domingo, 30 de abril de 2023

Pedagogía de Dios

Laura López nos narra como Dios le ha ido instruyendo en su vida, con amor, de fe en fe y de gloria en gloria
Laura López de Sáez


Pedagogía de Dios

Laura Irene López de Sáez


Hace 30 años, en el verano del 1979, tuve un encuentro personal con el Señor en una reunión carismática en la ciudad de Reynosa, Tamaulipas. Al mes, ya podía experimentar la VOZ del Señor hablándome y mostrándome su amor.

Una de las frases que me dijo en ese tiempo fue: "Te voy a hacer una oferta que no podrás rechazar" (cualquier semejanza con la película de El Padrino es mera coincidencia). Y aunque algunas veces he querido rechazar esa oferta, porque entre más me da, sé que más me va a pedir, su ternura, su fidelidad y su gracia me sobrepasan.

Una de sus enseñanzas más importantes para mí ha sido la "Parábola del Cero" . Hace como 28 años me tocó dar una charla en una asamblea de la Renovación y me sentía sumamente nerviosa e insegura, pero me preparé lo mejor que pude. A la hora de dar el tema me temblaban las piernas y me daban ganas de salir corriendo del lugar, pero le dije: "Señor, para tu gloria" y le seguí, a los pocos días me dijo un hermano que no había asistido que le dijeron que me había aventado un diez y en ese momento me cayó el veinte" y le dije: Sabes, yo puse mi cero y el Señor puso el uno donde Él quiso

Desde entonces, cada vez que me piden un servicio, trato de poner mi cero y ÉI hace el resto.

Otra verdad espiritual que me ha repetido continuamente es: Te quiero despejada, como una variable -esa soy yo, cambiante, inconstante, infiel a mi Señor- en una ecuación de 1, 2 o 3 grado. Despójate de todo lo tuyo: tus ideas, anhelos, intenciones, concepciones y elucubraciones muy lógicas o ilógicas, concretas o abstractas.

Así como estas, muchísimas muestras de la paciencia y enseñanza de mi Señor para conmigo, pero como no es mi autobiografía, sino una pequeña florecilla, pues aquí les van un poco de números y porcentajes:

30 años de conocer al Señor (durante los cuales Él me ha llevado "de gloria en gloria" y de victoria en victoria" . A pesar de mí misma).

23 años de pertenecer a este Pueblo suyo muy amado que es Jésed (rodeada de hombres y mujeres de Dios, santos, fieles y en pie de lucha). He estado en la Comunidad desde 1986. En ese año me vine de Reynosa, pues mis hermanas (las otras López) ya pertenecían a la Comunidad, y estaban viviendo en casa de hermanas. Yo estaba en la Comunidad de Reynosa y había estado un año en San Luis Potosí, pero al conocer Jésed quedé cautivada y pues, heme aquí. Casi 21 años de estar casada con su amadísimo hijo "Luish Ma" como lo llaman por ahí sus queridos Bro s, (el Señor en Su fidelidad por mí, me lo trajo de muy lejos).

19, 17 y 16 años de ser mamá de tres hermosos (en lo fisico, espiritual y emocional) críos y criollos también. (Ya sé, lo siento... mamá gallina). La comunidad ha sido una grandísima bendición en nuestra formación como esposos, padres y apoyo para nuestros hijos.

15 años de trabajar en un colegio legionario, también gran bendición para mi vida... pues me ha abierto y ensanchado mi corazón por nuestra Santa Madre la Iglesia, por la cual todos debemos estar dispuestos a dar la vida en Unidad.

Algunos porcentajes:

58 /% de mi vida de conocer al Señor.

44 % de ella recibiendo innumerables bendiciones de todo tipo como miembro de este Baluarte.

40% siendo Alta Ejecutiva, Sub-directora General, Socia y Accionista de la importantísima empresa Sáez-López que cotiza en la Bolsa de Valores para la vida eterna.

Como se habrán dado cuenta soy maestra de matemáticas, pero la pedagogía y las matemáticas de Dios para cada uno de nosotros son maravillosas, nos sobrepasan, y aunque podría decir muchísimo más, sólo quiero terminar diciendo:

Es para mí y mi familia un gran honor tener a cada uno de ustedes como hermano (a) en el Señor. Navegando en la misma barca, jugando en el mismo equipo, trabajando todos en la mies del Altísimo, el Rey del Universo, el Señor de Señores, el Campeón en el que somos más que vencedores, y que nos ha llamado a conquistar y tomar posesión de su Reino. Éste, hermanos, es un llamado alto, una dignidad y honor inmerecido pero que nos obliga, por amor, a responderle con todo" .


DIOS NOS AMA HASTA EL INFINITO

LE DOY 1 x 10 A LA N DE GRACIAS POR SU FIDELIDAD


sábado, 29 de abril de 2023

Accidente en Carretera

Accidente en carretera

Testimonio de la Familia Gómez García.


Era el domingo 27 de agosto de 1997, regresábamos de vacaciones, y al tratar de rebasar otro vehículo caímos en un bache, lo que ocasionó que se dañará una llanta y perdiéramos el control del auto, mismo que empezó a girar hacia delante. Como a unos 100 metros, venían en dirección contraria varios tráileres, que sólo Dios pudo ayudarnos ya que, como les comento, giramos.

Lo sorprendente es que donde se ponchó la llanta, a ambos lados eran barrancos, no sabemos cuánta distancia giró el auto hacia adelante, que cuando salimos, literalmente volando, cruzamos el carril contrario de la autopista y paró su marcha a unos 20 metros fuera de la carretera.

La protección tan grande del Señor es que caímos sobre una alfombra de hierbas tan espesa que no sufrimos daño alguno, ni el auto. ni nosotros.


¡Gloria a Dios por su misericordia!

viernes, 28 de abril de 2023

EI amor de Dios en mi familia


EI amor de Dios en mi familia

Testimonios de Margarita de Gómez, miembro de comunidad Jésed

Mi familia está formada por Filiberto Gómez, Margarita de los Santos y 5 maravillosos hijos de veintitrés, veintidós, dieciocho, diecisiete y quince años de edad. Siento la necesidad y el compromiso de agradecerle a Dios, ya que considero que me he comportado egoísta al no dar testimonio de las grandezas que Dios ha hecho en nuestras vidas.

En el 2002, uno de nuestros hijos tuvo una crisis convulsiva, y después de varios estudios le detectaron que su cerebro no se formó totalmente, y esto, según la doctora, podría ser la causa de las convulsiones; y le recetaron un tratamiento que supuestamente iba a ser de cinco años.

Gracias a Dios se lo suspendieron a los cuatro años, con el riesgo de que convulsionara, y ¡bendito Dios! Ya van dos años de la suspensión del medicamento y no ha convulsionado. Aunque esto puede sucederle en cualquier momento, ya que el problema de su cerebro no tiene solución médica, seguimos confiando en el Señor.

En el año 2006 mi madre ya tenía síntomas de Alzheimer, y en ese mismo año, después de una caída y de haber estado en cama, Dios la llamó a su presencia. Tiempo atrás, yo decía que el día en que me faltara mi madre me iba a morir, y gracias a la misericordia de Dios lo tomé con una paz que solo Dios da.

Otro testimonio de mi familia es el hecho de que hemos tenido situaciones económicas difíciles, me refiero a lo esencial, y Dios me demostró que estoy rodeada de ángeles que siempre salen en nuestro auxilio; y estoy segura de que Dios toca los corazones.

Cuando me siento deprimida Dios es mi refugio, mi auxilio. Nuestros hijos son una bendición, ya que no hay reclamos de su parte en tiempo de crisis. Sé que todo es por el amor que Dios nos tiene, y le pido que algún día me ayude a ser testigo fiel de las maravillas que ha hecho en mi vida, y en mi familia.

Hubo un tiempo en el que no teníamos seguro social ni de gastos médicos, y aproximadamente un mes después de que mi esposo encontró trabajo y le dieron seguro, en el día en que sepultamos a mi madre, Filiberto le dio un dolor y después de practicarle estudios, le detectaron piedras en la vesícula.

En esta circunstancia pudimos ver tres grandes milagros: uno, que tenía poco más de un mes con seguro y gracias a Dios lo operaron, ya que no teníamos solvencia económica para la operación; dos, la comprensión de su jefe pues tenía poco tiempo trabajando; y tres, que fue operado a los siete días de que le detectaran el problema. En el seguro es difícil que te operen tan rápido y yo sé que fue obra de mi Dios.


jueves, 27 de abril de 2023

Mi vocación, un regalo de Dios




Ofelia Garza nos presente su testimonio de como Dios le guió al discernir su vocación.
Ofelia Garza de Siller

Mi vocación: Regalo de Dios Ofelia Garza de Siller

Cerca del año 1992, estaba buscando en oración que el Señor me confirmara mi vocación. Yo era integrante del Sector Universitario de la comunidad Jésed y solíamos ir a misa los domingos a San Juan Bosco, misa que oficiaba el Padre Gerardo Cárdenas. Era tal el fuego y ardor que experimentaba en mi corazón, que le decía constantemente al Señor: La vocación que tú quieras para mí, esa será la mejor, y estaré feliz.

Entonces ayuné, platiqué con personas que me ayudaran a definirme. Fue un tiempo de fe, gracia y bendición. Por otra parte, sentía en mi lado humano el deseo por casarme y formar una familia santa, dar a la iglesia los futuros santos del mañana. Pero no quería que mi deseo se antepusiera al de Dios. 

