lunes, 2 de octubre de 2023

Inicio de Misiones de Semana Santa en la Sierra de Santiago

Javier Segovia con Jóvenes de la Comunidad Jésed en Misiones de Semana Santa
Javier Segovia (Izq), con un grupo de Jóvenes en Misión.

Misiones de Semana Santa en la Sierra de Santiago

A Finales del Año 2005, por la relación con el Padre Julio Leal nos pide apoyemos para ir de Misiones de Semana Santa en el 2006 a la Sierra de Santiago. 

Con mucho entusiasmo empiezo a buscar en Comunidad Jésed apoyo, me pidieron hablara con con el siervo de la palabra Fernando  Ayala, seguro con la Misión de Jóvenes se podrá hacer. 

Empezamos a planear las misiones y se acerca la fecha, el lugar será Ciénega de González, haremos equipo con un grupo de profesionistas, Jesús Luz de Vida y allá vamos un total de 25 personas de Jésed y 15 de Jesús Luz de Vida. Como lideres de la misión fueron  Luis Arce e Israel Martínez y Samy Samaniego y Livier Velazco. 

¡Hermanos! el Señor se derramó abundantemente en esta Misión, tuvimos una gran relación entre nosotros y con la gente del pueblo y con los turistas que estaba ahí... El Señor hizo maravillas. 

Después de este inicio El Señor nos mostró un camino de misión que sirviera a nuestros hijos de MJ y MCU

Han sido ya 15 años de Misiones en diferentes lugares donde hemos visto pasar a muchos adolescentes y jóvenes y que todos ellos han sido tocados por el Señor. 

Además de Ciénega de González, hemos visitado muchos otros lugares como:

San Juan Bautista

Laguna de Sánchez

Tejocote

La Peñita

Cañón del Álamo

Allende

Los Herrera

Vaquerías.


Y en todos los lugares El Señor se hizo presente cuidándonos, acompañándonos, bendiciéndonos, no hay palabras para describir la forma en que nuestros hijos se entregan al servicio y el amor que muestran a las personas de donde vamos.

Estoy muy agradecido con Dios por todas las bendiciones recibidas.

Que Dios nos permita muchos años más de misiones para poder dar a conocer su evangelio y que todo sea para su Gloria.


Boletín de la Biblioteca Pablo de Tarso


De un Boletín Para Los Chavos a el Boletín de la Biblioteca Pablo de Tarso.

Por Guillermo Rodríguez Macías

Cuando David Mijares llegó a servir al Sector Universitario de la comunidad Jésed en 1991, y por fin Arturo Valdéz, Luis Prieto y otros hermanos casados podían empezar a dedicarse a otros servicios, Carlos González, de Tampico, quien estudiaba en la Facultad de Físico Matemáticas de la UANL, publicó en ese Verano un par de boletines con mucha creatividad, pero después no hubo más.

Guillermo Jaime "Willys One" Rodríguez Macías se acercó a Carlos, quien había sido su primer responsable en MCU y luego en el Sector Universitario, para ofrecerle ayuda, pero Carlos ya estaba imbuido en otros servicios y no tenía tiempo para publicar un boletín. ¿Puedo tomarlo yo por completo? quiso saber Willys. -Por supuesto, hermano -le respondió Carlos, y Willys lo tomó por completo y en serio.

A partir de ahí, se comenzaron a gestar otros proyectos, pues Carlos González era también el encargado de la Biblioteca de MCU-. Pero déjame decirte que es una friega y a lo mejor no encuentras quien te ayude -terminó expresando su propia experiencia.

Así que, empezando con una hoja de máquina cada mes, y con la ayuda, a través del tiempo, de muchos hermanos como Mayela Sepúlveda, Francisco Morales, Fabiola Nahás, Ruby González, Lily López, Marcel Ruiz, Olga Zamora, Paco Ricárdez de Acapulco, Adolfo Sibaja, Daniel Aragón, y muchos otros, el Boletín de MCU se convirtió en el Boletín de la Biblioteca Pablo de Tarso (BBPT) para promover la lectura, y llegó a tener 16 páginas, imprimirse a colores en imprenta, alcanzó varias comunidades y este servicio duró más de cuatro años initerrumpidos.


Gracias a Dios.


sábado, 30 de septiembre de 2023

Ten tus delicias en el Señor y él dará lo que pide tu corazón

Diana Garza nos comparte su testimonio de confianza en Dios
Diana Garza y sus hijos


El Regalo de Dios


A principios del 2002 comencé a salir con el que ahora es mi esposo, José Alfredo Hernández Cruz. El primer día que salimos pusimos las cartas sobre la mesa y yo le dije -Mira, yo me encuentro así emocionalmente, últimamente de salud no he estado bien porque de chica...- y pos él no se quedó atrás. También me leyó su cartilla de vacunación, entre las cosas que me dijo es que quizás no podría tener familia. Me llamó mucho la atención que me dijera eso.

Después de un tiempo le pregunté al Señor qué quería que hiciera, porque mi mayor deseo era tener hijos y José me agradaba un chorro, pero él no podía tener familia. Comenzamos a andar el tercer fin de semana del mes de Abril, pero yo todavía con dudas.

El último fin de semana del mes de abril del 2002 estuvimos en Tampico. Ahí conocimos a una pareja, ellos tienen una niña de nombre Ruth, el cual significa "Regalo de Dios". Cuando supe el significado del nombre le pregunté a la señora si batalló para encargar familia y ella me dijo -Yo no puedo embarazarme porque desde muy chica he padecido de quistes en los riñones, pero haciendo mucha oración logré embarazarme, y durante mi embarazo no dejamos de orar. El embarazo lo pasé muy bien, después de que Ruth nació a mí me dio una calentura muy fuerte que me duro 15 días. El doctor me dijo que si esta calentura me hubiera dado antes del nacimiento de la niña, me hubiera pedido que abortara. Vi una fe tan grande en ella que me di cuenta que este matrimonio sin tener la enseñanza que nosotros tenemos, ellos tienen su oración diaria y una docilidad muy grande al Señor.

Conocí a otra mujer, ella con dos niñas, la mayor de unos 12 años, pero la señora tenía diecisiete años de casada; me llamó mucho la atención. También le pregunté si había batallado para encargar familia y ella platicó que tuvo cuatro abortos, todos antes de los seis meses. Ella tenía miedo de no poder tener hijos y se aferraba a ese deseo de ser mamá. En su cuarto aborto, en ese momento ella llorando le dijo al Señor Si no quieres que sea mamá no permitas que me vuelva a embarazar-. Después se volvió a embarazar, y tenía mucho miedo de volver a abortar. Un día fue a confesarse y le comentó al padre que ella tenía mucho miedo; después otro día fue a Misa y estaba celebrando este mismo padre y dijo Pase al frente la mujer que tiene miedo, ella se dio cuenta que se referían a ella y pasó al frente. El padre le puso agua bendita en su vientre y oró por ella. A partir de ahí, ella sintió mucha paz el resto de su embarazo y así nació su hija mayor.

Ella misma también servía en un coro con otras señoras, agregaron misas en la iglesia y el padre las separó de dos en dos y los asignó en diferentes misas. A ella le tocó la misa de niños y tenía que formar un coro de niños. A ninguna les gustó la idea que las separaran; a ella le molestó que la pusieran en un coro de niños, pero pensó -Bueno, si Dios quiere que le sirva aquí, pues yo le sirvo, aunque no me guste-. Ella comentó que ahora disfruta mucho su servicio con los niños, que sí extraña a las señoras del coro pero ella ya no dejaría a los niños.

Vi la sencillez en estas personas, su docilidad, su entrega. Me di cuenta que muchas veces uno lucha en contra de la voluntad de Dios y no disfrutamos nuestro servicio y por lo mismo no somos felices por completo, porque no hemos aprendido a hacer la voluntad del Señor, no hemos aprendido a ser barro suave, el entregar nuestro más grande deseo, nuestras preocupaciones; el Señor se encarga de lo demás.

De regreso a Monterrey, me dormí un rato y se me vino mucho a la mente el salmo 37, versículos 4 y 5 que dice "Ten tus delicias en el Señor y él dará lo que pide tu corazón". Me desperté y busqué en la Biblia, y se me vinieron mucho a la mente estas personas: ellos entregaron sus Delicias al Señor y Él les ha dado lo que su corazón ha deseado. Cuando la segunda señora le entregó su maternidad al Señor, Él obro. Tuve mucha necesidad de escribir, y salió esta oración:

Señor enséñame a ser barro, enséñame a ser barro y moldéame a ti, enséñame a ser barro y a amarte más. Señor veo la sencillez de los que se hacen barro y se dejan formar por ti, enséñame a ser barro por esa sencillez.

Señor mío, me has permitido conocer el barro en tus hijos a quienes Tú les has dado la paz, a pesar de que desean tener un hijo y no pueden tenerlo, sino hasta después de que aprendieron a ser barro, que se dejaron moldear por ti; Tú les concediste esa bendición. Yo quiero ser barro suave y quiero que Tú seas mi alfarero.

Cuando fuimos al encuentro de novios (nov. 2002) José quería terminar con la relación porque no me podría dar hijos. Yo le dije: Te amo y sé que cuando seamos los dos que confiemos en el Señor, Él va a obrar.

Si tú y yo terminamos ahora Dios no va a poder obrar en ti. Tenemos que estar juntos, porque te amo. Yo sé a lo que voy al casarme contigo, pero también sé que el Señor es poderoso y Él puede obrar, y sé que lo va a hacer, no sé cuándo, pero lo va a hacer, solo es que los dos tengamos nuestras delicias en Él, para que Él pueda obrar.

El 6 de noviembre, en nuestra última asamblea de solteros el Señor me dijo que en menos de un año Él nos daría carro y casa (no teníamos nada de eso, ni ahorros). El 8 de noviembre de 2003 nos casamos, a los 6 meses de casados el Señor nos regala el carro y en mi cumpleaños nos enganchamos con la casa; ambas cosas se dieron tan fácil en el mismo mes.

Al mes de instalados en nuestra casa tuve mucha inquietud por una capilla cerca, por misas cerca, por catecismo, pues no había nada. Fue un celo que me entró que comencé a servir al Señor por esta misión, más que nada por las misas en la colonia. A la semana de haber iniciado empezó la turbulencia, empezó la guerra; en este tiempo sentí mucho del Señor que al terminar con esta misión Él me daría lo que mi corazón anhelaba, que era tener un hijo. Fueron tres años y medio que fui perseguida, amenazada etc., por causa del Señor. Viví las bienaventuranzas que dice la Biblia; fue un tiempo en que José también fue transformando más su corazón.

En junio de 2005 fuimos a una misa de sanación al Uro, ahí hicieron una oración especial por las parejas que no podíamos tener familia: nos dieron agua a beber, que era de Belén, y nos dijeron que rezáramos el Rosario juntos o a la misma hora, y que a más tardar un año estaríamos esperando un hijo.

