miércoles, 10 de mayo de 2023

Nada es imposible para Dios

 

Bernardo Carmona y Diana Perla Zamora de Carmona nos cuentan su testimonio de como Dios les regaló el don de ser padres.
Bernardo y Diana Carmona

Nada es imposible para Dios... La promesa cumplida 

Nos conocimos sirviendo en la misión de Ven y Sígueme y nos casamos el 7 de Marzo de 1997. estamos casados y tenemos la fortuna y el privilegio de tener 2 preciosos hijos, Bernardo Emmanuel y la menor, Diana Alexia.

Al casarnos, buscamos como algunas parejas el acoplarnos y el dejar un año para inmediatamente después tener hijos; como si pudiera lograrse con el sólo hecho de desearlo.

Buena fue nuestra sorpresa que, al buscar el embarazo por todo un año; el deseo (y ahora, convertido en anhelo) no llegaba a fructificar, y no lográbamos el objetivo. Empezamos a preocuparnos un poco por tal situación y buscamos la orientación y ayuda de la ciencia médica.

Iniciamos la búsqueda del "problema" con la asesoría de un ginecólogo; ambos nos sometimos a análisis. En agosto del 2000 Diana se sometió a una cirugía de exploración para ver que ocurría, y el resultado fue causa no explicada. Dos años después fue necesaria otra cirugía, pues los medicamentos ocasionaron la formación de un quiste en un ovario.

Durante todo ese tiempo, esperábamos con ansiedad después de la primera operación, que ocurriera ahora el tan anhelado embarazo; para que se cumpliera lo que el Señor nos pedía al casarnos, multiplíquense... (¿Pero cómo?, si no podemos...).

Cada 28 días o un poco más, venía el desencanto por no venir el embarazo. Tal situación nos llevó y diríamos, nos orilló, poco a poco y cada vez más, a buscar ir a misas de sanación; hermanos y hermanas muy queridos oraban por nosotros e intercedían para que el Señor nos concediera el don de ser padres. 

El Señor permitió esto para que descubriéramos un Dios vivo entre nosotros y que estaba muy al pendiente de nuestra necesidad, pues El nos concedía muchos regalos espirituales y sobre todo nos prometía la bendición de los hijos; usaba a los hermanos e incluso personas que ni siquiera nos conocían, y nos daba esos pequeños detalles de su amor infundiendo en nosotros una fe expectante a través de palabras proféticas, citas bíblicas, visiones.

ÉI nos mostraba y nos decía que esto que pasaba era para que se manifestara la gloria de Dios en nuestras vidas y que en el tiempo de Dios podríamos ver su promesa hecha realidad, pues es imposible que Dios deje de cumplir sus promesas. El, en su infinito amor misericordioso, nos estaba formando y puliendo, pues fuimos como barro en manos del alfarero todo ese tiempo.

Por otro lado, ya habíamos iniciado con entrevistas, pláticas y Ilevamos papeles para tramitar la adopción de algún pequeño. Pasaron unos larguísimos 7 años para ver una manifestación documentada, palpable, genuina y maravillosa que el Señor nos regaló, en su bondad.

Un viernes 12 de septiembre del 2003, fuimos ambos a una plática que impartió un Sacerdote Franciscano, llamado Joseph Scerbo, junto con el traductor, también sacerdote, Presbítero Hinojosa, sobre el poder de la oración en la práctica médica dirigida al sector salud.

Al final de la plática; nos acercamos a él y le comentamos nuestro caso, y le solicitamos que orará por nosotros en algún momento de sus oraciones, y ni tardo ni perezoso, nos dijo: "Vamos a orar". En ese preciso instante, nos tomó de las manos; estábamos los 3 arriba del estrado. orando. De pronto, Diana tuvo un descanso en el Espíritu y pudo ver una luz muy brillante, pero fácil de visualizarla.

Seguimos en oración en el suelo y al final, el Presbítero Joe Scerbo, me invitaba a poner las manos sobre el vientre de Diana y "realmente a creer y dar gracias" de que su útero podía dar vida, y que ese día el Señor había hecho su obra en nosotros.

Nos salimos regocijados con el Señor y con fe de que había hecho lo que tanto anhelábamos.

El domingo 21 de septiembre del 2003, en una Asamblea General se expuso el Santísimo; se pidió que se pasara para hacer oración por las hermanas y los hermanos que tuvieran alguna necesidad, enfermedad, etc. Diana pasó y oraron por ella. Uno de los hermanos recibió una palabra del Señor (palabra de conocimiento) donde decía que Dios estaba bendiciendo a una mujer que tenía años sin poder concebir, y en poco tiempo iba a poder embarazarse. Sabíamos que se refería a Diana, a nosotros.

Al mes aproximadamente de la oración inicial, al ver el retraso de la menstruación, al platicar con el ginecólogo y al ver los resultados de los exámenes, confirmamos lo esperado: estábamos embarazados.

Al ir con el doctor, después de unos días, vio los resultados no adecuados para embarazarse: el perfil hormonal; y realizó una ecografía a Diana donde pudimos apreciar los latidos de un nuevo ser, de nuestro primer hijo, de la promesa cumplida. El mismo confirmó y nos dijo que nosotros éramos testigos del poder de Dios y dijo textualmente: "Una mujer con estos niveles hormonales es imposible que pueda embarazarse médicamente, pero para Dios nada es imposible" . Los análisis mostraban que ese mes no había ocurrido la ovulación; sin embargo, sí era un embarazo confirmado. Y esto, mis hermanos, sólo Dios lo puede hacer pues solo ÉI es el dueño de la vida y solo ÉI tiene el poder de darla y quitarla.

El Señor cuando hace las cosas las hace completas, y no se le pasa ningún detalle: a los ocho meses de edad de Bernardo Emmanuel, recibimos la noticia de otro maravilloso regalo del Señor para complementar nuestra familia con una preciosa niña, a la que le pondríamos, Diana Alexia; en ese momento entendimos la cita de Jeremías 54, que fue una de las muchas palabras que el Señor nos regló durante este tiempo.

Para gloria de Dios, dimos testimonio en una Asamblea General el día 5 de octubre del 2003.

¡Bendito sea el Señor! ¡La Gloria sea para ÉI!


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