pronto, zas, un matrimonio de la comunidad nos invitan a tomar ese helado; o esa palabra de aliento que necesitábamos y nos llegó; nos regaló una casa abrigadora y llena de "detalles" de muchos hermanos, pues hicieron donaciones para amueblarla).

Nos regaló casi dos años de retiro espiritual juntos, compartiendo nuestras vidas. Nos hemos conocido en otra faceta y hemos aprendido a vivirla en plenitud, con los retos que ello ha implicado. Y esto no es más que la fidelidad de Dios patente en nuestra vida. El Señor usó su paciencia y misericordia con nosotros, regalándonos esta oportunidad.

El estar de misioneros nos ha regalado un tiempo increíble de vida de oración: sentarnos sin prisa a los pies del Señor para escucharle. Escrutamos su Palabra, la degustamos, la saboreamos.

Nuestra visión de la vida comunitaria se ha fortalecido. Ahora nos vemos como parte de una comunidad internacional (que aunque ya lo sabíamos) ahora lo vivimos. Las comunidades de Sudamérica, ya no son más un puntito en el mapa de la EDE, ahora son un rostro, un amigo y hermano que lucha hombro a hombro en diferente trinchera. El llamado se afianza y se expande.

Lo que para el mundo pudiera resultar una "perdida de tiempo", o un "suicido profesional" (como algunos compañeros del trabajo de mi esposo le dijeron), Dios la ha transformado en una bendición y en un llamado.

Esta aceptación total de Su voluntad ha permitido que acojamos a los jóvenes en nuestro corazón y en nuestra casa. Dios ha sido infinitamente bueno y nos ha regalado "hijos" brechistas que han llenado nuestras vidas.

Otra bendición que Dios nos regaló en este tiempo fue compartir en plenitud con los jóvenes sus retos, sus sueños, sus luchas, su querer ser santos. Vivir eso, hermanos, escuchar a los jóvenes gritarle al mundo que quieren ser santos y apartados para el Señor, eso, eso sí que es un milagro diario que Dios nos permitió ser testigos en primera fila. ¡Jóvenes dispuestos a vivir el llamado en plenitud, no a medias, con todo lo que implica, listos para pagar su cuota de sangre!

Hemos palpado de primera mano Su Providencia en todo sentido, ahí ha estado el Señor mismo, no nos ha faltado lo necesario (y nos ha sorprendido con mucho). Como mi esposo lo dice, el saldo es más que positivo.

¡Ha valido la pena este tiempo! Nuestro Señor ha superado nuestras expectativas. Vivimos en El y para El. Nuestras vidas son suyas, a El le pertenecen y es El quien tiene nuestro futuro en sus manos.

A É1 la gloria y la honra por los siglos de los siglos.



Dame una oportunidad Señor

Testimonio de Esmeralda Parra
Esmeralda Parra de Hernández


Dame una oportunidad Señor, quiero vivir.

El día 4 de septiembre del 2008 caí enferma de una alergia llamada urticaria: me llené de unos granitos muy pequeñitos, mucha hinchazón y comezón por todo el cuerpo y un mareo constante. Esto era  aparentemente inofensivo y sencillo.

Fui con un Médico Alergólogo Pediatra, el cual me indicó 1500mgr de cortisona en menos de una semana. Mi cuadro empeoró, pues ese día en la noche yo sentí que me moría; me entumeció todo el cuerpo y la infección que se presentó como una simple alergia había tomado mis órganos poco a poco: primero fue el riñón, luego ojos rojos como si tuviera sangre en ellos, hígado, cabeza, oídos. Los padecimientos se presentaban día a día.

El caso pasaba de un doctor a una inmunóloga alergóloga a la que el caso se le salió de las manos, pues mi estado empeoraba y me remitieron con un médico internista, el que tomo la batuta en el caso y me descubrió una fístula en la encía donde me practicaron una endodoncia mal echa hace 5 años o que quizás no me cayó bien.

Entonces me mandó hacer estudio de biometría hematina completa donde salía mi sangre con una infección muy fuerte arriba de los límites marcados. La infección había tomado casi todos mis órganos: el riñón ya sangraba, el hígado estaba muy lastimado por tanta cortisona, la que me quitó literalmente toda la pared de defensas en mi organismo; el doctor no sabía a ciencia cierta qué infección tenía o qué enfermedad era realmente.

Lo que sí recuerdo es que me preguntó -¿Tienes hijos? -. Respondí Sí, tengo dos de tres y cinco años-, a lo que respondió -Pues no te vas a morir; por ellos que tú no te puedes morir, tienes que luchar y poner mucho de tu parte para salir de esto.

