jueves, 27 de julio de 2023

Viviendo en el Amor Misericordioso de Dios

María del Carmen Sáenz de Villarreal y Valdemar Villarreal
María del Carmen Sáenz de Villarreal

Viviendo en el Amor Misericordioso de Dios


En el marco de la celebración del XXX Aniversario de nuestra querida Comunidad Jésed y acabando de conmemorar el Día de la Misericordia de Dios, quiero aprovechar la oportunidad que se me da de Proclamar el Nombre, la Gloria y la Misericordia de Dios por la obra que ha hecho y seguirá haciendo en mi vida y en la vida de mi familia. 

Todo comenzó hace casi treinta y un años cuando al principio de mi matrimonio me fue detectado un cáncer en la parte inferior de la lengua. Valdemar y yo no teníamos hijos. El proceso para curar esa enfermedad fue aproximadamente de un año, en el que el Señor nos unió como matrimonio, nos acercó a Él, nos permitió conocer el nacimiento de esta Comunidad que tanto amamos, conocimos a Eduardo y Heloise Garza, a sus hijos y a los hermanos universitarios de aquel tiempo, los cuales, desde entonces han sido una bendición para mi vida, pues fue por su testimonio de amor a Dios y de celo por vivir este estilo de vida que pude dar respuesta al Señor que nos invitaba a abrazar este llamado a la Vida Comunitaria.

En oración, yo le pedía a Nuestro Señor que me enviara como señal muy clara de que ÉI me iba a sanar de mi padecimiento, la bendición de un bebé, pues hacía tiempo que queríamos experimentar el ser padres. Esto sería una prueba de que Él estaba conmigo y aumentaría mi Fe y mi Amor por ÉI.

En Abril de 1980, después de infinidad de estudios y diagnósticos, los médicos recomendaron una Cirugía Radical de Cuello y Resección de la parte inferior de la lengua donde estaba el problema.

Pasé por ese proceso, por cierto muy pesado pero siempre con la compañía fiel del Señor, de mi esposo, del resto de mi familia y de todos los hermanos que siempre estuvieron conmigo dándome su amor, su apoyo, sus palabras de ánimo y recordándome las promesas que Dios hace sus hijos. Desde entonces el Señor había hecho una Alianza de Amor con nosotros y nosotros con nuestros hermanos: "Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio" (Romanos 8,28). Este texto me acompañaría, sellaría mi corazón y me sostendría en todo este proceso.

Pasado un mes y medio de la cirugía, el médico nos dio la maravillosa noticia de que estaba  embarazada. El Señor nos había respondido y me había regalado el don de la maternidad. Cuál sería mi sorpresa que de acuerdo a los datos del médico para el día de la cirugía ya estaba esperando a mi primera bebé, Alejandra.

Qué hermoso es experimentar la fidelidad de Dios en cuanto a la respuesta muy clara de lo que le había pedido. ¡Grandes cosas has hecho por nosotros Señor! Después de 18 años del nacimiento de nuestra primera hija el 31 de Mayo de 1999 el Señor visitaría de nueva cuenta a nuestra familia y permitiría tiempo de prueba, de dolor, de angustia, de temor, pero su Amor y su Misericordia se volverían a hacer presentes.

Ale tuvo un accidente automovilístico muy fuerte, sucedió en la esquina de nuestra casa. Cuando llegué al lugar y la vi, fue muy impresionante ver su cara y cabeza inflamadas y ya con signos de  inconsciencia.

En ese momento clamé al Señor para que enviara a sus ángeles en nuestro auxilio y abriera la circulación de las calles, pues eran las 6:40 p.m., a esa hora hay mucho tráfico y nosotros necesitábamos llegar rápido al hospital.

El Señor nos permitió llegar bastante pronto y recibir atención en Urgencias del Hospital San José. El doctor Jesús Ibarra(+) ya nos estaba esperando y, al poco tiempo, el diagnóstico fue "traumatismo craneal severo" . Estaba muy grave, en alto riesgo de perder la vida.

En ese momento experimenté dolor y desprendimiento en mi corazón a la vez que el Señor me inspiraba llamar rápido a un Sacerdote para que le diera auxilio espiritual y estuviéramos preparados para que la voluntad de Dios se realizara. Llegaron Padre José Abramo y Padre Manuel García, auxiliaron a Ale administrándole el Sacramento de la Unción de los Enfermos, vino la paz del Señor a mi corazón y desde ese momento confié en que mi hija estaba en manos del Señor y en el regazo de Nuestra Madre la Santísima Virgen María y me mantuve en constante oración clamando a la Misericordia de Dios y esperando se hiciera su Santa Voluntad en mi hija y también en nosotros.