En este tiempo un hermano que se acercó a orar nos dijo que el Señor nos daría un hijo, que pronto me embarazaría; esto fue en la primera asamblea del mes de agosto del 2005. En octubre del mismo año tuve un embarazo químico. ¿Cómo? No entiendo, pues tuve un retraso como de tres semanas, me hice la prueba de embarazo de sangre y el resultado fue negativo. Al rato me habló la química al celular para decirme que había aparecido otra línea que indica que es positivo, pero ella dudaba del embarazo porque tardó más de lo normal, que me hiciera el estudio dos días después para salir de dudas. En el estudio salió una línea muy marcada y la otra tenue, no me aseguró nada la química. Cuando me vio la doctora me dijo que hubo un óvulo y hubo un esperma que comenzaron su fecundación, pero el esperma murió antes de terminar este proceso, el cerebro lo tomó como embarazo y por eso el retraso y la confusión del estudio, pero no hubo vida. Fue cuando comenzamos a ver a médicos.

En marzo del 2006 a José le hicieron una biopsia testicular, los médicos dijeron que no había nada por hacer. Fue un tiempo de mucho dolor para los dos, no nos explicábamos de ese embarazo químico, pero muy dentro de mí empecé a sentir que el Señor obraría, solo que teníamos que entregarle por completo nuestro deseo los DOS, porque somos una sola carne, y si yo le entregaba mi deseo por completo y José se lo entregaba de ratos, entonces el deseo estaba a medias; que él se lo entregara por completo y que no fuera un deseo al 50%, el Señor quería TODO.

Después de intentar adopción y seguir en incertidumbre, yo entré en una depresión de mucho dolor; José también lloró mucho. Esa semana precisamente él tuvo horario de oficina y pudo ir a misa a diario y al Santísimo; yo me la pasaba orando casi todo el día, de momentos a llorar, sin comer, muy dolorosa. Mi mamá me habló el martes y me dice: Fíjate que preguntó por ti, que si ya te habías embarazado y le dije el problema, y me pasó los datos de un doctor que es muy bueno. Pues resultó que era el mismo con el que habíamos ido, me puse a llorar en el teléfono y le platique a mi mamá lo que pasaba. Sentí que esa era parte de la respuesta. José llegó a la casa, le comenté y se puso a llorar y le dije ¡Esta es la respuesta! -. Él dijo Es tu respuesta-. Él estaba arriba y recibí una llamada: era la señora, mi amiga, que me preguntó cómo estaban las cosas y le platiqué, y me dijo -Si tu esposo acepta, mi esposo y yo nos hacemos cargo de la mayoría de los gastos de ese tratamiento. Me puse a llorar con ella y le pregunté por qué lo hacía, y me respondió que ella hubiera querido que hubiese existido la tecnología que hay ahora y que alguien la hubiera apoyado. Voy con José y le dije lo que me comentó la señora, y se puso a llorar, y dijo -Esa no es mi respuesta, es tu respuesta--. De ahí comencé a tener mucha paz, le dije al Señor -Es mi respuesta, ahora dale su respuesta, si Tú quieres que se haga. Háblale, yo estoy en paz con tu voluntad-. El domingo en la asamblea el Señor le habló a él, le dijo que tomara los medios y los recursos que Él provee para hacer su obra. El aceptó. Esto fue en diciembre del 2006.

Yo empecé a sentir que pronto se arreglarían las cosas referente a la misión. En enero justamente se empezaron a acomodar las piezas. Para catecismo la gente se empezó nuevamente a acercar, se volvió a formar un equipo de trabajo, logramos que entraran a servirnos los franciscanos a la colonia y a partir del primer sábado de Pascua comenzaron las misas en la colonia, y les dije a los del equipo que mi tiempo ya estaba terminando; solamente faltaban dos cosas: embarazarme y quién se quedaría en mi lugar.

Una semana antes de Semana Santa del 2007 tuve un dolor muy fuerte en mi vientre, tuve un sangrado que me duró un mes. Al parecer fue otro intento de embarazo que no llegó a vida, lloré mucho. El día que se celebraría la Pascua en la Comunidad (y las famosas hamburguesas de Pe- pone el Grande) en la Asamblea de repente me abraza una hermana que no supe de donde llegó, ni sabía cómo se llamaba ni qué sector era y me dice -Este es un abrazo del Señor y te quiere decir vienen tres niños en fila , y le dice a mi esposo -y tú no te preocupes por lo económico, que entregándoselo al Señor nunca les faltará nada a tus hijos: Yo siempre proveeré"-.

Quince días después, en la siguiente asamblea yo ya estaba embarazada, pero no lo sabía. Oraron por las hermanas que no podíamos encargar; esto fue en mayo, yo me enteré de mi embarazo 15 días después.

Nos gozamos mucho en el Señor mi esposo y yo por el gran regalo que nos dio, nuestro hijo se llama José Natanael. José por san José y Natanael porque significa "Regalo del Señor". Nació el 2 de febrero del 2008, día de la Candelaria, Virgen de San Juan, Virgen de Zapopan, Virgen de Santa Anita. Esta última toda mi familia la venera y fue la que promoví en el tiempo de misión.



viernes, 22 de septiembre de 2023

Calculando impuestos de la mano del Señor

 

Esther Pérez de Sánchez comparte un breve testimonio de confianza en Dios
Esther de Sánchez

Cuando confiamos plenamente en Dios, Él supera nuestras expectativas


En una ocasión, en la empresa de Gustavo y Manuel, calculaban la cantidad a pagar de impuestos y no les alcanzaba para pagarlos.

Entonces el contador, una vez más, les insistió en que compraran facturas, que total todo el mundo lo hace y eso les ahorraría mucho dinero a pagar.

Pero ellos, que nunca lo han querido hacer, aunque les tentó la necesidad, se mantuvieron firmes y decidieron pagar lo que correspondía aunque tuvieran que endeudarse para hacerlo. Y se encomendaron al Señor, que nunca los ha dejado de su mano.

Después de tomar esa decisión, el contador encontró unos números que no había tomado en cuenta y que compensaban exactamente la cantidad a pagar, con lo cual el pago quedó en CEROS.

¿No es maravilloso el Señor? Para Él no hay imposibles. Cuando confiamos plenamente en Él, El supera nuestras expectativas.


No hay gloria sin sufrimiento


Testimonio de conversión de Luis Manuel Saez
Luis Manuel Sáez



No hay gloria sin sufrimiento


Nací hace muchos años en una (entonces) colonia española en África: en la Guinea Ecuatorial. ¡Quién le hubiera dicho entonces a mis padres que un buen día sería, además, mexicano por adopción! Mi infancia transcurrió entre Guinea y la Península Ibérica, y mi adolescencia la viví apartado de los caminos del Señor, por resumidas cuentas.

Conocí al Señor allá por mayo del 77, en la ciudad de San Sebastián, en el País Vasco español. Por medio de un grupo carismático, tuve mi encuentro personal con Jesucristo como Salvador. Poco después recibí el Bautismo o Efusión del Espíritu, que fue como si me cambiaran motor y carrocería y me pusieran alas para volar. Era un 'joven' nuevo, de apenas 20 primaveras de edad.

Años después, radicando yo en la Ciudad Condal, Barcelona, conocí a un sacerdote carismático mexicano que me fascinó (y me sigue fascinando todavía), el padre Rodolfo Villarreal, que fue el instrumento de Dios para que yo me viniera a Monterrey. Estuve viviendo un año completo con él (octubre del 81 al 82), hasta que le aconsejaron que me convenía 'salir de la jaula' e independizarme. El padre me dio una semana para encontrar un lugar en dónde vivir. Ni un día más. Fue entonces que por medio de un sacerdote español (el padre Hilario) que servía en la Parroquia del Rosario y que me remitió con su párroco , que conocí la Comunidad Jésed. Entré 'por la puerta de atrás' en casa de hermanos, y en seguida pasé a vivir por 7 años en 'casa de graduados.

Lo que nadie sabe, y fue algo que sucedió la noche anterior a mi partida de la casa del padre Rodolfo, marcaría mi vida con fuego acrisolante: Por primera vez, experimenté el dolor de arrojar piedras de los riñones. Fue una experiencia muy difícil. "No se la deseo a ningún enemigo", pensé entonces. Dios me ayudó y logré salir adelante, ahora ya en casa de hermanos.

Tres años después volvió a suceder lo mismo con las piedras. Nadie se dio cuenta, pues me pasé casi un día en tratamiento para el dolor, fuera de la casa de hermanos. Después de ello, esporádicamente sucedía que se me presentaba el mismo cuadro, pero por lo general no era gran cosa.

Hasta que Dios decidió apropiarse de mi miseria para realizar Su obra con mayor esplendor. No podía imaginarme la inmensa importancia que tiene el sufrimiento en la vida cristiana. Nuestra sociedad hedonista nos predica que, cuanto menos uno batalle o menos sufra, mejor. Pero la imagen del Crucificado me decía otra cosa. Por eso, debido a la necia dureza de mi corazón, a la multitud de mis pecados (que, por más que acudiera al Sacramento purificador y fuera perdonado, siempre resurgían en mí con renovada voracidad) y a la pesada losa de mis defectos, comprendí que el Señor tenía que hacer Su obra en mí a base de golpes, dolor y paciencia.

Como saben, me casé con la única mujer que sería capaz de soportar una carga semejante: Laura Irene López, la mayor de una familia maravillosa de Reynosa. Ella fue (y es) no sólo la luz de mis ojos, mi compañera ideal y 'la madre de mis pollitos' (como le decía yo sin saber que un día así sería); sino además una mujer fiel, sabia, santa y fuerte. Llegaron dos 'pollos' y una 'pollita' que alegraron nuestra vida... y así las cosas.

¡Esto es resumir!

En octubre del 98 se nos permitió tomar el Compromiso Solemne con la Comunidad Jésed, y un hermano (Jorge Márquez) profetizó que vendrían tiempos de tribulación. "Lo que Dios disponga", dijimos, que "Su gracia nos basta". Poco tiempo después, en abril del 99, inicié un doloroso proceso de `producción de piedras' y de una casi continua visita a hospitales. En total, entre esa fecha y septiembre del 2001, fui operado 11 veces. Hasta el presente, no he dejado nunca de producir mis 'pepitas de oro' como cariñosamente las bautizó un hermano muy querido por todos: Manuel de Urquidi, que ha sido para mí una enorme bendición.

Poco a poco, en medio de aquellos padecimientos (que, desde luego, no puedo comparar con los de otras personas, no es el caso), fui dándome cuenta de que, por ejemplo, cuando ya finalmente había arrojado la o las tormentosas piedras en turno (a las que siempre bautizo, por aquello de que dicen que duele como un parto: que si 'Roqueta', que si 'Petronila', etc.), sentía mi espíritu purificado, con una gracia y fuerza interior extraordinarias. Al poco tiempo, claro, mi carne iba venciendo de nuevo sobre mis sentidos espirituales.