Fue así que acababa de comulgar y en mi diálogo interior con el Señor, yo le preguntaba: ¿En dónde me necesitas más? ¿Qué vocación me das? Cuando de pronto una mujer se paró delante mí. Yo estaba de rodillas en la alfombra, cerca del altar, con toda la "muchachada" de la época.

Esta mujer vestía una túnica larga, tenía una preciosa cadena con una gran cruz decorada con piedras de colores que brillaban. Me tocó el hombro y me dijo: "Hermanita", - yo abrí mis ojos y la miré, y ella continuó: "Dice el Señor que no te preocupes... tú le estás preguntando algo al Señor y Él te dice, que lo que tú escojas, él lo quiere para ti, que EI se goza contigo y te bendecirá". ¡Me quedé muda!. 

Esta mujer entró al cuarto del Santísimo y a los cinco minutos entré yo detrás. Sentía tanto gozo y agradecimiento con mi Dios, por esta manifestación extraordinaria, que dejé de pensar en la mensajera.

Al terminar mi oración me percaté que ella no estaba en la habitación. Nunca más la volví a ver. Pero supe que lo importante no era el mensajero sino el mensaje.

Dios me había hablado de un modo distinto. Mi corazón se llenó de euforia, alegría y gratitud por meses.

Pasado el tiempo formé una maravillosa familia con José María Siller; nos conocimos en el Sector Solteros, hemos tenido 4 hijos y somos plenamente felices, ya con 10 años de Matrimonio.

Ahora formamos parte del Sector Sur de la Comunidad Jésed. Podemos ver que nuestra familia ha estado muy llena del amor de Dios y estamos sumamente agradecidos, así como también con nuestra mamita María, que nos ha cuidado con su mirada de amor.

Pues el amor de Dios lo cubre todo, lo llena todo y sacia toda sed. De esto doy testimonio.



miércoles, 26 de abril de 2023

El milagro de Lulú

Más vale que Lulú llore en la cochera a que todos lloren juntos en un hospital, así le habló Dios a Tere para proteger a su hija
Lulú Martínez y Tere Brambila


Más vale que Lulú llore en la cochera a que todos lloren juntos en un hospital


Tere Brambila de Martínez

Este hecho pasó en la primavera de 1994. Era un sábado por la mañana en el que estaba en la banqueta de mi casa con 4 de mis 5 hijos cortando ramas de un árbol y recogiendo sus hojas.

Mis tres hijos mayores, Paola de 7 años, Mickey de 9, y Manolo de 10, estaban trabajando junto conmigo, pero Lulú que sólo tenía 2 años sólo jugueteaba con nosotros. Lulú, por su corta edad, no entendía la importancia de no bajarse de la banqueta a jugar o a corretear. Mi casa está localizada en una avenida la cual no tiene mucho acceso de carros, sin embargo, tiene la suficiente afluencia como para ser peligrosa para un niño que juega sin pensar en que puede tener un accidente.

Mientras yo cortaba las ramas, continuamente tenía que estar regañando a Lulú y subiéndola a la banqueta, pero como era de esperarse por su edad, ella no entendía el porqué le pedía yo que no se bajara a la calle. Ya no sabía qué hacer con ella, por lo que pensé en meterla a la cochera que tiene reja, para que ella nos viera desde un lugar seguro sin necesidad de estar en peligro; sin embargo, me imaginé que si hacía esto ella iba a llorar y decidí no meterla, y en vez de eso obligarla a sentarse en un registro de metal de la Comisión Federal de Electricidad, que está precisamente afuera de mi casa.

Más tardé yo en decirle a Lulú que se sentara ahí, que ella en pararse y bajarse de la banqueta para jugar con sus hermanos. De pronto escuche una VOZ en mi mente que me decía: ¿Qué esperas para meter a Lulú a tu casa? Más vale que Lulú llore en la cochera a que todos lloren juntos en un hospital a consecuencia de un accidente.

La VOZ era tan clara y hablaba con tanta autoridad que no dudé en hacer lo que me pidió. Obviamente como lo esperaba, Lulú empezó a llorar porque quería salir y seguir jugando con nosotros en la calle. 

Recuerdo que Manolo me preguntó que por qué no la dejaba estar con ellos, e intercedió por ella para que pudiera salir y así dejara de llorar. Yo le respondí a Manolo lo mismo que me dijo aquella VOZ: "Más vale que ella llore adentro de la casa, que todos nosotros en un hospital por algo que le pudiera pasar". Por increíble que parezca estaba apenas hablando con Manolo sobre esto cuando veo un carro que viene en reversa sin control, directo hacia mi casa. El carro se subió a la banqueta justo en el lugar donde está situado el registro de la Comisión Federal de Electricidad, y vino a estrellarse en la barda de mi casa, rompiendo y aplastando todo lo que estaba en esa dirección. Obviamente el carro quedó con un buen golpe al chocar con la barda de mi casa.

Mis hijos y yo nos quedamos atónitos al ver la escena, y una vez pasada la sorpresa les platiqué del milagro, de como Dios me había pedido que metiera a Lulú para salvarla del accidente. Esta fue una experiencia maravillosa, donde toda la familia pudimos experimentar el amor y cuidado personal que tiene Dios con cada uno de nosotros.

Aparentemente este carro estaba estacionado unos metros arriba de mi casa, y el conductor, al encender su carro, perdió el control del mismo y no pudo parar al carro que se venía cuesta abajo hacia mi casa, hasta que chocó con la misma.

Le doy gracias a Dios por todas las bendiciones que no ha dado, pero principalmente por todos los milagros patentes que ha hecho en mi vida y en la de mi familia.

martes, 25 de abril de 2023

Nadie que se siente amada por Dios puede permanecer triste

nadie que se siente amada por Dios puede permanecer triste, Esperanza nos narra la bondad de Dios ante el sufrimiento.
Esperanza y Héctor Ayala



Para la honra y gloria de Dios
Esperanza Ayala


Reconociendo Su infinito poder y misericordia, quiero contarles el milagro que viví hace unos años: era el lunes 12 de agosto del 2002, y quienes estábamos de servicio en MCM en San Francisco de Asís (en Apodaca), nos preparábamos para el primer retiro que los matrimonios de esta Misión iban a vivir el siguiente fin de semana.

Yo, con el corazón dispuesto para este servicio, pero al mismo tiempo con una gran pena en el alma, pues mi hermana Sara, después de una dolorosa enfermedad, pasaba por sus últimos momentos.

Esa noche, al estar orando unos por otros, mi querida hermana Gloria Luna nos compartió una visión, en la cual había visto que la Virgen María me tenía en sus amorosos brazos. Esta fue la primera de muchas bendiciones que a lo largo de esa semana iba a vivir.

La madrugada del jueves 15, mi querida hermana se encontró con su Creador. Triste, pero confiando en la misericordia de Dios, sentí una paz que solamente quien se sabe amada por ÉI la puede experimentar. Mis queridos padres, abatidos, pero fuertes en el amor de Dios, vivían su dolor, al igual que mis cuatro hermanos.

Al día siguiente, con un profundo dolor pero con la plena confianza en Dios, la sepultamos; yo, sintiendo que había cumplido con ella, me disponía a servir a mis hermanos de la Misión en la Vivencia Matrimonial, pero en el camino del panteón a mi casa, me invadió una profunda tristeza, un temor espantoso, un llanto sin fin, y Héctor, mi amadísimo esposo, apoyándome como siempre, me hablaba con ternura, de cuánto me amaba Dios, y de lo feliz que estaba mi hermana a su lado; pero yo seguía llorando desesperadamente sin encontrar consuelo, y para ese momento sin ánimo de ir al retiro, parecía que en un segundo había perdido completamente mi fe.

Mi esposo, sabiamente, asumiendo su papel de pastor y viendo cómo su oveja asustada no encontraba el rumbo, me habló con amor, pero con santa autoridad, y me retó con estas palabras: "Está bien, entonces ve y diles a los matrimonios que Dios no existe, que todo es mentira"; palabras que me hicieron reaccionar elevando esta oración; Señor, yo quiero servirte, pero siento que en lugar de ayudarte te voy a estorbar, por favor ayúdame, te necesito, en realidad quiero servirte.

Y tomando una fotografía de mi hermana (¿para qué?, más adelante les contaré), nos encaminamos al lugar de reunión y, al llegar, el enemigo -que siempre esta al acecho para mortificarme, se valió del comentario que hizo una persona cuando me vio: ·¡Pero cómo! ¿Qué estas haciendo aquí, si acabas de sepultar a tu hermana?, palabras que me volvieron a la realidad, provocando nuevamente el interminable llanto, parecía que no había manera de salir de ese pozo en el que cada vez me sentía más y más hundida; pero el buen Dios, haciendo Honor a Su Nombre y mostrándome una vez más su infinito amor, me sacó de esa penumbra, y me llevó del llanto a la alegría, de la obscuridad a la luz, por medio de una oración en la que me hacía saber que no debía preocuparme por mi hermana, que ella estaba bien. Era lo que necesitaba saber para poder concentrarme en el servicio que tenia que dar.

Fue tal el gozo que experimenté, que era difícil creer que aquella oveja que momentos antes se sentía abatida y triste, era esa misma que ahora estaba inmersa en una profunda alegría; pero así es el Buen Pastor que, cuando va en busca de la oveja perdida, sana todas y cada una de sus heridas, y nadie que se siente amada por Dios puede permanecer triste; este gozo permanece en mí, hasta el día de hoy.

Al día siguiente (ahora les cuento lo de la fotografía) al entrar en la Capilla para hacer oración, la foto de mi hermana que había pegado a mi gafete se cayó, no le di importancia, la recogí y la coloque en su lugar, me arrodillé ante el Santísimo e hice oración.

