sábado, 15 de julio de 2023

Gracias a Dios por sus obras

Elsa Aburto de Marenco nos comparte el nacimiento de Pablo su hijo
Elsa Aburto de Marenco


Acción de gracias a Dios por su amor y su misericordia para con Pablo y para nuestra familia

Eran aproximadamente las 11:30 de la noche cuando sentí que la fuente se rompía. Al menos eso parecía ser ese líquido que salía como un río de mí. Llamé al doctor por última vez en el día y fue cuando me dijo que era inminente: Pablo nacería muy pronto.

Este era mi primer parto y me sentía nerviosa y a la vez feliz por tener la dicha de al fin conocer a mi primer hijo. Era un bebé hermoso que por ser un poquito prematuro pesó 2.750 gramos y midió 51 cms. Todo estaba en orden, aunque al terminar el trabajo de parto y la cesárea me encontraba agotada. El día entero pasó sin contratiempos.

Recibimos visitas de muchas personas que nos acompañaban en el gozo de tener a Pablo en este mundo.

Al despertar a las 7 de la mañana del día siguiente, lo primero que escuché fue la VOZ de Sergio (mi esposo) diciéndome que teníamos que entregar a nuestro hijo en las manos de Dios nuestro Padre, pues el doctor indicó que lo iban a someter a un cateterismo cardiaco. Su corazón no estaba funcionando correctamente, desde el nacimiento padeció una obstrucción en una de las válvulas. Me incorporé en la cama y oramos y lloramos, lo pusimos ante el altar de Dios y me despedí de él, ya que se lo llevaban a otro hospital.

Así es como comenzó nuestra aventura de ser papás de un niño tan especial. El cateterismo salió bien aunque no lo suficiente. De ahí en adelante vivimos una verdadera montaña rusa de emociones, puesto que las complicaciones en su salud afloraban a cada momento Cada día era un reto para sobrevivir y el campeón luchaba por la vida.

Es increíble ver las ganas con que los bebés en situaciones tan extremas luchan y se sobreponen a cada uno de sus grandes obstáculos. Algunas de esas dificultades (y que sorteamos de la mano del Señor) fueron: un segundo cateterismo, una operación del píloro y otra operación para el reflujo, dado que no podía mantener los alimentos en su estómago, dos cambios de sangre, ictericia y la subida de la bilirrubina a niveles peligrosos.

Pero el más terrible de todos fue que debido a una fuerte convulsión, le hicieron varios estudios y diagnosticaron que Pablo no caminaría o no sería capaz de hablar.

Vivimos un día a la vez, a veces con noticias buenas y a veces malas; pero siempre con la oportunidad de entregar a nuestro Isaac en el altar.

Algo hermoso que recibimos en este tiempo, fue el apoyo incondicional de nuestra familia y de hermanos de comunidad Jésed; literalmente cientos de visitas, llamadas y correos de esta y otras comunidades con el mismo mensaje: "estamos con ustedes en oración".

Nos visitaban a veces hasta 30 personas a la vez, y no teníamos lugar en la sala de espera del hospital para recibirlos.

Eso me mantuvo firme, con la convicción de saber que Dios me ama a través de Su pueblo y a mi hijo también.

Pasó un mes y medio de esto y finalmente dieron de alta a Pablo, superando sus problemas principales. 

El dolor físico de Pablito no cesó, pero él siguió luchando hasta que con mucho esfuerzo se recuperó. 

Hace 7 años de esto y después de terapias, muchos doctores, lentes y aparatos auditivos, hoy podemos decir con mucha alegría que ¡toda su persona es un milagro! Lo veo crecer, al lado de sus dos hermanas, que también son una gran alegría y bendición.

Hoy va a la primaria como un niño normal, practica karate y come como si estuviera en plena adolescencia.

Al acompañar a Pablo no me olvido de las obras de mi Dios y no puedo dejar de decir que la Gloria sea para El por los siglos de los siglos.


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