Otra cosa que notaba es que esto de la purificación sucedía cuando ofrecía el dolor al Señor. "Que no se desperdicie ni un gramo" , me solía decir Luis Prieto, y así procuré que fuera. Un día lo comprendí plenamente e hice un pacto con el Señor, por el cual Él podía 'tomar' los méritos de mis dolores, sea cuales fuesen, sin necesidad de tenerle que decir 'te lo ofrezco' Esto sucedió en Urgencias de un Hospital del Seguro Social. Nunca me imaginé la enorme repercusión que ello tendría en mi vida.

Además, me di cuenta que a veces era tal la intensidad de los sufrimientos, que servían para interceder por las penurias de otra gente, y no pocas veces vi cómo Dios actuaba en favor de aquellos por los que ofrecía mis dolores. Actualmente, incluso, formo parte de una red de oración, de personas que ofrecemos nuestros sufrimientos por necesidades concretas.

Pero mi hombre exterior, esta tienda que es mi cuerpo, poco a poco se iba desmoronando.

Recuerdo bien que aquel 1999, a través del dolor, obtuve una fuerza impresionante para escribir varias novelas, la primera de las cuales terminé en tan solo 77 días, y que logró publicarse en una Distribuidora de Libros digital argentina. 'El Despertar de el Vigía' no fue ningún éxito en ventas, pero eso es lo de menos, pues lo importante era que había descubierto en mí una mina de la que quería extraer la mayor cantidad de riquezas posible. Resulta increíble que fuera el sufrimiento la fuente de la energía que me hizo escribir cuatro tomos (uno de ellos inconcluso), y actualmente estoy animado con el quinto. Aunque -debo decirlo-, ya no poseo ni la destreza ni la energía de ese tiempo tan especial.

El Señor permitió que conociera muchas y variadas formas de curación, O al menos de poder paliar el dolor producido por las piedras: Herbolaria, homeopatía, magneto-terapia (que me ha ayudado sobremanera), y hasta comer espárragos.

Como dije, mi cuerpo se fue haciendo cada vez menos fuerte y más achacoso; pero el hombre interior que hay en mí se fue elevando de gloria en gloria (no es presunción); pese a que sigo pecando, cuento con la gracia sacramental para volverme a levantar. Pese a la gran lista de defectos, y que a veces pienso que moriré con ellos, he sido bendecido por el Señor; primeramente con una esposa paciente y tierna; también por medio de innumerables hermanos de Jésed que muchas veces se han desgastado a sí mismos por ayudarme.

No pocas ocasiones me sentido en calidad de poco menos que 'inservible', en especial cuando las enfermedades parecían atacarme por todos lados y derrumbarme. Sé que para algunos esto es un signo de debilidad y de falta de carácter, y creo que algo hay de cierto en ello. Hay quien decía, empero, que mis sufrimientos eran preciosos ante nuestro Dios. Yo más bien pienso que son para purificarme. Hasta que hace poco se me apareció el Señor en sueños, justo cuando peor me sentía; justo en la época en que me estaba ofreciendo por mi hermano Sergio (que se moría de cáncer, pero que gracias a Dios y las oraciones del pueblo de Dios, sigue vivo y prácticamente curado), Jesús me dijo en ese sueño que mis heridas eran para Él como la más preciosa de las joyas, y otras cosas más que no vienen al caso.

Ahora sé que, aunque este hombre quizá no alcance grandes cosas en la vida, a través del crisol de la tribulación ha ido asemejándose a Él.

Quizá no haya mucho que esperar de él, pero por eso Dios le dio una familia de carne y hueso (esposa e hijos) y otra familia espiritual (Jésed y la Iglesia Católica), que son y serán su dicha ahora y en la eternidad.

Doy gracias a Dios por tantos hermanos que han orado y siguen orando por mí desde hace muchos años. Sin ellos habría estado casi solo ante la prueba. Recibí infinidad de muestras de afecto y de apoyo, incluso económico, y al día de hoy sigo viendo la mano de Dios acariciándome a través de Jésed. ¡Muchas gracias, sisters and brothers!

Aprendí, hermanos, que no hay gloria sin sufrimiento y le doy inmensas gracias al Señor Jesús por ello. 

Que a Él sea la alabanza hoy y siempre. Y también gracias al Corazón Inmaculado de Su Madre Santísima, pues sin Ella, de plano, no habría podido.

Encomiendo a cada uno de ustedes a la Madre y a la Santísima Trinidad.


jueves, 21 de septiembre de 2023

Edgar, El primero en todo.


Iván Vargas comparte su testimonio
Iván Vargas

Conocí a Édgar Garza por allá del año 1988, cuando él, junto con otros hermanos que estudiaban en la facultad de matemáticas de la UANL, llegaron a MCU en la conclusión de un seminario de Vida en el Espíritu, que ese día estaba concluyendo. 

Algunos de estos hermanos eran: Édgar Garza, Andrés Degollado, Hugo Santos, Olga Moreno, Laura Lozano, Carlos Alcorta y otros más que no recuerdo sus nombres. En ese día, fue la entrada de Édgar Garza Flores a nuestros ambientes. Con el paso del tiempo, empezamos a crecer bastante en nuestra relación de hermanos en la fe y de amigos, yo creo porque, quizás, me identificaba con él, porque aunque no era originario de Reynosa, venía de allá.

Empezamos a compartir muchas cosas juntos, por ejemplo, servir en MCU, vivir en la casa de hermanos "Tigres", ir a Reynosa, entre muchas cosas que Dios permitió que viviéramos.

Yo creo que donde más tuvimos relación es cuando él decidió (primero que todos) ser afiliado de los Siervos de la Palabra. Poco tiempo después, también nos afiliamos otros hermanos. Me permitió conocer más a Édgar, como su gran amor por Dios, por el llamado comunitario, su gran amor por los hermanos, su transparencia, su humildad y, sobre todo, su querer siempre ser el primero en decirle "Sí" a Dios en lo que Él le inspirara.

Con el paso del tiempo, en su proceso de discernimiento con los Siervos de la Palabra, descubrió que su llamado era el matrimonio. Después se casó con Berenice Ortiz, quien había tenido mucho contacto con nosotros en el servicio de MCU. Ya casados, tuve la dicha que Édgar y Berenice fueran los padrinos de bautizo de nuestro primer hijo David Iván.

Fue en aquel tiempo, que Dios me permitió servir a Édgar como su responsable pastoral, y nuevamente conocí su gran amor a Dios, a su pueblo, y a su esposa Bere, junto con los hijos que Dios les fue dando.

Apenas dos días antes del accidente donde Dios lo llamó a su presencia hace algunos años, recuerdo perfectamente que me comentó que estaba en paz con Dios, porque sentía que le había revelado el porqué Ángela María, su hija, se había enfermado.

En la noche del funeral, cuando lo estábamos velando y yo todavía me resistía a creer que Édgar ya no estaría "fisicamente" con nosotros, me acerqué a Berenice y, entre otras cosas, le dije que Édgar siempre quiso ser el primero" en todo desde que lo conocía, y que Dios le había permitido ser el primero de nosotros en ser llamado a su presencia.

En fin, humanamente, la vida sin Édgar no ha sido fácil por todo lo que vivimos con él quienes estuvimos cerca de él.

Mi esperanza y mi fe me consuelan en meditar que Édgar ya descansa y, sobre todo, está disfrutando de las delicias de la presencia de Dios, a Quien en su oración le decía que era su "fuego devorador" .

Agradezco grandemente a Dios por los años que me permitió compartir la vida con Édgar Garza, y le pido que también me dé la actitud de Édgar de "levantar la mano" y ser el primero.


lunes, 7 de agosto de 2023

El Colado


Gracias Dios por poner a Marco en mi camino para conocerte

Humberto Colunga

Había escuchado en alguna anécdota que algunas almas en el Paraíso no eran conocidas de San Pedro porque éste no las conoció al dejarlas entrar, sino que entraron por una rendija... dejada abierta por la Santísima Virgen... a través de sus intercesiones, por una gran misericordia. Lo creo, porque aquí en la Tierra pasa lo mismo, les cuento mi conversión.

Una buena mañana de 1991, antes de la comida, el Director del Centro de Calidad me llamó para entrevistar a un joven que tenía intenciones de hacer su maestría a través del programa de becas de asistentes, situación de la que ya estaba disfrutando yo.

Así dispuso el Señor que conociera a Marco Ulate, pues ningún asistente hacíamos entrevistas, y entre mi inexperiencia le pregunte qué hacia tan lejos de Costa Rica, situación muy común en el Tecnológico, pero su respuesta me dejó muy desconcertado: ¿cómo alguien daría algún tiempo de su vida para ayudar a un grupo en otro país?

Más aún, cuando Marco entró, el Dr. Pozo creó un proyecto y nos puso a los dos juntos para llevarlo a cabo, otra situación nada común en el Centro. Marco era intrépido, no esperó nada, aparte de evangelizarnos con su testimonio de vida, nos llevó a una asamblea de MCU. Yo quedé impactado, los demás no regresaron ni a las reuniones informales, pero por alguna razón seguí asistiendo sólo a las informales.

Así que el Señor dio un giro. Alguien llegó al Centro a invitarnos a "acampar" durante la Semana Santa de 1992, a lo que varios dijimos que sí; pero no era camping, eran misiones, a lo que ya no nos pudimos echar para atrás.

Durante esas misiones pude percibir que Dios nos rondaba, que el Rosario no era sólo para viejitas durante los velorios como había visto en Veracruz, pero quedé más impactado por el amor que nos mostraban en el campo.

A pesar de todo esto, no asistí al CNVC (retiro donde se presenta el evangelio y cuyas siglas significa "Curso de Nueva Vida en Cristo"), pero sí seguí asistiendo a las actividades informales, y entonces me di cuenta que Dios no solo rondaba, sino que vivía dentro de esos jóvenes universitarios, ¿Cómo era que yo no tenía lo mismo? Sí, había pecado en mi adolescencia, pero no dejaba de ir a Misa, me confesaba, trataba de ser buena persona, pero no conocía a Dios de esa manera.

Así que decidí buscar a Dios. Fui a un retiro fuera de la Comunidad, empecé a documentarme y a estar cerca del Rosario, me quede unos días en Buenos Aires (casa de los Siervos de la Palabra) como invitado de Marco, fui nuevamente a Misiones en el 1993 (ahí conocí al que sería mi cuñado sin saberlo), fui a una asamblea de la Comunidad Jésed, y no sé qué más. Así que fui por fin al CNVC, pero no lo terminé, no era el momento aún. 

A las misiones del 1994 no pude asistir, así que cuando en la Misa de Pascua el Padre Gerardo Cárdenas nos dijo que perseveráramos cincuenta días para vivir un Pentecostés fuerte, pensé que eso sí podía hacer, así que le que dije a Marco, "Ustedes deben tener una celebración muy grande ese día, ¿tienen asamblea, puedo ir?"

Para ese domingo 22 de mayo de 1994 se atravesaron cosas muy buenas y otras no tanto para no ir. Me levanté muy tarde y dije "ya se ha de estar acabando la Asamblea, cómo voy a entrar" , así que me puse a ver la tele, y ahí, en el sofá, se me vino este pensamiento: ¿y si ahí encuentro lo que ando buscando? Me arreglé, tomé un taxi y para cuando llegué al Franco- Valle, la Asamblea parecía callada, muchos estaban sentados como meditando. De repente alguien ya mayor subió al estrado y dijo: "siento del Señor que faltan algunos por los que aún no se ha orado, por favor levanten la mano hermanos" .