Al salir, la foto se volvió a caer en el mismo lugar que había caído antes, me regresé y le dije a mi Señor: Sé que me quieres decir algo, pero no entiendo, por favor háblame claro. En ese momento se me abrieron los oídos de la fe, y oí claramente este mensaje: Sara me conoció en vida y me reconoció como su Salvador, ahora está conmigo alabándome todo el tiempo, dile a tu familia que no se preocupen, que todo está bien, que el dolor va a pasar, promesas que el Señor ha cumplido fielmente.

Por si fuera poco, ese mismo día en la noche, al entrar a mi cuarto, vi reflejada en la pared la imagen de la Santísima Virgen María que me confirmaba la visión que les contaba al principio, con estas palabras: ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre?

He apoyado en muchos retiros, y en todos he visto las maravillas de Dios, pero en lo personal, éste ha marcado mi vida de una manera tan radical, que a partir de esta experiencia asisto todos los días a la Santa Misa, al principio buscando consuelo a mi dolor, pero ahora lo hago convencida de la necesidad que tengo de alimentarme diariamente de Jesús Eucaristía.

Con un profundo agradecimiento a:

Héctor, mi amadísimo esposo, que con su amor y apoyo me ha confortado; a Mario y Tere Flores, instrumentos de Dios para ayudarme a aceptar Su voluntad, y quienes hasta el día de hoy preguntan por mi familia; Ernesto y Anita Perales, Rubén y Rosario García, Concho y Gloria Luna, amadísimos hermanos que conocieron personalmente a mi hermana, y que con su compañía y palabras de aliento, hicieron más Llevadera su enfermedad; Martín y Tina Farías, que con su sabiduría, le aclararon todas sus dudas, cuando estuvo a punto de convertirse en Testigo de Jehová, y, por supuesto, a todos aquellos que con sus oraciones me han favorecido.


Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos O propiedades por causa de mi Nombre, recibirá cien veces más, y tendrá por herencia la vida eterna" (Mateo 19,29).


¡Que Dios los bendiga a todos!

¡Jesús resucitó, Aleluya!


lunes, 24 de abril de 2023

El milagro de vivir

La familia Valdés nos narra la dura prueba que han pasado de la mano del Señor y El milagro de seguir vivo, para Gloria de Dios
Gerardo Valdez y familia

Testimonio de Gerardo Valdez y su familia

Damos gracias al Señor por este pueblo JÉSED, en el cual en su inmensa misericordia nos ha insertado. 

Gracias Padre por este 30 Aniversario. Por todos los milagros y prodigios que has obrado. Hemos sido testigos de su obra maravillosa en medio de nosotros, en estos casi 20 años; hemos pasado muchas pruebas en las que Dios nos ha confortado y tomado de su mano como (por ejemplo) falta de trabajo, enfermedades, etc. ¡Pero también hemos recibido muchas bendiciones!

Hace casi 11 años tuvimos una prueba que sacudió a toda la familia y a la Comunidad entera. Se descubrió que mi esposo Gerardo tenía un tumor en los senos paranasales.

Unidos todos con una gran fe en El Señor y en sus promesas, nos dedicamos a orar clamando un milagro para él. El milagro se dio después de una operación, donde pudieron extirpar el tumor y pasar por una serie de tratamientos de quimioterapias y radiaciones.

Después de 8 años volvió a aparecer el tumor que amenazaba con entrar al cerebro; todos juntos nos volcamos al Señor, iniciando otra jornada de oración, clamando de nuevo a Él por otro milagro en la vida de Gerardo. Parecía que no iba a soportar que le realizaran una operación tan pesada en la cabeza, ya que le tenían que abrir el cráneo de oreja a oreja, y, una vez hecha la operación le reconstruirían el mismo. Desde el inicio de esta prueba, nos pusimos en manos del Señor, y como respuesta, Él nos prometió que mandaría Ángeles en nuestro alrededor para ayudarnos a caminar en esta prueba.

Efectivamente lo hizo, el primero fue un hermano muy querido que trabaja en el Hospital 25 (del Seguro Social); él le ha realizado estudios y nos ha ayudado para agilizar los trámites en el Hospital, para que fuera operado con la rapidez que se necesitaba (contando con su ayuda cada vez que se requiere); gracias a Dios salió bien de su operación.

A partir de junio del 2006, se ha estado repitiendo el tumor constantemente, por lo que lleva 3 operaciones donde se le tiene que abrir el cráneo, 5 operaciones por la nariz y boca, y una en el ojo por cataratas.

En marzo del 2007, después de una operación, adquirió una infección que ameritó la aplicación de un tratamiento muy fuerte, por el cual estuvo 40 días hospitalizado; pronosticaban los médicos que había mucha dificultad para que tolerara ese medicamento, ya que era una especie de veneno y, para su asombro, Gerardo, con la ayuda de Dios y las oraciones de los hermanos, lo pudo soportar.

En todo este tiempo, el amor del Señor se ha manifestado fuertemente en nosotros a través de este pueblo, el cual nos ha apoyado de diversas maneras, haciendo cadenas de oración, misas, ayunos, rosarios, donadores de sangre cada vez que lo intervienen; hermanos del Sector Poniente que se ofrecieron a cuidarlo por las noches con un esmero y generosidad impresionantes, causando la admiración y respeto del personal del Hospital y toda nuestra familia; su responsable pastoral llevándole diariamente la Comunión y orando por él; las hermanas del Sector llevándonos comida al hospital, mensajes de ánimo; un hermano doctor que a través de su medicina homeopática ha ayudado mucho a Gerardo en su recuperación; una rifa cuyo objetivo fue la de recabar fondos para la aplicación de tratamientos; hermanos que generosamente nos apoyaron económicamente, etc. Estamos muy agradecidos con Dios y con ustedes por su generosidad, lo cual ha sido para nosotros de una gran ayuda.

En marzo y abril del 2008, recibió un tratamiento basado nuevamente en quimioterapias y radiaciones, lo cual fue posible gracias al apoyo generoso de la Comunidad, Familiares y Amigos, ya que la radiación se la tuvieron que realizar en un Hospital privado.

En la resonancia que le realizaron en diciembre de ese mismo año, detectaron que volvió el tumor, el doctor nos recomendó entonces que la operación se realizara lo antes posible, pero por falta de espacio en el hospital fue programado hasta el mes de abril del 2009. Confiando en las promesas del Señor, nos pusimos en oración y pedimos en la Asamblea General por esta situación, y en la misma Asamblea nos mandó a otro Ángel para contactarnos con el Director del Hospital 25, a quien él conocía. Le expuse el caso y nos ayudó para que lo operaran en enero, saliendo, gracias a Dios, muy bien de la operación.

Los resultados de la patología indicaron que era maligno, por lo que tuvo que recibir nuevamente una serie de tratamientos para combatir el tumor. Actualmente le siguen realizando estudios para confirmar el tipo de tratamiento que requiere.

Hermanos, seguimos luchando en medio de la prueba, muy fortalecidos y con ojos puestos en el Señor, mi esposo está a punto de que le inicien los tratamientos para evitar que siga creciendo el tumor.

El Señor sabe que estamos abandonados en sus manos, Gerardo está muy confiado y en Paz, sabiendo, por medio de la Palabra de Dios, que es necesario pasar sufrimientos para alcanzar la Gloria eterna.

De nuevo, hermanos, gracias por ayudarnos a cargar nuestra Cruz.

Dios les pague con muchas bendiciones por todo el amor y generosidad que nos han brindado.

domingo, 23 de abril de 2023

Porque su promesa se cumple

 

Testimonio de Miguel Ávila y su esposa Olga Zamora, Dios cumplió su promesa de que tendrían familia
Miguel Ávila y Olga Zamora de Ávila

La promesa de Dios se cumple

Familia Ávila Zamora

Nuestro noviazgo inicia en el seno de la enseñanza comunitaria, que lo considera como una preparación para el matrimonio, por ello, dedicamos la mayor parte del tiempo a dialogar sobre diversos temas importantes, entre ellos el de la familia; dentro de este tema surgió la pregunta sobre cuántos hijos nos gustaría tener, uno decía cuatro y el otro cinco; aunque no había consenso pleno, sí quedaba clara nuestra apertura a la vida, y sobre todo, que buscaríamos la voluntad del Señor. En este contexto iniciamos nuestro matrimonio el 29 de abril de 2000.

Al cabo de nuestros primeros dieciocho meses de matrimonio nos embarazamos por primera vez, experimentamos la gran dicha del don de la vida; sin embargo, a las pocas semanas, comenzó un pequeño sangrado que concluyó en aborto espontáneo, y sin conocer la causa de esto, "no se preocupen, es algo común y normal", concluyeron los médicos.

Esta vivencia fue algo muy doloroso para mí, que además se acentuó porque nos pidieron esperar por lo menos seis meses, antes de intentar embarazarnos de nuevo. Pasaron muchos meses antes de superarlo. Dios, en su bondad, utilizó múltiples medios para amarme y finalmente, al leer un testimonio de Florecillas de nuestra Comunidad hermana, Ciudad de Dios, de Nicaragua, experimenté Su misericordia y con ello la sanación. El Señor me llamó nuevamente a vivir y exclamar: ¡Sólo Dios basta!

Después de la recomendada espera llegó nuestro segundo embarazo. Una vez más, alrededor de la sexta semana, recibimos el triste diagnóstico: "Su desarrollo se ha detenido". Fue contundente, perdíamos a nuestro segundo bebé. Por recomendación médica decidimos esperar unos días más para verificar que, efectivamente, se hubiera detenido el desarrollo.