Padre José Abramo me recordó y me confortó al decirme que Ale había sido una señal de Dios para nosotros y que como tal el Señor la preservaría y que confiáramos en ÉI.

Esa misma tarde, de manera casi inmediata empezaron a llegar los hermanos al hospital. Pude experimentar la fidelidad a esta Alianza de Amor que nos une y en ningún momento experimente la soledad ante la prueba. Estoy muy agradecida por su amor incondicional, su apoyo, su oración, su servicio práctico, por su respuesta a esta Alianza que el Señor ha querido hacer en medio de este pueblo, y no solo eso, sino que esta necesidad de oración trascendió a todas las Comunidades de la Espada del Espíritu y pudimos ver la bendición que tenemos de estar unidos en oración y clamor al Señor por una misma causa.

En esos días de incertidumbre, experimenté la invitación de Nuestra Madre Santísima a vivir con ella todo el dolor que experimentó en la Pasión y Muerte de su Hijo Jesús. Me uní a ella en el sufrimiento, ofrecí mi dolor y doy testimonio que fue a través de la Oración diaria, la Misa y la Eucaristía, el rezo del Santo Rosario, la cercanía de nuestra familia y del apoyo de infinidad de hermanos que pude sostenerme en pie hasta que el Señor obrara su Santa Voluntad en nosotros.

Recibimos palabras proféticas y lecturas de muchos hermanos de la Comunidad Jésed y de hermanos de otras comunidades a los que el Señor les inspiraba y les revelaba lo que era Su plan para Ale y para nosotros. Todo eso nos aumentaba nuestra esperanza y confianza en el Señor y yo lo guardaba en el corazón.

Pasamos dos semanas en donde la angustia, por el lado humano, pero también la esperanza se hicieron presentes en todo momento. Para la Gloria de Dios, la inflamación en el cerebro de Ale empezó a ceder, ella empezó a reaccionar, los médicos no sabían hasta donde se había dañado su cerebro, pero el Señor estaba dando muestras claras de que su voluntad era dejar a nuestra hija Ale un tiempo más junto a nosotros. ¡Qué grandes son tus bondades Señor! El MILAGRO de Dios en la vida de nuestra hija se había dado, el caminar de la mano de nuestra Madre la Santísima Virgen María, el que ella presentara a su Hijo Jesús esta petición, había arrancado de su corazón amoroso una oportunidad de vida para nuestra hija.

Gracias sean dadas al Padre por medio de Nuestro Señor Jesucristo.

Yo creo que el Señor tiene un propósito para todos sus hijos, pues É1 quiere que todos los hombres se salven y lleguen al pleno conocimiento de la verdad (1Tim. 2,4), por eso pienso que quiso alargar el tiempo de vida de Ale, quiso manifestar su Gloria y su Poder en su vida.

El Señor permitió una transformación en la vida de Ale y en nuestra familia a través de esta experiencia: nuestra unidad y amor al Señor se acrecentaron, nuestra Fe se fortaleció, el Señor nos dio un corazón agradecido por darnos la oportunidad de ser tus testigos, É1 nos dio las capacidades físicas y materiales para ser sus instrumentos en todas sus terapias de rehabilitación. En todo este tiempo no experimenté cansancio ni fatiga, pues solo quería contribuir a la recuperación de Ale.

¡Gracias Señor por permitirme ver con asombro su recuperación, el retomar de nueva cuenta todas las habilidades que se habían perdido por el traumatismo, el disfrutar con ella y el gozarme en la Misericordia de Dios pues fue sorprendente su recuperación!

En el mes de Diciembre de ese mismo año, el neurólogo la evaluó nuevamente y, para la mayor Gloria de Dios, su cerebro estaba perfectamente bien, todas sus habilidades se habían recuperado; solo había la cicatriz del traumatismo, igual que otras cicatrices que quedaron en su cuerpo como señal de la Manifestación de la Gloria y del Poder de Dios.

El médico la dio de alta y nos animó a inscribirla en la Universidad. Finalmente, para mayor Gloria de Dios Ale se recibió de Licenciada en Administración Financiera, algo que le demandó mucho esfuerzo y gran ayuda de Dios.

Hoy en día Ale está felizmente casada con Gerardo, que es un hombre de Dios que conoció en Comunidad Jésed y viven en Seattle. Pero Dios no se olvida de Su Alianza y ellos participan en la Comunidad de Seattle y de Vancouver y sirven en el cuidado de jóvenes y niños. No cabe duda que el Señor es fiel a sus promesas.

Muchas gracias, Señor, por tu Amor, por la oportunidad de buscar y encontrar tu Rostro y por la obra que estás haciendo en nuestras vidas.

Bendito sea su Nombre desde ahora y para siempre. Amén.


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