Con algo de incredulidad levanté la mano, y los hermanos a mi alrededor impusieron sus manos unos minutos, y de repente sin saber por qué, empecé a llorar, ni siquiera me cuestioné por qué lloraba; era como si lo necesitara, pero no había pena, era como alegría. Luego se me vino a la cabeza como si viera fuego en el techo, y empecé a pensar en una paloma. Yo realmente no tenía control sobre lo que pensaba, pero sí podía sentir que algo había cambiado.

Al término de la Asamblea, al saludar a los hermanos, me despedía diciendo "Dios te bendiga" , algo que no había podido hacer durante dos años de frecuentar a los universitarios, ni siquiera por cortesía. 

Por fin, el Señor había llegado a mi vida, sabía que algo había pasado, que era diferente, pero no sabía que era el Señor. Afortunadamente, a los quince días me fui de retiro a Durango al Monasterio de las Carmelitas.

Marco no pudo ir pero Filvio sí. Ahí, cada pasaje de la Biblia que leía parecía como si fuera para mí, como si el Señor me estuviera hablando; estaba asustado. Incluso en otros libros cristianos el Señor me decía algo. Descubrí a través de un libro del Padre A. de Mello, que me pasó lo mismo que a San Ignacio de Loyola, el Señor mismo fue el que salio a convertirme.

Así que ante la Eucaristía, hice lo que faltaba: le entregué mi vida y le dije que lo seguiría, le dije que por fin lo tenía, que por fin sabía por mí mismo que Él existía.

Al regresar, busqué dónde ubicarme para seguir al Señor dentro de su Pueblo, y decidí ir a "Ven y Sígueme" . Solo llegué, al fin y al cabo ya muchos me conocían.


domingo, 6 de agosto de 2023

Es el Señor quien nos sostiene


Es el Señor quien nos sostiene en todo momento.

Guillermo Rodríguez Macías

En aquella ocasión, Guillermo Jaime "Willys One" Rodríguez Macías, había sido corrido injustamente de su trabajo por denunciar las transas que otros hacían en la empresa, y los responsables de Recursos Humanos se burlaban de él haciéndole ofrecimientos irrisorios para su liquidación.

Pasaba por penurias económicas importantes, gracias a Dios había conseguido un trabajo, pero era mucho más pesado y le pagaban mucho menos que en el anterior, sin mencionar que tenía muchas menos prestaciones.

Acostumbrado a un desayuno sano y nutritivo a diario, ahora no tenía más que un plátano y un café para desayunar al día, si bien le iba, y en la hora del almuerzo solamente se alimentaba con unos 30 gramos de cacahuates y mucha oración frente al Santísimo, ya que había una Iglesia cerca de su trabajo, y aprovechaba la hora de almuerzo para pasar el tiempo en súplica de rodillas frente al Señor; pero en esa ocasión salió apresuradamente de su casa en la madrugada, y no se llevó más que el café.

Como no tenía dinero más que para pagar el camón de ida y de regreso, y así era todas las semanas, sabía que ese día no lo pasaría de lo mejor, y que a lo mejor no iba a rendir lo suficiente en el trabajo, con las consiguientes bajas en las métricas y probables sanciones.

Pero el Señor, bueno y misericordioso, no se deja ganar en generosidad y, cuando salía a la hora de almuerzo, le tocó que una amiga de su equipo de trabajo, Ofelia Paulina Olea, había salido a la misma hora, cosa que regularmente no pasaba. En lo que iban a los casilleros, esta mujer, madre de dos hijos, inspirada por el Espíritu Santo, quiso invitar a Willys a a compartir su almuerzo, ya que había llevado más de lo que ella se iba comer. Dentro de una amena plática resulto que Paulina no sólo llevaba un poco más de comida, sino bastante para dos porciones.

Willys dio gracias a Dios y recordó que la Iglesia celebraba el Año Paulino, y lo que el Señor dice que no preocuparnos, pues hasta a los pajarillos del campo les da la comida a su tiempo.


sábado, 5 de agosto de 2023

Dos hermanos en paz y alegría


Dos hermanos en paz y alegría, la unidad es primero

Guillermo Rodríguez Macias

Dentro de la preparación para las actividades del Verano del Sector Universitario en 1992, Guillermo Jaime "Willys One" Rodríguez Macías y Carlos "Charlie" Hurtado Galván salieron de la casa "Buenos Aires" en la Ichi Van de los Siervos de la Palabra rumbo a una quinta en Villa de Santiago, para limpiar el terreno en donde tendrían los juegos y dinámicas, ya que estaba lleno de zacate con espigas que habían crecido cerca de medio metro en un área abierta de alrededor de mil metros cuadrados. La alberca y todo lo demás estaban bien. 

Ambos hermanos eran líderes en el Sector Universitario y destacaban por su dominio propio, disponibilidad para servir al Pueblo, llevarse bien con todos y manejar cualquier situación apegados a la manera de conducirse de los hermanos de la Espada del Espíritu, siempre con aires fraternales, dando el beneficio de la duda, buscando el bien, pero también siendo todo lo claro y directos que se requiere para que haya paz y prosperidad espiritual y no dar pie a que se meta el Enemigo.

Sin embargo, ninguno de los dos lo sabía, pero cuando les habían dicho lo que iban a hacer, y que lo harían solos, ambos tuvieron un sentimiento de desagrado con resignación que sabiamente supieron no  expresar, pues sabían que las emociones no son sino un vaivén subjetivo de interpretaciones que no siempre tienen que ver con la realidad, mucho menos con la verdad.

Después de un arduo día de trabajo, con pocas palabras y con una podadora de gasolina prestada que batallaba para mantenerse encendida más de dos minutos y luego nomás no quería encender fácilmente, los hermanos tomaron la carretera para dejar la camioneta en Buenos Aires.

Durante el trayecto, Willys se dio cuenta de que había habido un cambio en su corazón, y de que un sentimiento negativo que se había alojado ahí hacía años ya no estaba; quería compartirlo con Carlos, pero no hallaba cómo.

Por fin, poco antes de entrar a la ciudad, Willys empezó a hablar: Sabes, Carlos, Desde que te conozco, tú entraste a MCU un año después que yo, había algo en mí, como un sentimiento de que no me caías bien empezó a decir para pronto aclarar-, pero ya no es así. Déjame explicarte: Cada vez que te veía, o que hablabas, algo en mi interior se quería agitar, no sé, y de hecho, cuando nos pidieron este servicio, deseé no venir, o hacerlo con cualquier otro hermano, pero a fin de cuentas sabemos que las emociones no son una guía confiable, y que somos hermanos y nos amamos en Cristo explicaba Willys mientras Charlie escuchaba con la debida atención- , y, pues bueno... no creo que deba haber una disculpa por que es algo que jamás dije a nadie, ni hablé mal de ti... y espero que nunca hayas sido afectado por un comportamiento de mi parte que denotara que no me caías bien...

Pero no pudo continuar, porque Charlie lo interrumpió para decirle: -N' ombre, Willys, no te preocupes, jamás hiciste algo que me afectara; es más, ni sabía, ni por aquí -dijo mientras recorría su frente con el dedo índice me pasó que te cayera mal -Willys empezaba a sentirse mejor por tan edificante compartir, pero no se esperaba lo siguiente:- , pero, déjame decirte, Williberto, que tú también me caías mal. 

Desde el día que te acercaste a mí para saludarme y platicar la primer vez que vine a una reunión de MCU, yo dije y este chavo ¿qué onda? ¿qué le pasa?" por que te veía que saludabas a todos y con todos te llevabas. Ya después supe que así es en MCU, que se trata de una dinámica del amor fraterno pero, ¿quién sabe por qué?, como quiera me caías mal, como que te veía muy desenvuelto, no sé.

-Wow -respondió Willys con su típica expresión de asombro , pues yo tampoco sabía que te caía... o que te caigo mal, Carloberto. -De hecho me caías mal, pero pasó lo mismo, Willys, que de alguna manera, el día de hoy ese sentimiento desapareció.

Llegando a Buenos Aires, una vez abajo de la Ichi, se despidieron con el más varonil y fraterno abrazo que se habían dado nunca, y más adelante dieron testimonio en la Asamblea.

Desde entonces y hasta el momento, estos hermanos, ya casados y con hijos, siguen sirviendo a los hermanos con todos los recursos con que pueden, y no han dejado de tenerse un gran afecto.

De ahí la importancia de vencerse a uno mismo, no darle importancia a lo que no la tiene, y siempre tener disposición para el diálogo y el compartir abierto y profundo en el amor fraterno.

Ambos hermanos recordaban muy bien la frase que el entonces coordinador del Sector Universitario, David Mijares, había dicho en una charla dentro de una Asamblea

Sectorial: ¡Imagínate que tú fueras de los que le caen mal a Cristo! , sólo porque sí."


viernes, 4 de agosto de 2023

Mi experiencia en el Verano en Misión 2006


Jessica Mendoza
Jéssica Mendoza

Mi Verano en Misión como hija de comunidad

Mi historia como hija de comunidad, es parecida a muchas otras historias de hijos de comunidad. Tenía ocho años cuando mis papas se decidieron por el llamado comunitario en Jésed, y, por consiguiente, sus pequeñas hijas pasaron a formar parte de los hijos de comunidad.

Desde los ocho años fui formada dentro de la comunidad, conviviendo con las mismas personas en todo momento, cantando "Los árboles del campo", con múltiples enseñanzas y retiros en los que trataban de acercarme más a Dios, esfuerzos que a mi parecer no funcionaban; pero siempre, cuando veía orar a los tíos, me parecía tan extraña la forma en que amaban a Dios; siempre me pregunté ¿cómo podían amar a alguien que nunca han visto?

Paso así mi adolescencia, una época difícil, de grandes cambios, y de grandes luchas, siempre con mis padres por detrás obligándome a asistir a las actividades comunitarias de la Misión de Jóvenes y, aunque trataba de esconder los calendarios de las actividades, de alguna extraña forma ellos siempre se enteraban de cada actividad.

Sucedió entonces en el verano 2006, supe que se realizaría un VEM (verano en misión, 40 días dedicadas a la formación y servicio) aquí en Monterrey. Confieso que jamás quise ir a ese evento, pero ahí estaba yo por obra del Señor; lo recuerdo todo a detalle.

En el retiro de apertura del VEM, oraron por mí, y después de tantos años de haber experimentado a Dios a través de descansos en el Espíritu y otras emociones fuertes, ese momento fue diferente, fue especial, fue solo Dios y yo, no pasó nada extraordinario, solo fue Dios mostrándose ante mí no con un amor sentimental, sino con una consciencia real de que Él estaba conmigo.