Mientras tanto, en una asamblea general, durante el tiempo de oración, lé expresé mi angustia al Señor, especialmente sobre el hecho de que mi bebe estuviese sufriendo. Al estar con los ojos cerrados, me dio una visión donde el Señor se acercaba a mí y poniéndose de rodillas, introdujo Su mano atravesando mi vientre; vi mi interior y Su mano acariciando dulcemente a mi bebé; en ese momento me expresó que no temiese, que Él siempre ha estado con mis bebés y que les ama; de inmediato le entregué la vida de mi bebé y descansé en Su promesa, ¡no existe algo mejor que Su amor!

Días después se confirmó el diagnóstico, en esta ocasión, con el dolor en el corazón, no expresé que había perdido un hijo, sino que había ganado uno para Dios. Pude expresar que si Dios me invitaba a ser mamá de 6 semanas, sería una madre gozosa de hijos de seis semanas.

Ante esta segunda vivencia, nos recomendaron una serie de análisis clínicos que llegaron inclusive a la evaluación genética. Después de innumerables exámenes e intervenciones quirúrgicas, el resultado era halagador y al mismo tiempo frustrante: Todo está bien, no sabemos por qué se producen los abortos; sanos sí, pero incapaces para tener hijos..., devastador.

En julio de 2005 tuve la bendición de visitar otra Comunidad hermana, El Señorío de Jesús en Vitoria, España. Al compartir con Emi Ireneo Torca, un matrimonio de esta Comunidad, me preguntaron si tenia hijos, respondí que no, y les compartí nuestra historia al momento, incluso que habíamos iniciado un proceso de adopción, ya que Dios, en Su palabra, nos dijo en varias ocasiones que nos daría un hijo, por lo que debíamos estar abiertos también a la adopción, pues quizá ese era el camino por el cual nos lo daría. Al terminar mi narración, el hermano me dio una palabra del Señor que en ese momento le había pedido me la diera: Dios me dice que les bendecirá con un hijo". Fue tal el impacto y la seguridad en su expresión que no pude contener las lágrimas; experimenté la dulzura de Dios. Al poco, su esposa me expresa que mientras yo les compartía nuestra historia, Dios le dio una visión en donde me veía con un bebé en brazos, al cual estaba amamantando; es ahí que me enfatiza que éste ha de ser un hijo nacido de mi vientre, pues de otra forma no podría estarlo amamantando.

Estos hermanos se convirtieron en un canal de gracia del Señor para renovar nuestra esperanza y seguir esperando en fe. Este viaje fue por demás especial, ya que en mi visita a Lourdes tuve mi segundo gran encuentro con María, algo que por sí mismo se constituye en otro testimonio.

En febrero de 2007 nos embarazamos nuevamente y volvimos a disfrutarlo; sin embargo, también la historia se repitió, nuestro trecer angelito se fue con el Padre. En nuestros embarazos el patrón era consistente: el desarrollo de los bebés se detenía alrededor de la sexta semana de gestación, así que nunca llegamos a escuchar el latido de sus corazones.

En diciembre de 2007, y después de recibir una propuesta de adopción, tomamos la decisión de dejar todo seguimiento y/o tratamiento médico, era claro y estaba demostrado que gozábamos de buena salud física; además, todos nuestros embarazos se dieron cuando precisamente no estábamos en tratamiento alguno, así que no había razón para seguir por ese camino y financieramente ya comenzábamos a resentir los estragos. En medio de lágrimas coincidimos en que esto era lo mejor, fue un paso doloroso, pero, estamos llamados a ser felices con o sin hijos, a gozarnos en la voluntad del Señor, a amarnos sobre todas las cosas, estamos llamados a la santidad, y un paso ineludible es precisamente abandonarnos en Él, al mismo tiempo que enarbolamos Su alianza con nosotros.

Su respuesta no se hizo esperar, a principios de marzo del 2008 nos embarazamos; con alegría, pero a la vez guardando el corazón por las experiencias pasadas, iniciamos el seguimiento médico. Todo parecía ir bien hasta que se presenta un pequeño sangrado que me obligó al reposo absoluto. Un tiempo de prueba y de gran bendición, de abandonarnos en el Señor y de confiar en Su promesa. A los cinco días del sangrado, me revisó el ginecólogo y es entonces cuando escuchamos el sonido más hermoso que jamás había escuchado: el latido del corazón de nuestra bebé. Dios estaba ahí diciéndonos: aquí está mi promesa hecha vida. El reposo duró hasta pasar la duodécima semana de gestación.

Regina Mariana nació el 26 de noviembre de 2008, y la encomendamos a nuestra madre María, es "la niña de sus ojos", y como tal cuida de ella. Se nos concedió el don de la paternidad para gloria de Dios, que nos ha llenado de bendiciones a lo largo de este caminar a través de nuestros hermanos de Jésed y otras comunidades de México, así como de Estados Unidos, Puerto Rico, España, Alemania, y de muchos otros lugares que, sin saberlo nosotros, estaban "a rodilla pelona" orando y ofreciendo sacrificios por nosotros.

Gracias a Dios y a nuestros hermanos ¡hoy nuestro milagro vive!


sábado, 22 de abril de 2023

El llamado de Dios a la vida consagrada

Mi testimonio de como fué El llamado de Dios a la vida consagrada en medio de su pueblo Jésed Fernando Ayala Solís
Fernando Ayala, Siervo de la Palabra

 


El llamado de Dios a la vida consagrada en medio de su pueblo.

¡Un gran regalo!

"Siervo mío eres tú, te he escogido y no te he rechazado. No temas. que contigo estoy yo; no receles, que yo soy tu Dios. Yo te he robustecido y te he ayudado, y te tengo asido con mi diestra justiciera..." (Isaías 41 , 9-10).

Hermanos, me llena de gozo poder compartir con ustedes que uno de los mayores regalos que el Señor me ha dado en la vida es el haberme llamado a vivir consagrado para él, con la bendición especial de hacerlo en medio de su pueblo Jésed y la Espada del Espíritu


Los cuatro encuentros.

Una de las maneras de describir esta bendición, es que Dios fue transformando mi corazón poco a poco. Mi primer encuentro fuerte con Dios fue a los 8 años en mi primera comunión; después a los 13 años, a través de un retiro de adolescentes de las Comunidades de la EDE en México (segundo encuentro); más adelante, en mis primeros años en la Universidad, siendo parte del Sector Universitario en Jésed (tercer encuentro); y al final de mi licenciatura, el Señor me hizo la invitación a considerar la vida consagrada (cuarto encuentro).

Este cuarto encuentro con el Señor ha marcado toda mi vida, y puedo decir, con confianza y alegría, que mi vida es una constante respuesta a esta invitación que Dios me hizo. Pude escuchar el llamado que Dios me hacía de entregarme más completamente a É1 y de considerar la vida consagrada.

Fue entonces que ingresé a los Siervos de la Palabra, una Hermandad de hombres que aman al Señor, que han sacrificado todo por él, que le sirven con sus vidas, que luchan por su pueblo y por su reino. Estos hermanos me hicieron descubrir el tipo de hombre que el Señor me llamaba  a ser.

Mi oración es que muchos otros jóvenes puedan tener encuentros fuertes con el Señor, y que en ellos, vayan descubriendo el llamado que Dios tiene para ellos. Pido a Dios que nos dé más hombres y mujeres consagrados en Jésed y en la EDE.

EL Señor, la comunidad, mi familia y mi llamado

Cuando mis padres entraron a la Comunidad Jésed, algo importante cambió en nuestra familia, comenzamos a recibir muchas bendiciones de Dios. Durante todos esos años, fui conociendo al Señor de una manera más personal. Recuerdo que el Señor me decía que tenía un llamado alto para mí, pero yo no entendía el significado. Poco a poco fui descubriendo que ese llamado era la vida consagrada en medio de su pueblo.

A través de los años, creció en mí el aprecio por la vida comunitaria; un cariño y amor por Jésed. Cuando este pueblo pasaba por tribulaciones, yo estaba ahí experimentando esas pruebas; cuando este pueblo vivía tiempos de gracia, yo vivía lo mismo; y cuando descubrí que había unos hombres consagrados, que dedicaban su vida a fortalecer y fomentar este estilo de vida, esto que era una gran bendición para mi familia y para muchos otros, mi corazón saltó de gozo y comencé a considerar este llamado más seriamente. Fue así, a través de la vida comunitaria, que Dios fue moldeando y conquistando mi corazón, hasta afianzar firmemente este llamado y entender que el Señor me había estado preparando toda mi vida para vivir este estilo de vida.

Gracias, Señor, por permitirme haberte conocido desde mi niñez, gracias por la familia que me has dado, gracias por este pueblo en el que me has puesto, gracias por todos los hermanos que me has dado, gracias por la formación que he recibido. Gracias, Señor, por la vida consagrada.

La vida comunitaria y la vida consagrada, lugares para alcanzar la santidad

Ahora que soy un Siervo de la Palabra, puedo afirmar que ya he terminado de descubrir el camino que Dios tenía para mí. Estoy muy deseoso de seguir este camino que me llevará a la santidad, que me llevará a estar unido al Señor por la eternidad.

Este año 2009 cumplo seis años como consagrado, y les comparto que ha sido un privilegio y una bendición el poder servir y amar al Señor, siendo su siervo en medio de su pueblo Jésed. El Señor me ha dado la convicción de que entregue mi vida aquí (en este pueblo), que construya junto con ustedes aquí; que busque la santidad aquí, que muera aquí.

