martes, 2 de mayo de 2023

La bendición de vida y sanación de Gerardo

Gabriela Ríos nos narra su testimonio de la vida y sanación de su hijo Gerardo Ávila Ríos
Laura Gabriela Ríos de Ávila y Germán Ávila


Testimonio del nacimiento y sanación de Gerardo

Laura Gabriela Ríos de Ávila

Pasábamos por una crisis económica y después de haber revisado minuciosamente el presupuesto, mi esposo dijo abiertamente, que ya no deberíamos tener más hijos, no hasta que la situación se estabilizara. Tres semanas después, nos dimos cuenta que estábamos esperando a nuestro tercer hijo. 

Tras la espera y la incertidumbre de cómo le íbamos a hacer, el día del nacimiento llegó, y un varón hermoso y muy risueño vino al mundo, y las muestras de amor y apoyo de nuestro pueblo Jésed no se hicieron esperar.

Desde que nació, Gerardo se ha caracterizado por ser un niño muy tranquilo y alegre, a su corta edad nos transmitía optimismo ante nuestra situación, y pareciera que a través de su sonrisa nos dijera que tuviéramos fe en Dios.

Y así lo hizo, cuando a los 4 meses de edad enfermó de gravedad y tuvo que ser hospitalizado. El diagnóstico era púrpura., causada por un virus y debido a esto, su sistema inmunológico reaccionaba en contra de él. Además, por sus bajas defensas, fue atacado por otro virus y no podían medicarle, porque sus plaquetas bajarían aún más.

El medicamento para elevarle las plaquetas no hacía efecto, y nos alertaron diciéndonos que tendrían que hacer estudios para descartar leucemia si no reaccionaba en unas horas más.

Durante su tiempo en el hospital, Gerardo no paraba de sonreír con las enfermeras y médicos que lo visitaban, y ya se había ganado admiradores; a pesar de su estado físico siempre estuvo contento.

Para nosotros era como la sonrisa de Nuestro Señor Jesús, transmitiéndonos esperanza. 

Afortunadamente, tres días después de haber sido internado, el medicamento comenzó a dar resultado y pudieron comenzar a controlarle la gripe que había pescado.

Habíamos llegado al hospital un sábado por la tarde, y el miércoles lo estaban enviando a casa; controlado pero no sano. Estábamos listos para salir, solamente esperábamos a que llegara mi esposo a recogernos, cuando entró a la habitación de Gerardo mi querida hermana Rebeca de Salazar, que al igual que muchos hermanos y hermanas de la comunidad, estuvo intercediendo por la salud de Gerardo. 

Ella me dijo que iba a orar por él especialmente. Los médicos nos habían dicho que el proceso para que volvieran las plaquetas a la normalidad era bastante largo, hablaron de años, y en ese tiempo habría que tener cuidados especiales. Rebeca sabía eso, y en oración le íbamos a pedir a Dios porque ese proceso fuera lo más corto posible.

Pues, mis hermanos: salimos el miércoles del hospital y Gerardo tenía un nivel de plaquetas poco alentador, pero el viernes que lo llevamos a lo que sería la primera de muchas citas con el médico, Gerardo estaba totalmente recuperado: sus niveles de plaquetas estaban en los niveles normales.

El médico se mostró contento, pero no quería declararlo sano sino hasta ver otro análisis quince días después. Pero mi esposo y yo sabíamos que Dios había escuchado la petición de Rebe y de su pueblo Jésed, para mostrar cuán grande es. Quince días después, el especialista lo dio de alta y delante de nosotros le dio gracias a Dios.

Finalmente, quiero decir que estoy muy agradecida con Dios por formar parte de este pueblo Jésed, porque siempre mi familia y yo nos hemos sentido muy amados por nuestros hermanos, pero el día que enfermó Gerardo, pudimos experimentar la bendición y la gracia de la oración de cada uno de ustedes.

La situación económica va y viene, pero la fe y esperanza en Dios perduran.


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