En ese momento mi vida cambió. El Señor quitó la venda que había en mis ojos, y me hizo ver las grandes cosas que había hecho por mí a través de mis padres y del ambiente comunitario; fue ese momento en el que yo personalmente decidí por Dios, decidí seguirlo; fue en ese momento en el que pase de ser hija de comunidad, a ser hija de Dios.

Han pasado ya 3 años desde que me encontré con mi Señor, momento que aún conservo en mi corazón. 

He pasado por momentos muy difíciles en este tiempo y por grandes baches, pero a pesar de las tormentas y olas que azotan mi vida, yo estoy convencida de que Dios es lo único por lo que quiero vivir. Quiero vivir luchando para Él, para un día contemplarlo y alabarle eternamente. Por cierto, nunca subestimen a un hijo de comunidad.


jueves, 3 de agosto de 2023

LA VIDA COMUNITARIA NO ES UN ESTILO DE VIDA, ES MI VIDA


Jose luis y Minerva de Mendoza



 ¿A dónde iremos, Señor?

José Luis Mendoza Domínguez

Mis primeros contactos con la comunidad Jésed se dan por el año de 1990. En ese entonces trabajaba con varios hermanos de Jésed. Yo aun no conocía nada de la comunidad pero anhelaba reavivar la llama que se encendió en mi primer encuentro con Cristo, y buscaba dónde pudiera darse esto. Fue así como un día Adán Gómez me invita a un curso de iniciación

Fue en la misión donde me encontré nuevamente con aquel amor del Señor que había experimentado tiempo atrás. Todo se dio muy rápido para mí: al cabo de año y medio (1991) de estar participando en la misión somos invitados a comunidad jésed, pero aun no era el tiempo, por lo cual no aceptamos la invitación. Ese fue el último retiro de invitación en cinco años.

Para 1996, año en que se vuelve a hacer el retiro de invitación, ya anhelaba ser invitado y así fue. Entramos a comunidad en ese año y así el Señor empezó a formar a su discípulo. Junto con la emoción de estar viviendo este llamado estaba lo que el Señor quería hacer en mi vida: 1996 la operación de columna que tuvo que enfrentar mi esposa. Fue en esta situación donde nos dimos cuenta de lo que era el apoyo de los hermanos, ya que estuvieron con nosotros en todo momento; 1998 me despiden de mi trabajo y durante 3 años no tuve un trabajo con un ingreso fijo; nuevamente los hermanos muestran su apoyo tanto espiritual como material.

Estos sucesos fueron destruyendo mi orgullo y mi soberbia, haciéndome conocer cuánto necesitaba del Señor y de mis hermanos, lo que me preparo para recibir con humildad la guía de mis responsables pastorales. Y así, por una recomendación de mi RP y por medio de un hermano, pude conseguir un trabajo estable; era el año del 2001.

A pesar de todo esto el Señor actuaba con fuerza en mi vida y asumí mi compromiso con seriedad, lo que me llevó a que en medio del Jubileo de los veinticinco años de nuestra comunidad (2004), pudiéramos firmar, tanto mi esposa como yo, la alianza de nuestro Compromiso Solemne. No podía creer lo que estaba viviendo: con apenas ocho años de vida comunitaria el Señor tomaba mi vida para Él y me incrustaba en esta porción de su pueblo; y aun recuerdo la palabra que Él me repetía en mi oración personal todo ese año: "Y a dónde iremos Señor, si sólo Tú tienes palabras de vida eterna".

Hoy mis dos hijas mayores están en el Sector universitario, la menor en el programa de niños y nosotros sirviendo al Señor como Responsables Pastorales y como Evangelizadores en MCM. ¿Qué más le puedo pedir al Señor? Por eso no me canso de repetir: PARA MI LA VIDA COMUNITARIA NO ES UN ESTILO DE VIDA, ES MI VIDA, porque no me veo en otra parte.

Le doy gracias al Señor por su misericordia, a los fundadores de la comunidad por su respuesta generosa al Señor, a los coordinadores por su servicio y a mis Responsables Pastorales por su paciencia, porque sin todos ellos no formaría parte de esta obra maravillosa del Señor. Amén


miércoles, 2 de agosto de 2023

Mi Dios, mi Señor y mi Padre

 

Clamor y confianza en Mi Dios, mi Señor y mi Padre

Por María de la Luz Martínez de Rodríguez

¿Cómo no agradecerte por ese amor infinito e incondicional que me has mostrado toda mi vida, aún cuando antes no te conocía? ¿Cómo no agradecerte por haberme escogido?, por haber puesto tu mirada en mi, pues ahora siento que siempre estuviste cerca de Mí y me cuidaste.

Cómo no agradecerte por haberme llamado, cambiado y transformado mi vida, pues antes de conocerte, yo vivía en la oscuridad, pero me fuiste mostrando poco a poco tu luz.

y Cómo no agradecerte que, a pesar de las pruebas, sufrimientos de pasar por valles de sombra como fue la muerte de mi amado hijo Jorge, Tú me sostuviste y me diste la paz, la fortaleza y la aceptación de tu voluntad para seguir adelante.

Como no agradecerte si a través de tu Palabra Tú me fuiste anunciando Tu voluntad y, aunque en ese momento no lo entendí, pues días antes de su partida, Tú me mostraste claramente en el Salmo 91, 14 "Yo lo pondré a salvo, fuera del alcance de todos, porque el me ama y me conoce. Cuando me llame, le contestaré ¡Yo mismo, estaré con él! Lo libraré de la angustia y lo colmaré de honores; le haré disfrutar de una larga vida ¡Le haré gozar de mi salvación!".

Pero yo en ese momento no logré entender plenamente el significado de tus palabras, pues pensaba que todo esto se lo ibas a dar en esta vida. Después, cuando sucedió, mis ojos se me abrieron y vi con claridad que Tú, Señor, me estabas preparando para sufrir esa pérdida, dándome la confianza y la seguridad de que Tú ibas a estar con él, que no lo ibas a dejar ni a abandonar en esos momentos tan difíciles para él; que tu presencia iba a estar con él y así fue, pues en ese momento tan doloroso de su vida, él clamó a Ti, dejando como testimonio las huellas de su mano ensangrentada en su Biblia.

No me rebelé, no te reclamé, solamente pude reconocer que Tu eres soberano y que nuestras vidas te pertenecen, y te lo entregué con todo mi corazón y exclamé como Job 4, 21: "El Señor me lo dio y ÉlI me lo quitó ¡Bendito sea el nombre del Señor!" . Job 42, 5: Hasta ahora, solo de oídas te conocía, pero ahora te veo con mis propios ojos" .

Cómo no agradecerte, como dice tu Palabra en Santiago 2: Ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando se vean sometidos a pruebas de toda clase. Pues ya saben que cuando su Fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento. Pero procuren que esa fortaleza los lleve a la perfección, a la madurez plena, sin que les falte nada".

Este es mi testimonio de amor, misericordia y fidelidad del Señor para mi vida; para ÉI sea el honor, la gloria y la alabanza por siempre. Amén


martes, 1 de agosto de 2023

Vida misionera como matrimonio

Claudia y Sergio Quinto
Claudia Lorena Balboa de Quinto y Sergio Quinto


Vida misionera como matrimonio

Gloria a Dios por esta oportunidad de compartir con ustedes, nuestros hermanos de Jésed, la aventura vivida de la mano del Señor y cerca de ustedes, aunque espiritualmente.

En una anterior florecilla compartí con ustedes como nos llegó la invitación de ser una pareja misionera en la zona sur de la Región Iberoamericana (RIA, y que es parte de la asociación de la que es parte Jésed). Y ahora en ésta, glorifico al Señor y proclamo su fidelidad y providencia en estos casi 2 años.

Llegar a Ecuador realmente fue más allá de lo que imaginamos en todos los aspectos. Aun cuando nos habíamos preparado mentalmente para este nuevo estilo de vida, el estar "viviéndolo" fue difícil. Hago un paréntesis para decirles que la comunidad de Quito, "Jesús es el Señor", nos acogió increíblemente: abrieron sus puertas, sus corazones, sus vidas; nos regalaron su amistad y hermandad. Pero a lo que me refiero de difícil fue enfrentarnos a lo que ya sabíamos se iba a presentar: el cambio de estilo de vida. 

Acostumbrarnos al uso del transporte público; aprender a aceptar lo que ahora teníamos que era diferente a lo que tuvimos: casa, muebles, espacio, capacidad adquisitiva... con menos posibilidades que antes, donde las "salidas" y las "compras" ya no podían ya no serían parte común de nuestra vida, fue complicado. Además, la distancia física de nuestros amigos, familia y hermanos.

Aunado a todo este cúmulo de nuevas experiencias: un ajuste en nuestra vida matrimonial. Cuando llegamos a Ecuador, nuestro matrimonio había sentado las bases, el pastoreo, la vida juntos, acople establecido, en fin. Pero ahora era un "estilo de vida diferente": estar juntos todo el día, compartir tareas del hogar, ajustarnos a un presupuesto mucho menor, etc.

Había otras cosas que trabajar y unificar. Y por supuesto, la cultura. Diferencias culturales que al principio no comprendíamos y nos afectaron.

Entrega, lágrimas, y risas fueron de la mano. ¡Ah! Pero eso sí, también abundancia de bendiciones. El Señor nos había prometido que en todo este tiempo estaría cerca y ¡vaya que lo estuvo!

El Señor nos llevó de su mano. Nos mostró su amor en los pequeños detalles: nos sorprendió con regalos espirituales y materiales (por ejemplo: aquel helado que tanto se me antojaba y de pronto, zas, un matrimonio de la comunidad nos invitan a tomar ese helado; o esa palabra de aliento que necesitábamos y nos llegó; nos regaló una casa abrigadora y llena de "detalles" de muchos hermanos, pues hicieron donaciones para amueblarla).

Nos regaló casi dos años de retiro espiritual juntos, compartiendo nuestras vidas. Nos hemos conocido en otra faceta y hemos aprendido a vivirla en plenitud, con los retos que ello ha implicado. Y esto no es más que la fidelidad de Dios patente en nuestra vida. El Señor usó su paciencia y misericordia con nosotros, regalándonos esta oportunidad.

El estar de misioneros nos ha regalado un tiempo increíble de vida de oración: sentarnos sin prisa a los pies del Señor para escucharle. Escrutamos su Palabra, la degustamos, la saboreamos.

Nuestra visión de la vida comunitaria se ha fortalecido. Ahora nos vemos como parte de una comunidad internacional (que aunque ya lo sabíamos) ahora lo vivimos. Las comunidades de Sudamérica, ya no son más un puntito en el mapa de la EDE, ahora son un rostro, un amigo y hermano que lucha hombro a hombro en diferente trinchera. El llamado se afianza y se expande.

Lo que para el mundo pudiera resultar una "perdida de tiempo", o un "suicido profesional" (como algunos compañeros del trabajo de mi esposo le dijeron), Dios la ha transformado en una bendición y en un llamado.

Esta aceptación total de Su voluntad ha permitido que acojamos a los jóvenes en nuestro corazón y en nuestra casa. Dios ha sido infinitamente bueno y nos ha regalado "hijos" brechistas que han llenado nuestras vidas.