La verdad es que no puedo expresar con palabras todo el bien que el Señor me ha hecho, lo único que puedo hacer es seguir correspondiendo a su gran amor, y vivir día tras día, paso a paso, haciendo su voluntad; deseoso de seguir viviendo este llamado al que Dios me está invitando, deseoso de responder de la misma manera que ustedes lo hicieron hace algún tiempo, cuando el Señor los invitó a vivir comunidad cristiana.

Hay muchos llamados y hay muchas brechas que cubrir. Yo, Fernando Ayala Solís, me apunto a este llamado, me apunto a cubrir esta brecha, siendo un siervo del Señor y viviendo la vida comunitaria.


 ";Feliz la que ha credo que se cumplirían las cosas que le fueron dichas departe del Señor!"

(Lucas 1, 45).


No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y OS he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca (Juan 15, 16).

jueves, 20 de abril de 2023

La Fidelidad del Señor es eterna


Testimonio de embarazo de Helio y Deya Martínez de García

Testimonio de embarazo de Deya Martínez de García y Helio García

Helio y yo le habíamos estado pidiendo al Señor por el don de un bebé, yo tenia mucho temor por la edad y los riesgos que pudiera haber, pero desde una obra que hubo en el mes de febrero sobre SS Juan Pablo II, yo sentía que era para mí el canto de: "Tú tienes la última palabra" . Y con ese canto que llegó a mi corazón, estuve llorando y creyendo que El Señor podía regalarnos un bebé, si esa era SU Voluntad.

Un tiempo después, en la asamblea general del 2 de marzo del 2008, se sentaron por las gradas adelante de nosotros, Luis Humberto Iris Santos, y sucedió que Luis tuvo un sentir de orar por mí, pero como ni siquiera me ubicaba casada, fue primero a preguntarle a Panchito (quien participa en Ven y Sígueme y el Sector Solteros), que si yo estaba casada, Entonces Panchito le contestó que sí, que con Helio García; y entonces Luis fue con Helio y le comentó sobre su sentir, y le preguntó que si podía orar por mí.

 Helio le contestó que claro que Sí. Después, Luis se acercó conmigo y me explicó todo esto, y yo le dije también que sí, que orara por mí, por favor. Ya en la oración me dio una palabra de parte del Señor y me dijo: El Señor te dice que no tengas miedo, que estés abierta à la vida que en este año les va a conceder una niña. Yo, pues, lloré y lloré, y ya no supe ni qué estaba pasando en la Asamblea, y me quedé libre del temor y segura de que el Señor iba a cumplir su palabra en nosotros. De todas formas, nos pusimos de acuerdo con Luis y con Iris para ir un día a su casa, para que orara por nosotros como matrimonio, y para seguir pidiendo por el don del bebé.

Pasaron un poco más de tres semanas para esta segunda oración, pero ese día (jueves 27 de marzo del 2008) la doctora ya me había pedido que me hiciera la prueba de embarazo, por los síntomas que traía; y al día siguiente me hice también el examen de sangre, que resultó ¡positivo!.

El Señor nos dio el don del bebé desde la oración durante la Asamblea general. Con esto aprendimos que el Señor es delicado en su Amor para con nosotros; porque bien pudo haber respondido a nuestra oración sin tanta confirmación, pero también sabe que a veces lo necesitamos para caminar sin temor y con confianza.

Helio y yo confiamos todo el tiempo del embarazo al Señor, a Aquel que siempre tiene la última palabra en nuestras vidas, por lo que no importa cuánto miedo tengamos o cuánta tribulación pasemos, ÉI nunca nos deja de su mano y nos manifiesta Su Amor de muchas maneras.

A los cinco meses de embarazo, el ginecólogo nos confirmó que nuestro bebé era una niña, como nos lo había dicho el Señor a través de la palabra que nos dio Luis Santos.

A pesar de escuchar todo el tiempo que mi embarazo era de alto riesgo, todo transcurrió muy bien, sin ningún contratiempo mayor hasta el día del parto. Nuestra princesita, Paola Deyanira, nació el viernes 28 de noviembre del 2008 a las 6:55 p.m. en el hospital Christus Muguerza Sur.


¡Gracias, Padre Bueno, por tu Amor manifestado hermosamente a través del Don de la vida de nuestra hija! 

La Fidelidad del Señor es eterna.


Testimonio de vida Kattia Fierro

Soy Kattia Argüello de Fierro. Soy casada, tengo 4 hijos: preciosos y soy parte de la Comunidad Jésed en Monterrey, México.

Breve testimonio de vida Kattia Arguello de Fierro


Comenzaré compartiéndoles un poco sobre mis antecedentes. Nací en Managua, Nicaragua. Soy la tercera de cinco hermanos y tuve una infancia feliz y normal. Mi familia es católica y fui a un colegio católico.

Cuando tenía 11 años hubo un terremoto en Managua que destruyó una buena parte de la ciudad y después mi familia se mudó a otra ciudad. Unos meses más tarde, nos invitaron al primer Seminario de Vida en el Espíritu que se iba a dar en esa ciudad a través de la Renovación Carismática.

Toda nuestra familia asistió y fue renovada por el Espíritu Santo. ¡Eso fue hace como 35 años! Por primera vez en mi vida, pude experimentar el amor de Dios de una manera personal y profunda. Comencé a invitar amigos(as) para que vinieran a los siguientes seminarios y que pudieran conocer y experimentar el amor de Dios como yo lo había experimentado.

Esta experiencia marcó un gran cambio en nuestra vida familiar. tanto padres como hijos comenzamos a participar en las asambleas, grupos de oración, retiros, etc. ¡El Señor era el centro de nuestras vidas y de nuestra familia!

Unos años más tarde, la situación política de Nicaragua estaba muy tensa, el país atravesó una guerra civil; los colegios se cerraron por un periodo de tiempo y había incertidumbre sobre cuándo volverían a iniciar las clases. En ese momento, yo estaba en el último ano de bachiller ("prepa" para los mexicanos). Mis papás decidieron enviarnos a varios de nosotros a Estados Unidos para aprender inglés.

Más adelante, ellos dejaron el país y en 1980 nos fuimos a Ann Arbor, Michigan, para ser parte de la comunidad La Palabra de Dios. ¡Estábamos muy agradecidos con el Señor por darnos esa oportunidad! 

Recuerdo esos años de mi vida como años de mucha bendición espiritual; tuve la oportunidad de entrar a la Hermandad de mujeres y vivir con ellas por casi tres años, para discernir mi vocación; aprendí lo que significaba vivir en comunidad y sentí el llamado de Dios por este estilo de vida.

Ahora, la parte difícil fue que cómo nuestra familia había dejado el país (Nicaragua) en medio de una guerra civil, nuestra situación económica no era muy buena. Mi hermana mayor ya se había casado, y mi hermano mayor y yo comenzamos a trabajar para poder apoyar la situación económica de nuestra familia.

Fui dos años a la universidad, pero no pude terminar una carrera porque comencé a trabajar tiempo completo en un trabajo administrativo para la comunidad. Viví como 5 años y medio en Ann Arbor, después me mudé a la comunidad de Miani, Florida, y estuve allí como 3 años hasta que me casé con Sergio Fierro, un gran hombre de Dios de la comunidad Jésed  y me mudé a Monterrey hace casi 21 años.

Me regresaré al hecho de que no pude terminar una carrera. Después de que pasaron algunos años, me di cuenta que yo tenía cierto tipo de frustración y resentimiento por el hecho de que no había terminado una carrera en la universidad. A medida que había ido creciendo, había sido buena alumna durante mis años de estudiante, y de alguna manera había soñado el poder estudiar en la universidad y terminar una carrera. Esta experiencia --de frustración y resentimiento- se acentuó más después de haber estado sirviendo por un tiempo en el Sector Universitario de Jésed. Mi esposo Sergio y yo hemos estado sirviendo en el Sector Universitario por 20 años, casi todo el tiempo que tenemos de casados.

Ha habido momentos cuando el enemigo me atacaba en mis pensamientos, diciéndome: ¿Qué estás haciendo, sirviendo a todas estas jóvenes universitarias, si no terminaste una carrera? No estás preparada, ellas saben más que vos...

Algunas veces la batalla en mi mente era tan fuerte que yo pensaba: Es cierto, ¿qué estoy haciendo aquí? No tengo nada que ofrecerles.

Es muy común o natural, especialmente sirviendo entre estudiantes universitarios, que la gente pregunte, ¿qué estudiaste?, o ¿qué eres? y la gente responda soy ingeniero o estoy estudiando sistemas computacionales (o lo que sea). Yo no quería que me preguntaran, y cuando lo hacían, daba diferentes tipos de explicación del porqué no pude terminar una carrera, pero interiormente me sentía humillada. 

No he experimentado que la gente se burle de mí por no tener un diploma universitario, pero en ocasiones veía una expresión de pesar en sus caras, O hacían comentarios que me hacían sentir incómoda.

El hecho de que hoy en día es más común que las mujeres estudien una carrera profesional, que estudien una maestría, o que se involucren en niveles altos de liderazgo en el mundo secular, me hacen pensar que definitivamente yo no puedo competir con ellas o estar a su mismo nivel académico. Si esto hubiera sido hace 30 o 40 años, probablemente yo sería parte de la mayoría de mujeres que no estudiaron o terminaron carreras en la universidad.