Y empezó mi calvario. Empecé a sentir dolores articulares y me movía con dificultad. Aun así me realizaron una cirugía bucal para extraerme la fistula y con ella, que gracias a Dios fue un éxito, los doctores creían que esto mejoraría. Pero no fue así, días después de la cirugía perdí movimiento en todo mi cuerpo y no podía caminar, me dolía mucho cualquier movimiento que realizara.

En esos días acababan de iniciar el ciclo escolar y mi niña de tres años iniciaría por primera vez en el kínder. Ella iba en las mañanas a verme para peinarla al ir al colegio. Cuando no me pude mover me lloraba a orillas de la cama y me decía -Péiname, mamita por favor péiname-, y yo con las manos sin poder moverlas. Ahí le entregaba ese dolor a Jesús y le decía -Yo también te acompaño en tu calvario por esos clavos que un día te pusieron en tus manos. Toma mi dolor--. También me acordaba de la virgen María y le decía -Toma mi corazón de madre, mi dolor, como tú cuando no podías ayudar a Jesús en su calvario y lo veías sufrir-.

Dios me dio un regalo especial vino mi mamá a cuidarme. Ella vive en Acapulco y sirve al Señor allá. Cuando me trataba de levantar para caminar, recordaba cómo me enseñaba a caminar de bebé o cuando me vestía, pues yo no podía, y valoré todo, hermanos, todo hasta el mas pequeño movimiento de mi cuerpo: el poder servirles a mis niños el desayuno o a mi esposo, el lavar los baños o el servicio mas insignificante en la casa tenía más sentido ahora; y todo se lo ofrecía a mi Jesús que me acompañaba en este camino.

El pediatra de los niños contactó a Juan Pablo mi esposo y le dijo que nos había conseguido una consulta con una reumatóloga inmunóloga, pues esto ya estaba cada vez más difícil. Ella me examino y me mandó a hacer estudios. Me diagnosticó "CitomegaloVirus" . Me dijo que era mortal, terminal.

Yo regresé muy deprimida. Mi madre me dijo -Recuerda que la última palabra la tiene Dios-. Estando sola en la sala me dejaron sentada cerca de un cuadro de Jesús y María, y como pude me arrojé al piso, me postré y le pedí al Señor misericordia. Tenía mi bolsa con unas monedas y las arrojé al piso y le dije Señor, yo no quiero dinero, nunca te he pedido cosas materiales, solo te quiero a ti Señor, solo te quiero a ti. Déjame vivir para mis hijos, que son tus hijos. Tú sabes que los estoy formando para tu gloria. Mi madre me encontró en el piso orando y me acompaño a orar, después me llevó a la cama y me realizó una oración de sanción.

Yo creo que el Espíritu Santo, junto con las oraciones de mi madre, de muchos hermanos de la Comunidad Jésed, de algunos de ellos que habían ido a tierra Santa, la de mi familia y las de la Comunidad Betania en Acapulco, las escuchó y caí dormida por unas horas.

Cuando desperté, me di cuenta que me podía mover, me pude sentar yo sola y sin tanto dolor, pude mover las manos. Ahí empecé a ver un milagro en mi vida. El médico internista, al conocer el diagnostico de la doctora inmunóloga difirió y nos recomendó que hiciéramos caso omiso.

Me dijo te vas a recuperar, va a ser lento pero vas a salir. Yo le comenté que vivíamos en el Señor, en una comunidad católica, que estaba recibiendo mucha oración de intercesión que estaban haciendo aquí en Monterrey como en la comunidad de Acapulco, pues mis hermanas estaban intercediendo allá por mí, y me dijo -Es la fe y sonrió-.

De ahí continuamos evolucionando, para el mes de noviembre yo ya caminaba y recuperé la movilidad de mi cuerpo, los estudios continuaron cada 15 días y después cada mes la infección poco a poco iba cediendo hasta llegar a los niveles normales en mi sangre. Todavía continuó con algunos rezagos de la enfermedad, mi recuperación ha sido lenta, pero si mi animo por servir al Señor en mi familia en la comunidad y en mis hermanos esta en pie.

Doy Gloria al Señor por haberme mostrado su gran amor en mis hermanas de grupo y sector que me apoyaron con refrigerios para mi familia en todo este tiempo, a mi madre que fue ese gran instrumento de Dios, en mis niños que eran lo que me animaba a seguir luchando, en mi esposo que fue Jesús el que lo llenaba de su amor y su fuerza para sostenerme a mí.

Gracias por este llamado a vivir comunidad

Por tener este pueblo que Tu haz formado por amor. Te amo Señor Jesús

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