miércoles, 5 de julio de 2023

El Señor siempre cumple sus promesas

Irving Villanueva y su familia nos comparte como El Señor siempre cumple sus promesas
Irving Villanueva y su familia

EI Señor siempre cumple sus promesas

Somos una familia muy amada y bendecida por el Señor, Él ya tenía el plan perfecto para nuestras vidas desde la eternidad, desde la manera tan curiosa en que conocí a la que hoy es mi esposa, hasta la llegada de nuestro tercer hijo, y lo mejor de todo es que no existe un "final feliz", ya que Dios no tiene final, lo que tenemos es la esperanza de gozar de su presencia por siempre, esta es la historia de Celia e Irving Villanueva Buenrostro, todo por la Gracia del Señor.

Dado que mi esposa y yo conocimos al Señor desde MCU, y fue ahí donde recibimos el llamado de vivir en comunidad en el Sector Universitario, donde fuimos formados y vivimos intensamente este tiempo, en el servicio y en la evangelización. Después, en el Sector Solteros, fue que comenzamos la etapa de cortejo y noviazgo, convencidos de que el Señor nos tenía destinado el uno para el otro, y que este modo de vida era el que queríamos para alcanzar la santidad.

Al comprometernos comenzamos a tener las pruebas, pues Celia perdió un empleo y tuvo cierta dificultad para establecerse en otro, pero confiábamos en Dios; y en nuestro tiempo de compartir y planear la forma de llevar nuestro futuro matrimonio, anteponíamos el deseo de agradar a Dios y no le pedíamos ni lujos ni comodidades, solamente lo suficiente para tener una vida digna y sencilla para poder educar a nuestros hijos en generosidad y en humildad.

El gran día por fin llegó, el 22 de junio del 2002 recibimos el sacramento del matrimonio de manos de Mons. Jorge Cavazos, actual Obispo Auxiliar de nuestra arquidiócesis. Desde siempre estuvimos abiertos a recibir los hijos que Dios nos quisiera dar, según los votos que hicimos en el altar cuando nos casamos; y la primera notica llegó 6 meses después, el 24 de diciembre del mismo año. Celia se realizó una prueba casera de embarazo que resultó positiva, pasamos la mejor Noche Buena hasta entonces, llenos de alegría y gratitud.

Dos días después, mi amada comenzó con sangrado que no se detuvo por espacio de una semana, tomó medicamento, guardó reposo absoluto, pero Dios ya tenía su plan y el bebe no se logró, fue un golpe terrible, no fue nada fácil superar ese momento.

Inició nuestro caminar de Jerusalén a Emaús, el Señor estaba con nosotros pero no lo reconocíamos claramente, cada mes era esperar a que lográramos encargar a un bebé. Vuelvo a insistir que el Señor tenía un plan, por tanto, como a un año de casados comenzamos a servir en MCM, decidimos entregarnos más a esa actividad, primeramente para ser instrumentos de Dios en la evangelización de matrimonios, y en segundo lugar para no centrar nuestro pensamiento en el deseo de tener hijos y se convirtiera en una obsesión. Debido a que cuando estábamos en nuestro hogar todo estaba en su sitio, había silencio y tranquilidad, Celia y yo nos preguntábamos si eso algún día iba a cambiar, la casa se nos hacía muy grande para los 2, la mesa yo la veía enorme, los cuartos eran usados más como bodega. 

Pero la promesa llegó, en enero del 2004, estando en una junta del staff de MCM, nuestro coordinador había invitado a un hermano con un don fuerte de oración, y estando orando en lenguas, le pedíamos que nos diera el don de poder interpretar las lenguas y poder conocer más fielmente su voluntad. En un momento dado que el hermano estaba orando en lenguas a mi lado, entendí claramente que decía: "Y tendrán un hijo", mi primer pensamiento fue que estaba yo tan obstinado con la idea de ser padre que ya me estaba imaginando cosas, solo que al terminar la oración y comenzar a compartir sobre la misma, una hermana comentó que había escuchado algo sobre un hijo. En ese momento me quedé paralizado, sentí como si la sangre se me congelara y el hermano (que en ese momento estaba sentado junto a mí), nos dice: °Efectivamente, el Señor habló de la bendición de un hijo para este año y esa bendición es para él", y tocó mi hombro.

Fue algo indescriptible, no podía haber error, este hermano no nos conocía, era una Palabra del Señor, una promesa que sin merecerla Dios me hizo; pero como siempre, los tiempos del Señor son diferentes a los de los hombres, fueron pasando los meses y no pasaba nada, Celia y yo empezamos a considerar que tal vez la Promesa era una invitación a la adopción.

Llegando septiembre del 2004, el Señor nos dio un adelanto del regalo tan enorme que nos estaba preparando, recibimos la invitación para hacer el Compromiso Solemne en el marco del XXV Aniversario de la comunidad Jésed. Fue todo un gozo para nosotros como familia, aceptar la invitación del Señor a vivir comunidad por el resto de nuestras vidas, pero el tiempo seguía su marcha y no teníamos noticias de la Promesa del hijo.

Pasamos las fiestas decembrinas y en los primeros días de Enero del 2005, Celia me comenta que tiene un retraso de varios días, y decide hacerse nuevamente una prueba casera, como ya eran varias las que se había realizado y todas con el mismo resultado, no quería sufrir una nueva decepción, por lo que me retiré a otra habitación a tratar de hacerme a la idea, de que como lo más seguro es que fuera de nueva cuenta negativa, cómo iba a enfrentarlo.

Pero mi compañera de todas mis luchas, mi complemento, el amor de mi vida, me llama y voy corriendo hacia ella, la encuentro llorando y me muestra la prueba POSITIVA, lloramos juntos de alegría y nos pusimos a darle gracias a Dios y le pedimos su fuerza y sabiduría para ser los mejores padres para nuestro bebé, hicimos cuentas y la Promesa se cumplió como el Señor lo dijo, antes de terminar el 2004 fue que se dio el embarazo.

En septiembre del 2005 nació nuestra hija Celia María; 19 meses después, recibimos en abril del 2007 a nuestra hija, Elisa Victoria; pero cuando Dios da, da a manos llenas, y en Junio del 2008 nació nuestro primer varón, Irving.

Ahora en nuestro hogar hay una vida tan intensa, juguetes por todos lados, galletas entre los cojines de la sala, paredes rayadas con crayones, esquinas despostilladas, manchas de no sé que comida en las sillas del comedor, gritos, risas, llantos, juegos y 3 sonrisas que a mi esposa y a mí nos llenan de gozo, pues vemos en ellos el reflejo de Dios. 

Y lo mejor de todo, es como comentaba al inicio, esto no es un final feliz, es mucho más, es la certeza de que "EL SEÑOR SIEMPRE CUMPLE SUS PROMESAS" y esperamos un día verle cara a cara por toda la eternidad.


La Gloria y la Alabanza sean siempre al Señor.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los más leídos