Pero al orar y desahogarme con el Señor con respecto a esto, ÉI me dijo que yo estaba haciendo Su voluntad; que Él quería usarme con mis dones y talentos, pero también con mis limitaciones y debilidades. Me dijo que lo más importante no era cuántos títulos tenía de la universidad, sino el grado de amor que Él me había dado para servir y amar a las hermanas que había puesto bajo mi cuidado pastoral.

El Señor me mostró o me hizo más consiente de toda la formación y entrenamiento que he recibido a través de los años que he vivido en Comunidad (como: formación de carácter, relaciones personales, habilidades administrativas, liderazgo, inteligencia emocional, etc.), y me ha convencido de que eso es mejor que toda la formación académica que hubiera podido recibir. Ahora bien, no estoy diciendo que las mujeres no deben estudiar una carrera universitaria, pero en mi situación personal, Dios me ha dado paz para aceptarlo, y ya no siento resentimiento ni frustración al respecto.

Después de casarme, en diferentes momentos he pensado si sería posible regresar a la Universidad, pero comencé a trabajar de tiempo completo unas pocas semanas después de haberme mudado a Monterrey; después, al poco tiempo, comenzamos a servir con los jóvenes en el Sector Universitario; un par de años más tarde tuve a mi primera hija, después a mis otros tres hijos(as); y tal parece que mi vida cada vez está más ocupada con ellos, el servicio, la vida comunitaria, mi trabajo, etc. 

Para poder regresar a la universidad tendría que hacer un cambio drástico en mi vida, además del costo económico. Quizá más adelante tenga la oportunidad de hacerlo, sólo Dios sabe. Ahora, he tratado de ponerme ciertas metas sencillas en mi vida para seguir aprendiendo, como leer libros, tomar algunos diplomados, etc.

El Señor también me ha bendecido dándome la oportunidad de hacer ciertos trabajos administrativos para las Comunidades donde he vivido. Actualmente, estoy trabajando medio tiempo para Jésed en un trabajo administrativo, y también estoy involucrada en diferentes tipos de servicio. El Señor me ha bendecido a través de los años con buenos trabajos seculares, o con trabajos dentro de las Comunidades, y he adquirido experiencia como asistente administrativa.

Estoy muy consciente de mis debilidades y limitaciones, pero también sé que, a pesar de ellas, el Señor puede usarme para su servicio si solamente dependo de Él y dejo que Él haga la parte que yo no puedo. Estoy muy agradecida con el Señor por la vida que Él me ha dado y por todas las bendiciones que ha derramado sobre mí y mi familia.

Debo añadir que Sergio ha sido un gran instrumento del Señor para ayudarme a superar esta área. Él siempre ha valorado mi rol como mujer, como esposa, como madre, como ama de casa y mi servicio para él y los niños. Con cierta frecuencia, me agradece por todas las cosas que hago, y cuando le he dicho que me gustaría poder ayudarlo más económicamente, él me responde que mi servicio con la familia es lo más importante.

Creo que todas nosotras tenemos algún tipo de "desventaja" (hándicap) o área de nuestra vida que sentimos que es una limitación u obstáculo en amar y servir a Dios, por lo tanto, traigámosla ante el Señor porque Él dice: Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza. Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, es entonces cuando soy fuerte. 2 Corintios 12, 9-10.


¡Que Dios los bendiga a todos!


martes, 18 de abril de 2023

La Casa del Milagro

 

Jesús Torres nos narra como El Señor les bendijo para no perder su casa
Maru y Jesús Torres

Le quiero dar gracias al Señor por "La subasta milagrosa"

Por  Jesús V y Maru Torres

En el año 2001, fuimos emplazados a juicio de desalojo de nuestra casa por parte de una institución bancaria. El juicio ya estaba señalado, y se iba a tener efecto la subasta de mis dos casas, ya que por una deuda no liquidada de una de ellas, los abogados demandantes pusieron las dos casas que poseemos, como garantía de pago.

Con la ayuda de un hermano, se consiguió la asesoría de un abogado, que fue muy sincero al decirnos: Esto ya va muy avanzado, y si saben rezar y confían en Dios, háganlo, porque sólo Él nos podrá ayudar" 

Fueron tan sabias sus palabras que nosotros, como familia, pusimos solamente nuestra parte, con oraciones y rezo del rosario.

En la institución bancaria nos abrieron la posibilidad de salvar el patrimonio, liquidando la deuda, que nos bajó de $1,400,000 pesos a solamente $150,000 (Cotización promedio, año 2001, $9.30 pesos por dólar.); lo cual se consiguió también con la ayuda de mi hermano y se hizo el depósito.

Así, con ello, nos fuimos al día pactado por el juzgado para la subasta de nuestras casas, pero con las palabras del abogado, "es muy difícil", por no decir imposible, que el juez dé por cancelada la subasta, así que sólo nos queda rezar". 

¡SUCEDIO EL MILAGRO! Al llegar el día de la subasta, se presentó el abogado demandante con dos o tres compradores de las casas, ya listos a "hacer de las suyas" , pero no contaban con que Dios, nuestro Señor, movió corazones y abrió puertas para que el juez determinara cancelar la subasta, y dar por terminado el juicio, mediante la presentación del depósito de pago, ante el coraje y frustración del abogado demandante, que vio venir abajo su sucio negocio de vender las casas y ganarse dinero con ellas.

Desde ese entonces, a mi casa yo la he bautizado como: "La casa del milagro`".

Damos GLORIA A DIOS, porque sabemos -a través de algunos abogados a los que les hemos platicado este hecho, que una subasta nunca se ha cancelado, pero. en este caso, teníamos al mejor abogado: DIOS, NUESTRO SEÑOR.

¡ALABADO SEA ÉL!


Mi testimonio de Conversión

Rafael Salazar de Urquidi Mi testimonio de Conversión, mi vida como adolescente en la comunidad Jésed
Rafael Salazar de Urquidi


Historia de vida en comunidad Jésed

Rafael Salazar De Urquidi

A los 18 años me convertí. A pesar de que alguna vez fui Caballero de los Siervos de la Palabra y que nací en la Comunidad Jésed, mi indiferencia con ella, y mi rebeldía en la adolescencia, fueron factores que siempre me hicieron despreciarla.

Mi testimonio comienza a los 15 años en unas vacaciones en Ann Arbor, Michigan, en el 2003: justo el verano anterior de haber hecho el compromiso con los Siervos de la Palabra. Ese verano era el ideal para ir, ya que mis primos viven ahí y se llevaba a cabo un campamento de adolescentes muy famoso en Pine Hills. En este campamento, cada noche había una oración carismática de alabanza donde los jóvenes de mi edad se agrupaban al frente para brincar y alzar las manos como nunca lo había visto en el programa de adolescentes de Jésed. Lo que me mantenía atrás, sin acercarme, era el hecho de que mi padre me había dicho que la música `Metal' era mala por sí misma, que era como una tubería: aunque le pongas agua limpia a una tubería sucia, el agua saldrá sucia (tratando de explicar por qué también el metal cristiano no es realmente cristiano), lo cual me confrontaba mucho.

Una noche, mientras tocaban Open the Eyes of My Heart ("Abre los ojos de mi corazón'), decidí que, como era mi canción favorita, sí la cantaría, aunque fuese un rock muy pesado lo que el ministerio estaba tocando. En el momento en que levanté las manos y parcialmente cerré los ojos, sucedió algo que cambiaría mi forma de pensar por completo. Un joven que estaba al frente con todos los que brincaban, se encaminó hacia mí con ojos llorosos y me dijo en inglés estuve orando mucho por ti, me alegra mucho que ya te hayas convertido" .

A pesar de que la situación me confrontó mucho, me di cuenta de que los hijos de Comunidad Sí podían estar convertidos, incluso durante la adolescencia, inclusive aún en culturas más ásperas y difíciles como la de Estados Unidos.

Al regresar, me afilié como Caballero de los Siervos de la Palabra. Empero, comencé a experimentar que quería vivir cosas que el mundo me vendía muy atractivamente, por lo que al año decidí no continuar con mi compromiso, y comenzar un rumbo de pleno descubrimiento del mundo y separación de Dios.

Quiero sólo comentar que durante ese tiempo elegí amistades que me alejaban de Dios; comencé a fumar y a tomar alcohol en cantidades no recomendables, y a buscar cosas que el mundo ofrecía; para crear en mí una persona egoísta y materialista en un contexto muy hedonista. La meta era la fama, el comienzo era el estatus, el fin las mujeres y fiestas, y el medio los amigos.

Llegó Montelimar 2005, el evento internacional que lamentablemente yo veía como meras vacaciones, y una gran oportunidad para conocer chavas de otras comunidades. La noche de la oración fuerte, había logrado conseguir vino de contrabando porque cené tarde y llegué a la oración con efectos de sueño, para sentarme en la parte de hasta mero atrás y esperar a que terminara. Hacía un bochorno deshidratante, y frente a mí yacía un garrafón con agua y muchos hielos dentro de él, y decidí levantarme por un vaso de agua: entonces sucedió algo muy impactante para mí.

En ese preciso momento que me tomaba el vaso de agua, oí en el público un grito de dolor, de agonía muy fuerte: que era un hermano que parecía estar poseído; pero me di cuenta que al mismo tiempo, algo dentro de mí gritaba fuerte de desesperación. Físicamente no lo hice porque estaba tomando agua, entonces, ¿qué es lo que quería gritar dentro de mí? Al verme en mi interior, me vi a mí mismo como en un espejo: era idéntico, pero los ojos no eran míos y en ese momento me llené de mucho terror. ¿Acaso estaría yo también poseído?

