lunes, 17 de abril de 2023

Si hay un solo justo, no será destruida


Testimonio Católico de Ramón Vargas, regresando a comunidad Jésed
Ramón Vargas Mejía











Si hay un solo justo, no será destruida. Esperando la respuesta de Dios.

Testimonio de Ramón Vargas Mejía.

Siempre había escuchado los testimonios de otras personas y lo grande que Dios había sido con ellos en sus vidas. Pero a mí, en lo personal, no me había pasado nada.

Mi esposa y yo, nos fuimos a vivir a Guadalajara por cuestiones de trabajo y dejamos la Comunidad Jésed; en algunas ocasiones, cuando veníamos de vacaciones, asistíamos siempre a la Comunidad y, por lo general, veíamos la bendición que era la Comunidad para nuestra vida.

Pero, estando en otro ambiente, hallamos dentro de la Iglesia un llamado diferente al de vivir en Comunidad.

En ese tiempo, mi esposa mantenía mucha relación con la gente de Comunidad por teléfono, ella les llamaba a sus amigas y a gente que le conocían.

Después de un tiempo de vivir en Guadalajara, por medio de la compañía en la que trabajaba, finalmente nos regresarían nuevamente a Monterrey (en lo espiritual, tenía muchas dudas de regresar a Comunidad).

Yo le decía a mi esposa que tal vez sería bueno seguir dentro de la iglesia con la enseñanza de Comunidad, de cómo habíamos sido forjados y que deberíamos dar fruto de lo que el Señor nos había dado dentro de Jésed. Ella tenía una tendencia de regresar a Comunidad distinta a la mía, y eso suscitó una discusión.

Pasaron los días, y al estar en misa escuché la palabra de Dios sobre Sodoma y Gomorra, que sería destruida (Génesis 18, 30-33), donde Abraham le decía al Señor: "¿Y si encuentro 10 personas justas?" Y el Señor le responde: "No serán destruidas".

Pensando en ese pasaje de la Biblia, hablé con Teyra y le propuse lo siguiente: "Si en verdad Dios nos quiere en Comunidad (como dice la Escritura), si hay alguna persona de Comunidad que te hable para saludarte, de las que no les hablas frecuentemente, entonces regresamos a Comunidad". (Teniendo en cuenta que Sodoma y Gomorra Sí habían sido destruidas).

Habiendo dicho esto, transcurrieron los días y no había respuesta, y cada día que se acercaba para regresar a Monterrey le decía ¿Ya te hablaron? ¿Te llamó alguien? ¿Dónde están tus amigos? haciendo burla de ello y preguntándolo constantemente.

En este sentido, yo le insistía que el regresar a Comunidad no valía la pena, sino que podríamos buscar algo semejante dentro de la Iglesia.

Quince días antes de la fecha de regreso a Monterrey, mi esposa me llamó al trabajo muy emocionada: que le había hablado alguien para saludarla y ver cómo estaba, y que me iba a quedar con la duda de cómo fue hasta que llegara a casa, y yo le dije: "Estás bromeando, tú lo que quieres es regresar a Comunidad. Si en todo este tiempo tú has hablado y mantenido una relación con la Comunidad y nadie te ha regresado ni una sola vez la llamada ¿Cómo es posible que 15 días antes de regresar a Monterrey, tú me digas que te llamó alguien que ni siquiera conoces?.

Mi pregunta en ese momento fue: ¿Acaso lo inventó? ¿Se pondría  de acuerdo con su mamá para que le llamaran? ¿A quién le contó mi propuesta para que esto pasara?" Estas fueron mis preguntas durante todo ese día de trabajo.

Llegando a mi casa lo primero que me dijo Teyra fue: Siéntate, para explicarte cómo pasó: ¡Me llamó Viviana Bastida! ¿Quién? ¿Quién es ella? ¿Cómo la conociste? ¿Hablaste con ella?" le pregunté.

Y me dijo: Espérame, Sí la conozco, pero no tengo mucha relación con ella, está en el grupo de mi hermana. Y yo casi no he platicado mucho con ella desde que nos casamos". Teyra continuó diciéndome: Ella me dijo, Teyra, te llamo porque soñé contigo y sentí que Dios quería que te llamara; batallé mucho para encontrar tu teléfono, no sé por cuanto tiempo más vayas a estar por allá, pero ojalá y regresen pronto. Que estén bien.

Entonces Teyra me dijo: Hubo una persona que me llamó, así que tenemos que regresar a Comunidad.

Y en ese momento yo entendí lo que Dios quería para nuestra vida. No por el hecho de dudar que Dios nos quiere en una parte. Siempre hay que preguntarle al Señor lo que ÉI quiere para nosotros, y no decidir nosotros lo que nosotros queremos para nuestra vida.


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