Otra bendición que Dios nos regaló en este tiempo fue compartir en plenitud con los jóvenes sus retos, sus sueños, sus luchas, su querer ser santos. Vivir eso, hermanos, escuchar a los jóvenes gritarle al mundo que quieren ser santos y apartados para el Señor, eso, eso sí que es un milagro diario que Dios nos permitió ser testigos en primera fila. ¡Jóvenes dispuestos a vivir el llamado en plenitud, no a medias, con todo lo que implica, listos para pagar su cuota de sangre!

Hemos palpado de primera mano Su Providencia en todo sentido, ahí ha estado el Señor mismo, no nos ha faltado lo necesario (y nos ha sorprendido con mucho). Como mi esposo lo dice, el saldo es más que positivo.

¡Ha valido la pena este tiempo! Nuestro Señor ha superado nuestras expectativas. Vivimos en El y para El. Nuestras vidas son suyas, a El le pertenecen y es El quien tiene nuestro futuro en sus manos.

A É1 la gloria y la honra por los siglos de los siglos.



Dame una oportunidad Señor

Testimonio de Esmeralda Parra
Esmeralda Parra de Hernández


Dame una oportunidad Señor, quiero vivir.

El día 4 de septiembre del 2008 caí enferma de una alergia llamada urticaria: me llené de unos granitos muy pequeñitos, mucha hinchazón y comezón por todo el cuerpo y un mareo constante. Esto era  aparentemente inofensivo y sencillo.

Fui con un Médico Alergólogo Pediatra, el cual me indicó 1500mgr de cortisona en menos de una semana. Mi cuadro empeoró, pues ese día en la noche yo sentí que me moría; me entumeció todo el cuerpo y la infección que se presentó como una simple alergia había tomado mis órganos poco a poco: primero fue el riñón, luego ojos rojos como si tuviera sangre en ellos, hígado, cabeza, oídos. Los padecimientos se presentaban día a día.

El caso pasaba de un doctor a una inmunóloga alergóloga a la que el caso se le salió de las manos, pues mi estado empeoraba y me remitieron con un médico internista, el que tomo la batuta en el caso y me descubrió una fístula en la encía donde me practicaron una endodoncia mal echa hace 5 años o que quizás no me cayó bien.

Entonces me mandó hacer estudio de biometría hematina completa donde salía mi sangre con una infección muy fuerte arriba de los límites marcados. La infección había tomado casi todos mis órganos: el riñón ya sangraba, el hígado estaba muy lastimado por tanta cortisona, la que me quitó literalmente toda la pared de defensas en mi organismo; el doctor no sabía a ciencia cierta qué infección tenía o qué enfermedad era realmente.

Lo que sí recuerdo es que me preguntó -¿Tienes hijos? -. Respondí Sí, tengo dos de tres y cinco años-, a lo que respondió -Pues no te vas a morir; por ellos que tú no te puedes morir, tienes que luchar y poner mucho de tu parte para salir de esto.

Y empezó mi calvario. Empecé a sentir dolores articulares y me movía con dificultad. Aun así me realizaron una cirugía bucal para extraerme la fistula y con ella, que gracias a Dios fue un éxito, los doctores creían que esto mejoraría. Pero no fue así, días después de la cirugía perdí movimiento en todo mi cuerpo y no podía caminar, me dolía mucho cualquier movimiento que realizara.

En esos días acababan de iniciar el ciclo escolar y mi niña de tres años iniciaría por primera vez en el kínder. Ella iba en las mañanas a verme para peinarla al ir al colegio. Cuando no me pude mover me lloraba a orillas de la cama y me decía -Péiname, mamita por favor péiname-, y yo con las manos sin poder moverlas. Ahí le entregaba ese dolor a Jesús y le decía -Yo también te acompaño en tu calvario por esos clavos que un día te pusieron en tus manos. Toma mi dolor--. También me acordaba de la virgen María y le decía -Toma mi corazón de madre, mi dolor, como tú cuando no podías ayudar a Jesús en su calvario y lo veías sufrir-.

Dios me dio un regalo especial vino mi mamá a cuidarme. Ella vive en Acapulco y sirve al Señor allá. Cuando me trataba de levantar para caminar, recordaba cómo me enseñaba a caminar de bebé o cuando me vestía, pues yo no podía, y valoré todo, hermanos, todo hasta el mas pequeño movimiento de mi cuerpo: el poder servirles a mis niños el desayuno o a mi esposo, el lavar los baños o el servicio mas insignificante en la casa tenía más sentido ahora; y todo se lo ofrecía a mi Jesús que me acompañaba en este camino.

El pediatra de los niños contactó a Juan Pablo mi esposo y le dijo que nos había conseguido una consulta con una reumatóloga inmunóloga, pues esto ya estaba cada vez más difícil. Ella me examino y me mandó a hacer estudios. Me diagnosticó "CitomegaloVirus" . Me dijo que era mortal, terminal.

Yo regresé muy deprimida. Mi madre me dijo -Recuerda que la última palabra la tiene Dios-. Estando sola en la sala me dejaron sentada cerca de un cuadro de Jesús y María, y como pude me arrojé al piso, me postré y le pedí al Señor misericordia. Tenía mi bolsa con unas monedas y las arrojé al piso y le dije Señor, yo no quiero dinero, nunca te he pedido cosas materiales, solo te quiero a ti Señor, solo te quiero a ti. Déjame vivir para mis hijos, que son tus hijos. Tú sabes que los estoy formando para tu gloria. Mi madre me encontró en el piso orando y me acompaño a orar, después me llevó a la cama y me realizó una oración de sanción.

Yo creo que el Espíritu Santo, junto con las oraciones de mi madre, de muchos hermanos de la Comunidad Jésed, de algunos de ellos que habían ido a tierra Santa, la de mi familia y las de la Comunidad Betania en Acapulco, las escuchó y caí dormida por unas horas.

Cuando desperté, me di cuenta que me podía mover, me pude sentar yo sola y sin tanto dolor, pude mover las manos. Ahí empecé a ver un milagro en mi vida. El médico internista, al conocer el diagnostico de la doctora inmunóloga difirió y nos recomendó que hiciéramos caso omiso.

Me dijo te vas a recuperar, va a ser lento pero vas a salir. Yo le comenté que vivíamos en el Señor, en una comunidad católica, que estaba recibiendo mucha oración de intercesión que estaban haciendo aquí en Monterrey como en la comunidad de Acapulco, pues mis hermanas estaban intercediendo allá por mí, y me dijo -Es la fe y sonrió-.

De ahí continuamos evolucionando, para el mes de noviembre yo ya caminaba y recuperé la movilidad de mi cuerpo, los estudios continuaron cada 15 días y después cada mes la infección poco a poco iba cediendo hasta llegar a los niveles normales en mi sangre. Todavía continuó con algunos rezagos de la enfermedad, mi recuperación ha sido lenta, pero si mi animo por servir al Señor en mi familia en la comunidad y en mis hermanos esta en pie.

Doy Gloria al Señor por haberme mostrado su gran amor en mis hermanas de grupo y sector que me apoyaron con refrigerios para mi familia en todo este tiempo, a mi madre que fue ese gran instrumento de Dios, en mis niños que eran lo que me animaba a seguir luchando, en mi esposo que fue Jesús el que lo llenaba de su amor y su fuerza para sostenerme a mí.

Gracias por este llamado a vivir comunidad

Por tener este pueblo que Tu haz formado por amor. Te amo Señor Jesús

sábado, 29 de julio de 2023

Un discípulo radical al estilo de San Bernardo

David nos comparte como El Señor le bendijo y le dio animo por medio de las palabras de Luis Esquivel
David Alberto Mijares López

 

Para Luis Esquivel, con todo el cariño, admiración y agradecimiento de mi corazón.


En Enero de 1984, a punto de cumplir 23 años de edad, cuatro años después de mi encuentro personal con Dios y habiéndome graduado ya como Ingeniero, tomé la decisión de ir a Michigan a conocer la Hermandad de los Siervos de la Palabra para ver si era el camino que Dios tenía para mí.

Los últimos 6 meses antes de mi partida, tuve la fortuna y bendición de compartir mucho con Luis Esquivel y ser testigo de una segunda conversión en su vida. Él sería quien tomaría en gran medida muchos de los servicios que yo tenía en la Comunidad Jésed. No pasó mucho tiempo antes de que nos hiciéramos grandes amigos y hermanos.

Una de las cosas que ambos más disfrutábamos era leer y compartir acerca de los santos. Me atrevería a decir que quizás el santo favorito de ambos en aquel entonces era San Bernardo. Juntos soñábamos con ser guerreros de Dios, conquistar el mundo para nuestro Señor, discípulos radicales de Cristo, como lo fueron muchos de los trapenses de su tiempo, entre ellos, San Roberto, San Alberico y San Esteban (Los 3 Monjes Rebeldes), precursores del mismo San Bernardo.

En diciembre de 1983, unas semanas antes de mi partida para Ann Arbor, Michigan, Luis me escribió una carta que a continuación transcribo algunas porciones de la misma. Una de las tantas cartas inolvidables para mí y que tanto me inspiraron a responderle al Señor con todo mi corazón en la vocación que él me dio como hombre consagrado en los Siervos de la Palabra. Fue la primera de un intercambio de cartas que fue muy significativo en mi vida espiritual.

Su estilo "epistolar" es casi como si el mismo SanBernardo lo estuviera escribiendo. ¡Gracias Luis, por toda la gracia que Dios derramó y sigue derramando en mi vida a través de ti!

Carta de Luis Esquivel a David Mijares escrita el Viernes 23/DIC/83.

"David hermano:"

¡Dichoso el hombre que ama a Dios como tú lo haces! De veras que me dio mucho gusto recibir tu carta. Veo que tu corazón de hermano y pastor no me ha dejado en Paz. Y también veo por los hechos que no has dejado de molestar incluso hasta la imprudencia a Dios pidiendo por mí.

No te preocupes, yo también lo he molestado hasta el atrevimiento- por ti. Oro y ruego porque Él te confirme en tu vocación y en tu decisión.

Cualquiera que te viera pensaría que ya te as decido suficientemente por Dios, más tú y yo sabemos que jamás es suficiente, que jamás se es demasiado molesto, imprudente o atrevido cuando se trata de Dios...

Hoy más que nunca, es necesario corresponder a ese Amor ¡Somos unos necios unos ciegos, unos ingratos, unos cobardes si no lo hacemos! ¿Cómo no corresponder a Dios?

¡Ah Mijares! Al leer tu carta recordé algo que incesantemente traigo a la memoria: ¡hace tiempo que se me acabó la libertad! Una libertad abominable, nauseabunda, una libertad esclavizante, una libertad que aborrezco y que no deseo: la libertad de permanecer tibio, indiferente o estancado. ¡Que nadie en Jésed tenga esa libertad! ..

¿Cómo decir a los hermanos y hermanas de la Comunidad sobre todo a los del equipo de  evangelización que no basta con evangelizarlos?

¡Que no basta ni siquiera que conozcan a Dios y entren en la Comunidad!