De alguna forma necesitaba que alguien orara por mí, pero mi orgullo no me dejaba pedirle a alguien que lo hiciese, sino que pasaba cerca de los que me conocían y Dios no les revelaba que tenían que orar por mí. Me desesperé, al grado de tomar 15 vasos de agua constantemente hasta que la gravedad hizo el efecto, y al salir del baño vi que estaba pasando gente al frente, para orar por ellos. No me importaba si iban a orar por embarazadas o tías viudas: Yo quería que oraran por mí y por eso pasé. El terror y el agua me pusieron tan sobrio que el sueño y el mareo habían desaparecido por completo.

Pasé al frente, y gracias a Dios era por los adolescentes que pasarían próximamente a un sector, es decir, sí, era para mí. En ese momento experimenté cómo una ola de gracia disipaba lo que vi y me llenaba de paz. Esa noche el Señor me liberó de esa cosa y fui testigo del poder de Dios. Se podría decir que fui muy afortunado en tener este tipo de experiencia pero, por mala noticia, tengo que admitir que los hijos de Comunidad no nos convertimos con milagros.

Llegué a mi casa en Monterrey, muy encendido y con muchas ganas de seguir a Dios, pero no tardé en volver a ser el mismo de antes, y mucho menos tardé en ser peor. Ya no era la clásica atracción a lo desconocido lo que me incitaba a hacer todas esas cosas, sino el mero placer de hacerlas.

En las famosas Misiones de Semana Santa, con el programa de adolescentes de Jésed. Fuimos a apoyar a una comunidad parroquial para que se vivieran los días santos de una forma tal que la gente se acercase más a Dios; pero me expulsaron por buscarle pleito a los líderes, y a partir de ese momento me resentí mucho con el programa de adolescentes, y por ende con la Comunidad también. Por consecuencia, experimenté un rechazo total a todo lo que tuviese que ver con ellos.

Cumplí 18 años en la Cuaresma del 2006, y como era costumbre aquí en Jésed, a esa edad uno decide por sí mismo si continuar o no en la Comunidad: y nos dan un retiro extraño sobre todos los beneficios que tiene la Comunidad, asumiendo que estamos ya bien convertidos, lo cual me hacia mucha gracia. Pero, mucho menos desaproveché la oportunidad de que ahora podía entrar a antros y bares sin problemas: Me alejé tanto de Dios que le puse una barrera para que no entrara a mi vida.

En esos momentos, a pesar de todo, yo veía a mis padres amarse de tal forma que me confrontaba salir del único lugar donde existían ese tipo de matrimonios: la Comunidad. Pero sabía que no por nada era "azul celeste", y que también me iba a costar dejar meramente lo que yo era, y lo que tenía, como mis amigos, la novia, el alcohol, mi forma de ser. Se acercaba Semana Santa y con ella la oportunidad de ir de misiones con MJ (Misión de Jóvenes) se presentó, y en ese momento reté a Dios.

Cuando se me planteó la decisión de asistir a Misiones del 2006 con el programa de adolescentes, reté a Dios diciéndole que era la última oportunidad que le daba para hacer algo conmigo, o de lo contrario no me quedaría en la Comunidad. No tenía razones para quedarme: tenía un noviazgo espectacular, conocía a medio mundo en la preparatoria, tenía amigos mundanamente de lo mejor. Pero, al asistir a Misiones, ocurrió algo que iba cambiar el resto de mi vida.

El Jueves Santo por la noche, decidimos hacer una oración de entrega sólo los del equipo de misioneros y, como yo era el encargado del ministerio de música en esas misiones, estuve tocando durante toda la oración. Al final, se me acercaron y me dijeron que alguien me supliría para que pudiesen orar por mí y accedí. No fue la oración, ni lo que experimenté, ni vi ángeles, ni la música estaba bien bonita; sino fue que Sammy Samaniego me dio un sentir que tenía. Los hijos de Comunidad sabemos distinguir perfectamente un sentir inventado y un Sentir de Dios: éste era de Dios.

Ella, sin saber que yo tenía novia, ni que estaba resentido con la Comunidad, ni las razones por las que fui a esas Misiones, me dijo que ella sentía del Señor que yo tenía un corazón dividido: Por un lado quería las cosas que tenía del mundo, y por otro lado veía a mis padres, y por eso quería también la Comunidad. Pero "si elijes la de tus padres", ella dijo, El Señor te recompensará al ciento por uno", y que no me arrepentiría. Meditándolo, me di cuenta que esas palabras de Dios no eran para alguien más, sino para mí: era algo muy personal entre Dios y yo (¡no me podía escapar de ésta!). Me di cuenta que me iba a recompensar, que me animaba a dar el salto por Él y que no me iba a arrepentir.

Descubrí que el secreto de la conversión no está en los milagros. Toda mi vida estuve esperando que me cayese un rayo, o me atropellase un carro, o estuviese a punto de morir para convertirme. Cuando Jesús le dijo a Pedro, "ven y sígueme" , y le dio una misión, suena muy sencillo el hecho de que dejó todas sus cosas detrás, pero dejar a mi novia, a mis amigos. y a mis antiguas andanzas, fue de lo más difícil que he decidido dejar.

Entré a Comunidad y ahora, años después de vivir sumergido en el llamado comunitario, en el 'día a día', digo que ese día me convertí, porque fue cuando tomé la decisión de entregarle mi vida a Cristo; fue el día en que decidí seguir la misión que Él me encomendaba de dejar mi barca y redes detrás. Doy gracias a Dios porque ÉI tenía un plan para mí y seguiré al frente luchando para É1.

Honor, Gloria y Alabanza sean por siempre a nuestro Dios que nos ama.


lunes, 17 de abril de 2023

Si hay un solo justo, no será destruida


Testimonio Católico de Ramón Vargas, regresando a comunidad Jésed
Ramón Vargas Mejía











Si hay un solo justo, no será destruida. Esperando la respuesta de Dios.

Testimonio de Ramón Vargas Mejía.

Siempre había escuchado los testimonios de otras personas y lo grande que Dios había sido con ellos en sus vidas. Pero a mí, en lo personal, no me había pasado nada.

Mi esposa y yo, nos fuimos a vivir a Guadalajara por cuestiones de trabajo y dejamos la Comunidad Jésed; en algunas ocasiones, cuando veníamos de vacaciones, asistíamos siempre a la Comunidad y, por lo general, veíamos la bendición que era la Comunidad para nuestra vida.

Pero, estando en otro ambiente, hallamos dentro de la Iglesia un llamado diferente al de vivir en Comunidad.

En ese tiempo, mi esposa mantenía mucha relación con la gente de Comunidad por teléfono, ella les llamaba a sus amigas y a gente que le conocían.

Después de un tiempo de vivir en Guadalajara, por medio de la compañía en la que trabajaba, finalmente nos regresarían nuevamente a Monterrey (en lo espiritual, tenía muchas dudas de regresar a Comunidad).

Yo le decía a mi esposa que tal vez sería bueno seguir dentro de la iglesia con la enseñanza de Comunidad, de cómo habíamos sido forjados y que deberíamos dar fruto de lo que el Señor nos había dado dentro de Jésed. Ella tenía una tendencia de regresar a Comunidad distinta a la mía, y eso suscitó una discusión.

Pasaron los días, y al estar en misa escuché la palabra de Dios sobre Sodoma y Gomorra, que sería destruida (Génesis 18, 30-33), donde Abraham le decía al Señor: "¿Y si encuentro 10 personas justas?" Y el Señor le responde: "No serán destruidas".

Pensando en ese pasaje de la Biblia, hablé con Teyra y le propuse lo siguiente: "Si en verdad Dios nos quiere en Comunidad (como dice la Escritura), si hay alguna persona de Comunidad que te hable para saludarte, de las que no les hablas frecuentemente, entonces regresamos a Comunidad". (Teniendo en cuenta que Sodoma y Gomorra Sí habían sido destruidas).

Habiendo dicho esto, transcurrieron los días y no había respuesta, y cada día que se acercaba para regresar a Monterrey le decía ¿Ya te hablaron? ¿Te llamó alguien? ¿Dónde están tus amigos? haciendo burla de ello y preguntándolo constantemente.

En este sentido, yo le insistía que el regresar a Comunidad no valía la pena, sino que podríamos buscar algo semejante dentro de la Iglesia.

Quince días antes de la fecha de regreso a Monterrey, mi esposa me llamó al trabajo muy emocionada: que le había hablado alguien para saludarla y ver cómo estaba, y que me iba a quedar con la duda de cómo fue hasta que llegara a casa, y yo le dije: "Estás bromeando, tú lo que quieres es regresar a Comunidad. Si en todo este tiempo tú has hablado y mantenido una relación con la Comunidad y nadie te ha regresado ni una sola vez la llamada ¿Cómo es posible que 15 días antes de regresar a Monterrey, tú me digas que te llamó alguien que ni siquiera conoces?.

Mi pregunta en ese momento fue: ¿Acaso lo inventó? ¿Se pondría  de acuerdo con su mamá para que le llamaran? ¿A quién le contó mi propuesta para que esto pasara?" Estas fueron mis preguntas durante todo ese día de trabajo.

Llegando a mi casa lo primero que me dijo Teyra fue: Siéntate, para explicarte cómo pasó: ¡Me llamó Viviana Bastida! ¿Quién? ¿Quién es ella? ¿Cómo la conociste? ¿Hablaste con ella?" le pregunté.

