sábado, 29 de julio de 2023

Un discípulo radical al estilo de San Bernardo

David nos comparte como El Señor le bendijo y le dio animo por medio de las palabras de Luis Esquivel
David Alberto Mijares López

 

Para Luis Esquivel, con todo el cariño, admiración y agradecimiento de mi corazón.


En Enero de 1984, a punto de cumplir 23 años de edad, cuatro años después de mi encuentro personal con Dios y habiéndome graduado ya como Ingeniero, tomé la decisión de ir a Michigan a conocer la Hermandad de los Siervos de la Palabra para ver si era el camino que Dios tenía para mí.

Los últimos 6 meses antes de mi partida, tuve la fortuna y bendición de compartir mucho con Luis Esquivel y ser testigo de una segunda conversión en su vida. Él sería quien tomaría en gran medida muchos de los servicios que yo tenía en la Comunidad Jésed. No pasó mucho tiempo antes de que nos hiciéramos grandes amigos y hermanos.

Una de las cosas que ambos más disfrutábamos era leer y compartir acerca de los santos. Me atrevería a decir que quizás el santo favorito de ambos en aquel entonces era San Bernardo. Juntos soñábamos con ser guerreros de Dios, conquistar el mundo para nuestro Señor, discípulos radicales de Cristo, como lo fueron muchos de los trapenses de su tiempo, entre ellos, San Roberto, San Alberico y San Esteban (Los 3 Monjes Rebeldes), precursores del mismo San Bernardo.

En diciembre de 1983, unas semanas antes de mi partida para Ann Arbor, Michigan, Luis me escribió una carta que a continuación transcribo algunas porciones de la misma. Una de las tantas cartas inolvidables para mí y que tanto me inspiraron a responderle al Señor con todo mi corazón en la vocación que él me dio como hombre consagrado en los Siervos de la Palabra. Fue la primera de un intercambio de cartas que fue muy significativo en mi vida espiritual.

Su estilo "epistolar" es casi como si el mismo SanBernardo lo estuviera escribiendo. ¡Gracias Luis, por toda la gracia que Dios derramó y sigue derramando en mi vida a través de ti!

Carta de Luis Esquivel a David Mijares escrita el Viernes 23/DIC/83.

"David hermano:"

¡Dichoso el hombre que ama a Dios como tú lo haces! De veras que me dio mucho gusto recibir tu carta. Veo que tu corazón de hermano y pastor no me ha dejado en Paz. Y también veo por los hechos que no has dejado de molestar incluso hasta la imprudencia a Dios pidiendo por mí.

No te preocupes, yo también lo he molestado hasta el atrevimiento- por ti. Oro y ruego porque Él te confirme en tu vocación y en tu decisión.

Cualquiera que te viera pensaría que ya te as decido suficientemente por Dios, más tú y yo sabemos que jamás es suficiente, que jamás se es demasiado molesto, imprudente o atrevido cuando se trata de Dios...

Hoy más que nunca, es necesario corresponder a ese Amor ¡Somos unos necios unos ciegos, unos ingratos, unos cobardes si no lo hacemos! ¿Cómo no corresponder a Dios?

¡Ah Mijares! Al leer tu carta recordé algo que incesantemente traigo a la memoria: ¡hace tiempo que se me acabó la libertad! Una libertad abominable, nauseabunda, una libertad esclavizante, una libertad que aborrezco y que no deseo: la libertad de permanecer tibio, indiferente o estancado. ¡Que nadie en Jésed tenga esa libertad! ..

¿Cómo decir a los hermanos y hermanas de la Comunidad sobre todo a los del equipo de  evangelización que no basta con evangelizarlos?

¡Que no basta ni siquiera que conozcan a Dios y entren en la Comunidad!