Es necesario enseñarles con nuestra vida, con nuestro ejemplo que Él es el Tesoro que no habían encontrado, que É1 es el Único digno de ser amado con todas las fuerzas, con toda la mente, con toda el alma ¡Oh Dios! ¡Qué compromiso, Mijares! ¿Cómo entonces ser tibios al buscar a Dios? ¡Cómo no ser radicales ante esto! ¿Cómo poder dejarse llevar por el desánimo de un revés irrelevante cuando tenemos que mostrar toda la fortaleza que Dios da a sus hijos? Ante ellos, ante el mundo, ¡Somos el Rostro de Dios! ¿Cómo poder ser débiles, temerosos, indiferentes, negligentes? ¿Cómo no sacar 1o precioso de lo vil" para poder llegar a ser como su boca? ¿Cómo no amar a Dios por sobre todas las cosas, por sobre sí mismo? ¿Cómo no buscar -ante todo- el Reino de Dios y su Justicia? ¿Cómo no ser atrevidos al pedir a Dios, al suplicarle? ¿Cómo no ponerlo en aprietos en la oración? ¿Cómo no tener ideales altos si Él es nuestro Ideal? Hermano: ¿CÓMO NO SER RADICALES?

Mijares: si de Él es la obra, y yo no soy más que un siervo inútil".

No dudes hermano. Ahora soy yo el que te dice: "¡de mí te vas a acordar!". Que nadie jamás me llame a mí o a alguno de esta Comunidad (especialmente si están encargados de alguna porción del pueblo de Dios) "delicado soldado" sin estar ofendiendo, al mismo tiempo, la obra que Dios ha hecho en nuestras vidas; que todos tomemos las armas y el escudo sin vacilar, que sigamos incondicionalmente al Capitán en la batalla, porque con Él "pasaremos hambre, frío, desnudez" pero siempre tendremos la victoria.

Hermano: SÉ RADICAL. Te extraño y te amo en Cristo

Luis Esquivel.


Unos meses después, al comenzar a tratar de evangelizar "latinos" en Michigan, me encontré en medio de un tiempo de desánimo al ver el poco fruto de mi esfuerzo. Por un lado, mi corazón quería "comerse el mundo para Cristo" , pero por otro, los que respondían (al menos en la forma que yo quería verlos responder) eran muy pocos.

Después de escribirle a Luis acerca de esta situación, recibí una carta suya que hasta la fecha la sigo "recitando" cuando me toca compartir con otros el llamado que tenemos de predicar la Buena Nueva del Reino de Dios a toda la creación.

Carta de Luis Esquivel a David Mijares con fecha de Abril 1984.

Escucha Mijares: Aunque sean pocos latinos y estén recelosos ¡Dios es más grande! ¿Acaso crees que su incredulidad, su desconfianza y la dureza de su corazón son más grandes que el Poder del Dios Majestuoso, el Dios de la Tormenta, el Dios de los Ejércitos, el Rey de Reyes, el León de la Tribu de Judá, el Señor de Señores? ¡Mira a Josué y Caleb!, Dios será capaz de decirle a Josué que basta tocar unas trompetas ¡Qué absurdas armas de combate! - para que aquella gran muralla que rodeaba Jericó se derrumbara. Y Josué se atrevió a confiar en Dios. Y las murallas cayeron. ¿Cómo no esperar entonces que las gigantescas murallas de la indiferencia y la desconfianza no se derrumben - como las de Jericó-- con el Gran Poder de Dios? ¡Toca la trompeta! ¡Proclama la Palabra de Dios! ¡Desenvaina la espada! ¡Anúnciales que el Rey ya viene, que Él les ama! ¡Grítales, diles que Jericó caerá, que las murallas de la indiferencia y el escepticismo caerán! ¡Diles a esos latinos desconfiados hijos de su pelona que una espada los penetrará y sus vidas cambiarán!

Quizá les parezcamos ridículos, tocando unas trompetas, quizá nos vean débiles, sin armas, se asombrarán cuando se vean desnudos, sin murallas. Caerán, hermano, caerán, ni siquiera tienen la opción de huir: están sitiados. Sólo una cosa impedirá que ellos no fueran pasados por la Espada: que dejaras de tocar la trompeta, que cesaras de proclamar la Palabra de Dios, que envainaras de nuevo la Espada... te conozco, hermano, te conozco, y conozco también el gran Poder de Dios: ¡Jericó caerá! ¡De nada le servirán sus inmensas murallas! ¡Dios la hará polvo! ¡Ya estuvo!

Tu hermano en Cristo, Luis Esquivel

Nuevamente, muchas gracias Luis, por la ofrenda de tu vida al Reino de Dios y por el fruto que tu ejemplo ha dado en la vida de muchos de nosotros.


jueves, 27 de julio de 2023

Viviendo en el Amor Misericordioso de Dios

María del Carmen Sáenz de Villarreal y Valdemar Villarreal
María del Carmen Sáenz de Villarreal

Viviendo en el Amor Misericordioso de Dios


En el marco de la celebración del XXX Aniversario de nuestra querida Comunidad Jésed y acabando de conmemorar el Día de la Misericordia de Dios, quiero aprovechar la oportunidad que se me da de Proclamar el Nombre, la Gloria y la Misericordia de Dios por la obra que ha hecho y seguirá haciendo en mi vida y en la vida de mi familia. 

Todo comenzó hace casi treinta y un años cuando al principio de mi matrimonio me fue detectado un cáncer en la parte inferior de la lengua. Valdemar y yo no teníamos hijos. El proceso para curar esa enfermedad fue aproximadamente de un año, en el que el Señor nos unió como matrimonio, nos acercó a Él, nos permitió conocer el nacimiento de esta Comunidad que tanto amamos, conocimos a Eduardo y Heloise Garza, a sus hijos y a los hermanos universitarios de aquel tiempo, los cuales, desde entonces han sido una bendición para mi vida, pues fue por su testimonio de amor a Dios y de celo por vivir este estilo de vida que pude dar respuesta al Señor que nos invitaba a abrazar este llamado a la Vida Comunitaria.

En oración, yo le pedía a Nuestro Señor que me enviara como señal muy clara de que ÉI me iba a sanar de mi padecimiento, la bendición de un bebé, pues hacía tiempo que queríamos experimentar el ser padres. Esto sería una prueba de que Él estaba conmigo y aumentaría mi Fe y mi Amor por ÉI.

En Abril de 1980, después de infinidad de estudios y diagnósticos, los médicos recomendaron una Cirugía Radical de Cuello y Resección de la parte inferior de la lengua donde estaba el problema.

Pasé por ese proceso, por cierto muy pesado pero siempre con la compañía fiel del Señor, de mi esposo, del resto de mi familia y de todos los hermanos que siempre estuvieron conmigo dándome su amor, su apoyo, sus palabras de ánimo y recordándome las promesas que Dios hace sus hijos. Desde entonces el Señor había hecho una Alianza de Amor con nosotros y nosotros con nuestros hermanos: "Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio" (Romanos 8,28). Este texto me acompañaría, sellaría mi corazón y me sostendría en todo este proceso.

Pasado un mes y medio de la cirugía, el médico nos dio la maravillosa noticia de que estaba  embarazada. El Señor nos había respondido y me había regalado el don de la maternidad. Cuál sería mi sorpresa que de acuerdo a los datos del médico para el día de la cirugía ya estaba esperando a mi primera bebé, Alejandra.

Qué hermoso es experimentar la fidelidad de Dios en cuanto a la respuesta muy clara de lo que le había pedido. ¡Grandes cosas has hecho por nosotros Señor! Después de 18 años del nacimiento de nuestra primera hija el 31 de Mayo de 1999 el Señor visitaría de nueva cuenta a nuestra familia y permitiría tiempo de prueba, de dolor, de angustia, de temor, pero su Amor y su Misericordia se volverían a hacer presentes.

Ale tuvo un accidente automovilístico muy fuerte, sucedió en la esquina de nuestra casa. Cuando llegué al lugar y la vi, fue muy impresionante ver su cara y cabeza inflamadas y ya con signos de  inconsciencia.

En ese momento clamé al Señor para que enviara a sus ángeles en nuestro auxilio y abriera la circulación de las calles, pues eran las 6:40 p.m., a esa hora hay mucho tráfico y nosotros necesitábamos llegar rápido al hospital.

El Señor nos permitió llegar bastante pronto y recibir atención en Urgencias del Hospital San José. El doctor Jesús Ibarra ya nos estaba esperando y, al poco tiempo, el diagnóstico fue "traumatismo craneal severo" . Estaba muy grave, en alto riesgo de perder la vida.

En ese momento experimenté dolor y desprendimiento en mi corazón a la vez que el Señor me inspiraba llamar rápido a un Sacerdote para que le diera auxilio espiritual y estuviéramos preparados para que la voluntad de Dios se realizara. Llegaron Padre José Abramo y Padre Manuel García, auxiliaron a Ale administrándole el Sacramento de la Unción de los Enfermos, vino la paz del Señor a mi corazón y desde ese momento confié en que mi hija estaba en manos del Señor y en el regazo de Nuestra Madre la Santísima Virgen María y me mantuve en constante oración clamando a la Misericordia de Dios y esperando se hiciera su Santa Voluntad en mi hija y también en nosotros.

Padre José Abramo me recordó y me confortó al decirme que Ale había sido una señal de Dios para nosotros y que como tal el Señor la preservaría y que confiáramos en ÉI.

Esa misma tarde, de manera casi inmediata empezaron a llegar los hermanos al hospital. Pude experimentar la fidelidad a esta Alianza de Amor que nos une y en ningún momento experimente la soledad ante la prueba. Estoy muy agradecida por su amor incondicional, su apoyo, su oración, su servicio práctico, por su respuesta a esta Alianza que el Señor ha querido hacer en medio de este pueblo, y no solo eso, sino que esta necesidad de oración trascendió a todas las Comunidades de la Espada del Espíritu y pudimos ver la bendición que tenemos de estar unidos en oración y clamor al Señor por una misma causa.

En esos días de incertidumbre, experimenté la invitación de Nuestra Madre Santísima a vivir con ella todo el dolor que experimentó en la Pasión y Muerte de su Hijo Jesús. Me uní a ella en el sufrimiento, ofrecí mi dolor y doy testimonio que fue a través de la Oración diaria, la Misa y la Eucaristía, el rezo del Santo Rosario, la cercanía de nuestra familia y del apoyo de infinidad de hermanos que pude sostenerme en pie hasta que el Señor obrara su Santa Voluntad en nosotros.

Recibimos palabras proféticas y lecturas de muchos hermanos de la Comunidad Jésed y de hermanos de otras comunidades a los que el Señor les inspiraba y les revelaba lo que era Su plan para Ale y para nosotros. Todo eso nos aumentaba nuestra esperanza y confianza en el Señor y yo lo guardaba en el corazón.