Y me dijo: Espérame, Sí la conozco, pero no tengo mucha relación con ella, está en el grupo de mi hermana. Y yo casi no he platicado mucho con ella desde que nos casamos". Teyra continuó diciéndome: Ella me dijo, Teyra, te llamo porque soñé contigo y sentí que Dios quería que te llamara; batallé mucho para encontrar tu teléfono, no sé por cuanto tiempo más vayas a estar por allá, pero ojalá y regresen pronto. Que estén bien.

Entonces Teyra me dijo: Hubo una persona que me llamó, así que tenemos que regresar a Comunidad.

Y en ese momento yo entendí lo que Dios quería para nuestra vida. No por el hecho de dudar que Dios nos quiere en una parte. Siempre hay que preguntarle al Señor lo que ÉI quiere para nosotros, y no decidir nosotros lo que nosotros queremos para nuestra vida.


sábado, 15 de abril de 2023

Respuesta inmediata a una adolescente precoz

testimonio católico, de Gustavo Sánchez, Dios le dio a su hija una Respuesta inmediata
Gustavo Adolfo Sánchez y María Esther de Sánchez


Respuesta inmediata a una adolescente precoz

Cuando nuestra hija tenía unos 4 o 5 añitos, amaneció un domingo enojada y quejándose (igualito que cualquier adolescente en crisis) de su triste vida, porque nadie la tomaba en cuenta, y ella era como la Cenicienta de la familia, todo el mundo le decía lo que tenía que hacer y ella no podía hacer lo que ella quería, y entonces había decidido que se iba de casa.

Cuando le preguntamos que a dónde iría, dijo muy resuelta que a Veracruz, a vivir con los abuelitos. ¿Y cómo se iría ella sola? ¡Pues en avión, muy fácil! ¿Y con qué dinero pagaría el avión? Pues con una tarjeta como las nuestras.

Tratamos de contentarla, pero no hubo mucho tiempo de hablar, pues íbamos a la misa de niños, como todos los domingos. En esa misa, siempre había -después del Evangelio- una representación de algún cuento o historia relacionado con éste.

Y cuál no sería nuestra sorpresa, cuando sale una niña, de unos doce años, diciendo exactamente las mismas frases de queja que Cristina, y diciendo también ¡que se va a vivir a Veracruz, con sus abuelitos! ¡Fue el mismo discurso! Y claro, en la representación salió el papá explicándole que ella era una hija muy querida, y que no debía sentirse así, y también el sacerdote al final añadió unas palabras.

Nuestra hija salió de misa con cara de, "¿Y a ellos quién les contó?" Y para nosotros fue Dios mismo quien le habló y calmó su corazón. Nunca se nos olvidará.


viernes, 14 de abril de 2023

Siempre confiando en Dios

 

Testimonio de Teyra Cabrera González, siempre hay que confiar en Dios
Teyra Cabrera González









Siempre confiando en Dios

Desde los 2 años de edad me comenzaron a hacer análisis, y diagnosticaron que tenía problemas con los riñones. Esto me ocasionaba constantes infecciones, un caso especial en la Medicina, para lo cual ningún doctor pudo dar un buen diagnóstico y por lo cual no me operaron.

Siempre estaba a un paso de la muerte, por lo cual mis padres me encomendaron a la Virgen de Guadalupe, y su protección siempre estuvo a mi lado, pero también recibí muchas preferencias y cuidados con mi salud, en cuanto a muchas actividades físicas, y el no poder hacer grandes esfuerzos.

Esto me ocasionó el temor de morir o enfermar gravemente y a no disfrutar plenamente de la vida. 

Al tener un encuentro con el Señor, este sentimiento cambió a disfrutar más intensamente la vida, por lo cual todo lo que implicaba riesgo o esfuerzo físico estaba bien conmigo, y llegar a hacer las cosas más locas por el Señor; ya que siempre sentía una protección especial en mí, porque seguía confiando en Dios que no me pasaría nada, y así pasaron los años, hasta que me casé y tuve mi primer embarazo.

Comencé a tener nuevamente ese miedo a morir, debido a que ya no era sólo yo, sino también mi bebé, porque tenía muchas infecciones y dolores del riñón, y en una ocasión duré 2 días sentada en el baño y con muy alta temperatura; en ese momento no podía tomar ningún medicamento más fuerte, por el riesgo de perder al bebé.

Y volví a sentir que no dependía de mí, sino de cuánto yo confiaba en Dios. Y esto me llevó a un abandono profundo, y en ese momento me comenzó a bajar la temperatura y a sentirme mejor. Y confiando en Dios, nació mi primer bebé.

En el segundo embarazo volví a tener problemas, y me realizaron un estudio especial donde el diagnóstico médico me decía que los riñones no estaban trabajando adecuadamente, y me pedían que me hiciera más estudios, pero yo no podía debido a que estaba embarazada, por lo cual otra vez tenía que confiar en Dios, y así nació mi segundo bebé.

Después de 2 años me realicé un estudio, donde me indicaron que un riñón no estaba funcionando, pero ya no se pudo hacer nada porque gracias a Dios yo estaba nuevamente embarazada, así que no me quedó otra que volver a confiar en Dios.

Y por último, después del cuarto embarazo, me realicé otra vez un estudio, y esta vez salió completamente diferente a los demás diagnósticos:me indicaba que los 2 riñones estaban trabajando perfectamente y presentaban las medidas normales, lo único es que presentaba unas pequeñas piedras.


Ahora, prefiero seguir confiando en Dios y dejar que él se encargue de mi vida


Si tú quieres puedes sanarme

Testimonio de Patricia García de Carretero, Si tu quieres puedes sanarme, palabras que sintió que eran para ella.
Patricia García de Carretero








Si tú quieres puedes sanarme

En una visita de rutina a mi ginecóloga, en 1998, me encontré con el diagnóstico de que era inminente retirar la matriz a la brevedad posible, pues ésta se encontraba invadida por miomas. La ginecóloga programó la operación para la siguiente semana.

Durante toda esa semana, mi amado esposo oró todas las noches por mí, rogando al Señor por mi sanación. Yo en mi interior le agradecía, pero no sé por qué, nunca llegué a imaginarme que pudiera ser sanada.

Al final de la semana, en la misa dominical, y un día antes de la operación, se leyó el evangelio de la mujer hemorroisa, quien le dijo al Señor: "Si tú quieres, puedes sanarme". En ese momento, sentí que era yo la que le estaba diciendo esas palabras al Señor y lo creí firmemente en mi corazón.

A la mañana siguiente, me presenté con la ginecóloga y me realizó una nueva ecografía para situar con precisión en dónde estaban los miomas. Para su sorpresa, y para la nuestra, no encontró ni uno sólo de los ocho que previamente había encontrado.

Visiblemente confundida, comparó las dos ecografías diciendo continuamente: "¡No es posible que hayan desaparecido!" . Yo, entendiendo lo que estaba sucediendo, le dije: 

"Todo es posible para los que creen" 

 Para la gloria de Dios, El me había sanado.


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De verdad que tu Dios es poderoso

José Luis Carretero y Patricia García de Carretero

Corría el mes de junio de 1986. Ya habíamos tomado la decisión de venir a Monterrey a vivir en Comunidad Jésed, por lo que decidí renunciar a mi trabajo, con fecha efectiva a partir del 31 de diciembre de ese mismo año.

Mi jefe me preguntó a dónde me mudaba, a lo que respondí, con cierta imprudencia: "A Monterrey, a seguir al Señor", y agregué que, hasta ese momento, no tenía otro empleo. Me dijo que estaba bromeando, que no creía que me fuera a ir del DF (Distrito Federal) y que lo pensara mejor; pero insistí en que ya era una decisión. Tenía casi 13 años de antigüedad en mi empresa.

Pasaron dos meses y mi jefe me llamó para ofrecerme una promoción. En el complejo industrial en el que trabajaba había 3 plantas; dos de ellas tenían un Gerente de Relaciones Industriales y la otra planta tenía un Gerente (este último era el puesto que yo ocupaba). El planteamiento fue el siguiente: "Vamos a hacer una sola gerencia de Relaciones Industriales para todo el complejo y queremos que tú la ocupes". Ante mi sorpresa, le dije que no podía contar conmigo, ya que yo me iba en diciembre. El me cuestionó si seguía con esa "chifladura" y me invitó a re-pensar mi decisión.

Le pregunté: "¿Qué pasará con mi colega y amigo si yo acepto la promoción?" Respondió que lo liquidarían. Esa tarde, me fui confundido y preocupado, no por la tentación de la promoción, sino por mi amigo, y porque no creían lo de mi renuncia.

Pasaron dos semanas y mi jefe me visitó para preguntar qué había decidido. Le reiteré mi decisión de renunciar y acompañé mi respuesta con la siguiente petición: "Si piensan liquidar a mi colega, ¿por qué no le dan el puesto a él y me liquidan a mí?" Después de mirarme con dureza, soltó una estruendosa carcajada diciendo: "No sólo no aceptas, sino que ahora me dices lo que tenemos que hacer y me pides que te liquide!" Se fue indignado.

Dos semanas después, me llamó diciéndome: ¡De verdad que tu Dios es poderoso! Hemos decidido dejar a tu colega y liquidarte a ti.

Dejé mi empresa en diciembre de 1986, con mi liquidación al 100% en la mano. De haber renunciado, tras 13 años de antigüedad, no me hubiera llevado ni un centavo. Pero no sabía el propósito de Dios de esa liquidación. Pasé 16 meses sin conseguir trabajo, tocando muchas puertas, y no fue sino hasta una semana antes de que se nos acabara ese dinero, cuando conseguí el trabajo que hasta ahora conservo.

¡Gracias Señor por tu fidelidad y providencia!

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