Es necesario enseñarles con nuestra vida, con nuestro ejemplo que Él es el Tesoro que no habían encontrado, que É1 es el Único digno de ser amado con todas las fuerzas, con toda la mente, con toda el alma ¡Oh Dios! ¡Qué compromiso, Mijares! ¿Cómo entonces ser tibios al buscar a Dios? ¡Cómo no ser radicales ante esto! ¿Cómo poder dejarse llevar por el desánimo de un revés irrelevante cuando tenemos que mostrar toda la fortaleza que Dios da a sus hijos? Ante ellos, ante el mundo, ¡Somos el Rostro de Dios! ¿Cómo poder ser débiles, temerosos, indiferentes, negligentes? ¿Cómo no sacar 1o precioso de lo vil" para poder llegar a ser como su boca? ¿Cómo no amar a Dios por sobre todas las cosas, por sobre sí mismo? ¿Cómo no buscar -ante todo- el Reino de Dios y su Justicia? ¿Cómo no ser atrevidos al pedir a Dios, al suplicarle? ¿Cómo no ponerlo en aprietos en la oración? ¿Cómo no tener ideales altos si Él es nuestro Ideal? Hermano: ¿CÓMO NO SER RADICALES?

Mijares: si de Él es la obra, y yo no soy más que un siervo inútil".

No dudes hermano. Ahora soy yo el que te dice: "¡de mí te vas a acordar!". Que nadie jamás me llame a mí o a alguno de esta Comunidad (especialmente si están encargados de alguna porción del pueblo de Dios) "delicado soldado" sin estar ofendiendo, al mismo tiempo, la obra que Dios ha hecho en nuestras vidas; que todos tomemos las armas y el escudo sin vacilar, que sigamos incondicionalmente al Capitán en la batalla, porque con Él "pasaremos hambre, frío, desnudez" pero siempre tendremos la victoria.

Hermano: SÉ RADICAL. Te extraño y te amo en Cristo

Luis Esquivel.


Unos meses después, al comenzar a tratar de evangelizar "latinos" en Michigan, me encontré en medio de un tiempo de desánimo al ver el poco fruto de mi esfuerzo. Por un lado, mi corazón quería "comerse el mundo para Cristo" , pero por otro, los que respondían (al menos en la forma que yo quería verlos responder) eran muy pocos.

Después de escribirle a Luis acerca de esta situación, recibí una carta suya que hasta la fecha la sigo "recitando" cuando me toca compartir con otros el llamado que tenemos de predicar la Buena Nueva del Reino de Dios a toda la creación.

Carta de Luis Esquivel a David Mijares con fecha de Abril 1984.

Escucha Mijares: Aunque sean pocos latinos y estén recelosos ¡Dios es más grande! ¿Acaso crees que su incredulidad, su desconfianza y la dureza de su corazón son más grandes que el Poder del Dios Majestuoso, el Dios de la Tormenta, el Dios de los Ejércitos, el Rey de Reyes, el León de la Tribu de Judá, el Señor de Señores? ¡Mira a Josué y Caleb!, Dios será capaz de decirle a Josué que basta tocar unas trompetas ¡Qué absurdas armas de combate! - para que aquella gran muralla que rodeaba Jericó se derrumbara. Y Josué se atrevió a confiar en Dios. Y las murallas cayeron. ¿Cómo no esperar entonces que las gigantescas murallas de la indiferencia y la desconfianza no se derrumben - como las de Jericó-- con el Gran Poder de Dios? ¡Toca la trompeta! ¡Proclama la Palabra de Dios! ¡Desenvaina la espada! ¡Anúnciales que el Rey ya viene, que Él les ama! ¡Grítales, diles que Jericó caerá, que las murallas de la indiferencia y el escepticismo caerán! ¡Diles a esos latinos desconfiados hijos de su pelona que una espada los penetrará y sus vidas cambiarán!

Quizá les parezcamos ridículos, tocando unas trompetas, quizá nos vean débiles, sin armas, se asombrarán cuando se vean desnudos, sin murallas. Caerán, hermano, caerán, ni siquiera tienen la opción de huir: están sitiados. Sólo una cosa impedirá que ellos no fueran pasados por la Espada: que dejaras de tocar la trompeta, que cesaras de proclamar la Palabra de Dios, que envainaras de nuevo la Espada... te conozco, hermano, te conozco, y conozco también el gran Poder de Dios: ¡Jericó caerá! ¡De nada le servirán sus inmensas murallas! ¡Dios la hará polvo! ¡Ya estuvo!

Tu hermano en Cristo, Luis Esquivel

Nuevamente, muchas gracias Luis, por la ofrenda de tu vida al Reino de Dios y por el fruto que tu ejemplo ha dado en la vida de muchos de nosotros.


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