Pasamos dos semanas en donde la angustia, por el lado humano, pero también la esperanza se hicieron presentes en todo momento. Para la Gloria de Dios, la inflamación en el cerebro de Ale empezó a ceder, ella empezó a reaccionar, los médicos no sabían hasta donde se había dañado su cerebro, pero el Señor estaba dando muestras claras de que su voluntad era dejar a nuestra hija Ale un tiempo más junto a nosotros. ¡Qué grandes son tus bondades Señor! El MILAGRO de Dios en la vida de nuestra hija se había dado, el caminar de la mano de nuestra Madre la Santísima Virgen María, el que ella presentara a su Hijo Jesús esta petición, había arrancado de su corazón amoroso una oportunidad de vida para nuestra hija.

Gracias sean dadas al Padre por medio de Nuestro Señor Jesucristo.

Yo creo que el Señor tiene un propósito para todos sus hijos, pues É1 quiere que todos los hombres se salven y lleguen al pleno conocimiento de la verdad (1Tim. 2,4), por eso pienso que quiso alargar el tiempo de vida de Ale, quiso manifestar su Gloria y su Poder en su vida.

El Señor permitió una transformación en la vida de Ale y en nuestra familia a través de esta experiencia: nuestra unidad y amor al Señor se acrecentaron, nuestra Fe se fortaleció, el Señor nos dio un corazón agradecido por darnos la oportunidad de ser tus testigos, É1 nos dio las capacidades físicas y materiales para ser sus instrumentos en todas sus terapias de rehabilitación. En todo este tiempo no experimenté cansancio ni fatiga, pues solo quería contribuir a la recuperación de Ale.

¡Gracias Señor por permitirme ver con asombro su recuperación, el retomar de nueva cuenta todas las habilidades que se habían perdido por el traumatismo, el disfrutar con ella y el gozarme en la Misericordia de Dios pues fue sorprendente su recuperación!

En el mes de Diciembre de ese mismo año, el neurólogo la evaluó nuevamente y, para la mayor Gloria de Dios, su cerebro estaba perfectamente bien, todas sus habilidades se habían recuperado; solo había la cicatriz del traumatismo, igual que otras cicatrices que quedaron en su cuerpo como señal de la Manifestación de la Gloria y del Poder de Dios.

El médico la dio de alta y nos animó a inscribirla en la Universidad. Finalmente, para mayor Gloria de Dios Ale se recibió de Licenciada en Administración Financiera, algo que le demandó mucho esfuerzo y gran ayuda de Dios.

Hoy en día Ale está felizmente casada con Gerardo, que es un hombre de Dios que conoció en Comunidad Jésed y viven en Seattle. Pero Dios no se olvida de Su Alianza y ellos participan en la Comunidad de Seattle y de Vancouver y sirven en el cuidado de jóvenes y niños. No cabe duda que el Señor es fiel a sus promesas.

Muchas gracias, Señor, por tu Amor, por la oportunidad de buscar y encontrar tu Rostro y por la obra que estás haciendo en nuestras vidas.

Bendito sea tu Nombre desde ahora y para siempre. Amén.


martes, 25 de julio de 2023

Los Ojos de Dios

La Familia Hernández Parra, nos narra la historia de como Dios sanó a Juan Pablito
Familia Hernández Parra

Los ojos que Dios le regaló a Juan Pablito

Después de un largo trabajo de parto de 22 horas nació nuestro bebé Juan Pablo a las 10pm del 10 de enero de 2003. El bebé nació con un problema en sus ojitos, era como si estuvieran cubiertos por una membrana de color gris azulado.

El desde el momento en que nació me di cuenta de la situación, ya que me permitieron poder estar en el parto de nuestro hijo, y el pediatra me lo confirmó en el área de cuneros. Inmediatamente habló con un oftalmólogo amigo suyo para que evaluara a Juan Pablito y así lo hizo.

Al día siguiente a primera hora lo revisó, pensó que podría ser glaucoma, pero necesitaba hacer una revisión bajo anestesia general, ya que no podía medir la presión de sus ojitos por el movimiento del bebé; se programó a los siete días de nacido. Anestesiaron a Juan Pablito para revisarlo y su resultado fue que no era glaucoma, el mismo médico invito a otros alumnos suyos apunto de graduarse de oftalmólogos del Tecnológico de Monterrey a ver qué podían diagnosticar.

Ellos junto con el doctor no vieron nada que operar, no tenían diagnostico para lo que presentaba el bebé. Él nos sugirió que lo lleváramos a revisión cada semana, mientras él buscaría en Internet, documentos, libros y consultando a otros colegas oftalmólogos e incluso fuera del país para ver si alguien tenía un caso parecido.

Así lo hicimos durante cinco semanas, fue un tiempo muy difícil ya que cada revisión era la ilusión de que nos pudieran dar algún diagnostico y al menos saber qué tenia o qué podíamos hacer por nuestro bebé, pero no había diagnostico. Así es que cada vez que salíamos de la consulta era un "No, no hay cura, no sabemos qué tiene". Salíamos desconsolados, tristes, con nuestro bebé en brazos, solo por inspiración del Señor lo único que hacía mi esposo era llevarnos al Santísimo Sacramento a orar por nuestro bebé y ofrecérselo al Señor, pues viendo toda la situación el único que lo podía sanar era ÉI. 

Después las consultas fueron cada dos semanas y fue lo mismo. El pediatra del niño, Dr. Juan Alberto Robledo, junto con el doctor Luís Larrazabal, oftalmólogo del niño, convocaron una mesa redonda de oftalmólogos aquí en Monterrey, donde presentaron el caso y no hubo respuesta. También lo llevaron a México y dado que aquí no había cura ni solución llevaron el caso a Houston Texas a unas conferencias de médicos donde presentaron el caso para ver si había alguna respuesta, y no, no tuvieron éxito. Les dijeron que era un caso difícil, mientras, ellos seguían investigando.

Nosotros nos dimos cuenta que el color gris empezaba a ceder un poco. Hablando con unos familiares pediatras nos recomendaron a otro oftalmólogo para una segunda opinión; al verlo el doctor casi nos aseguro que se trataba de glaucoma y nos dijo que quería revisarlo bajo anestesia para checar la presión de los ojitos y confirmar su diagnostico.

Revisaron a Juan Pablito un sábado y en ese momento se decidió tomar una biopsia de sus ojos. El siguiente martes nos dieron los resultados y el doctor nos pido una disculpa por no poder diagnosticar al bebé.

El viernes siguiente nos habló una hermana para informarnos Sobre una Misa de sanación que se hace cada mes. Llevamos a Juan Pablito y fue una misa muy especial ya que inicia temprano y termina con la Misa en la noche, aunque nosotros llegamos solo a la Misa, parecía que nos estaban esperando ya que no batallamos para estacionar el auto y, a pesar de que la iglesia estaba llena se nos acerco un niño y nos facilitó una silla para alimentar al bebé.

El niño se nos acercó en momentos bien especiales de la Misa. Me dijo ¿Traes agua mujer? Saquen su agua porque viene el padre a bendecirla y esa agua se la dan a tomar al bebé y se la ponen en sus ojitos.

Nosotros percibíamos un olor a rosas durante toda la misa. Después le dijo a mi esposo -Párense aquí y acerca al bebé porque viene el padre con el Santísimo a bendecirlos- y así fue. Al final de la Misa lo buscamos para darle las gracias pero ya no lo volvimos a ver, curiosamente días después probamos el agua que estaba dulce y sabía a rosas, era agua de botella como cualquiera.

Días después nos habla el oftalmólogo del bebé para decirnos que ya tenía los resultados de la biopsia. "Mucopolisacaridosis" , decía que era una enfermedad genética, incurable, que disfrutáramos al bebé así como estaba ahora, pero que tendríamos que realizar otros análisis para confirmar este resultado. 

Estos serian en los laboratorios del Centro de Investigación de Minnesota (EU). Esta enfermedad es tan rara que sólo le da a 1 entre mil niños. Nos pidió que no buscáramos nada de esa enfermedad, pues lo más importante era tener y no perder la paz que solo Dios nos puede dar.

Por esos días El Señor nos dio un sentir en el cual nos decía Quiero que vengan a mi corazón a diario como familia, porque en realidad aquí es donde van a ver los milagros. Sentimos que quería que le lleváramos a diario al bebé, a orar con él y escuchar su corazón.

Este sentir fue confirmado por un hermano en una asamblea de la Comunidad Jésed que nos dijo El Señor quiere que todo lo hagan en familia los tres ,y así lo empezamos a hacer: íbamos a horas santas, oración de sanación por todos lados donde nos avisaban, lo visitamos a diario en el sagrario; todo lo hacíamos con la fe en que el Señor lo sanaría.

El bebé ya tenia 4 meses y se acercaba el día de Pentecostés. Ese domingo en la mañana al ver la cruz de Cristo algo dijo en mi interior -Hoy es el día en que va ocurrir un milagro en tu hijo, se lo comenté a mi esposo y él me creyó y me dijo que sí. Le pedí que nos vistiéramos los tres de blanco y con esa confianza fuimos.

Nuestro regalo llegó, se expuso al Santísimo Sacramento y el Señor nos decía que pasáramos a tocarlo. Juan Pablito pasó con sus padrinos y nosotros atrás de ellos. Vimos cómo un hermano que se encontraba al otro extremo vino directamente hasta nuestro bebé lo toco y oró por él. Nosotros creímos que en el momento en que el bebé tocó al Santísimo Dios lo sanó.

Al siguiente día, seguros de que Dios ya había hecho su parte, le tocaba a la ciencia hacer su investigación y con la confianza en El Señor, llevamos las muestras al Hospital San José en convenio con el Centro de investigación de Minnesota. Investigaron la orina y sangre del bebé; los resultados tardarían un mes en llegar.

En ese tiempo estuvimos en paz disfrutando de nuestro bebé confiando y escuchando al corazón de Jesús; mientras, los ojos se iban aclarando poco a poco. Un domingo en la tarde nos habló el director de patología del hospital San José muy sorprendido, para darnos los resultados de los análisis, pues conocía del caso de Juan Pablito. Nos dijo que los resultados eran NEGATIVOS, el bebé estaba sano; todo estaba dentro de los niveles normales de un bebé de su edad. En esa semana sus ojos se limpiaron por completo y el oftalmólogo, con los resultados en mano, cuando lo vio nos felicitó; decía que estuviéramos contentos pues sus ojos estaban totalmente claros y que, a pesar de no tener diagnostico, podíamos decir que son unos ojos sanos, que a lo mucho podría usar lentes pero que le diéramos gracias a Dios por el milagro que nos había regalado.

Después fuimos con su pediatra que ya sabía de los resultados y nos dijo -Es un verdadero milagro. Si alguien me hubiera platicado esto antes, yo no lo habría creído, pero ahora creo porque lo he visto -. Desde entonces vemos la cruz de Jesús en su consultorio. 

Ahora Juan Pablito tiene 6 añitos y usa lentes. Tiene unos ojos muy especiales, pues la gente que no lo conoce le dice que son muy bonitos. Creemos que son los ojitos que Dios le regaló.

Les compartimos esta parte de nuestras vidas dándole Gloria a Dios que por su gran misericordia se muestra en nuestras vidas.


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