miércoles, 5 de abril de 2023

Una caricia de Dios

 

Alejandra del Carmen
Villarreal de Díaz






Estoy segura de que mi deber como testigo del infinito amor de Dios es compartir con mis hermanos las maravillas que ÉI ha hecho en mi vida... "Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mateo 5,16).

Me gustaría compartir una experiencia que viví hace casi 10 años y que cambió mi vida y la de mi familia. Cabe mencionar que fue una de las primeras pruebas que como familia vivimos justo antes de que mi papá tomara el cargo de Coordinador Mayor de la Comunidad Jésed.

Hoy estoy profundamente agradecida con el Señor porque Él, en su infinito amor y misericordia hizo una nueva creación en mí, dándome la oportunidad de palpar su incondicional amor de Padre.

Mi vida antes del 31 de Mayo de 1999 era bastante normal como la de cualquier jovencita de 18 años, acelerada, alegre, sociable, curiosa, amiguera, con muchas ganas de vivir, de tener nuevas experiencias por lo que siempre buscaba llenar mi vida con actividades, tanto comunitarias como no comunitarias. No entendía que, el que por más actividades, proyectos o planes que tuviera en mi vida, nada podría llenarla totalmente... solamente DIOS.

En ese tiempo tenía varias decisiones trascendentales que tomar, estaba por ingresar a la Universidad (otra parte del Milagro), trataba de estar en TODAS partes donde me fuera posible ya que me encontraba en una búsqueda urgente que confirmara mi llamado a la Vida Comunitaria: ¡Tener un Testimonio Impactante!

Al ser hija de Comunidad mi vida resultaba ser bastante "normal, a veces hasta algo aburrida, pensamiento muy común entre hijos de Comunidad. En esa edad uno no valora tanto la bendición de la unidad familiar, protección, guía, consejo y apoyo que no solo la familia sino la Vida Comunitaria brindan. Tenía muchos amigos, excelentes compañeros en el camino, tanto dentro como fuera de Jésed, pueblo en el que el Señor me plantó desde antes de nacer. Jésed "Amor comprometido y Misericordioso de Dios para con los hombres" (Óseas 2, 21-22), y con esta vivencia, definitivamente pude experimentar el Jésed de Dios para conmigo.

El Señor había comenzado a prepararme para recibir su "Caricia" un par de meses atrás, pero fue hasta el lunes 31 de mayo de 1999, cuando se mostró de una manera gloriosa y patente. Ese día me encontraba afinando los preparativos para mi graduación de preparatoria. Compartí toda la mañana con mi mamá y con mi hermano Valdemar (amigo y cómplice en muchas aventuras) hasta que llegó la tarde, cuando me retiré para ir a la foto formal con mis compañeros de generación.

 La famosa foto terminó a las 6:00 p.m., de regreso a mi casa, me encontré con un hermano que estuvo en la comunidad, mismo que semanas después, el Señor utilizaría como instrumento de inspiración de profundo amor para aferrarme a la vida, mismos que me ayudaron a salir victoriosa de esta difícil prueba.

Eran alrededor de las 6:20 p.m., cuando llegué a mi casa, comencé a preparar lo necesario para la prueba de mi vestido, mientras hacia tiempo para que mi mamá llegara, al ver que tardaba, invité a mi hermano Valdemar a que me acompañara, pero no pudo, tenía Asamblea de MJ y le tocaba dirigir. Enseguida, llamó mi mamá pidiéndome que me fuera sola a la prueba y así lo hice. Encendí el carro, quité el freno, se escuchó un ruido muy fuerte, aceleré un poco para avanzar, no iba ni a la mitad de la cuadra cuando perdí el control del carro, este derrapó haciendo un trompo debido a un poco de grava que había en el pavimento.

Traté de detener el carro, me fue imposible, así que giré la dirección y el carro se detuvo en una banqueta, estrellándome con un poste que sostenía un alimentador de energía eléctrica.

Tengo la seguridad de que allí, definitivamente estuvo Tobías, mi Ángel de la Guarda, ya que el poste se partió en dos - mas el alimentador permaneció en su lugar - de haberse caído sobre el carro hubiese quedado aplastado y posiblemente - si no el golpe- una descarga eléctrica hubiera terminado con mi vida instantáneamente.

Eran alrededor de las 6:40 p.m., los vecinos empezaron a salir de sus casas para auxiliarme. Llamaron a la ambulancia, misma que en cuestión de minutos apareció -algo verdaderamente asombroso. Definitivamente el Señor lo tenía dispuesto ya que la Cruz Verde no suele transitar en áreas residenciales, era hora pico, además el tráfico a esa hora es casi imposible.

Mi mamá llegó, se llevó un buen susto al verme en la camilla, para entonces ya presentaba señales bastante notables del golpe que había recibido en la cabeza y la situación era muy preocupante. Mi mamá y mi hermano Valdemar me acompañaron en la ambulancia rumbo al hospital, estaban nerviosos y con la incertidumbre de lo que pasaría conmigo.

Al llegar al hospital, inmediatamente entré a urgencias y tras una serie de estudios, el pedíatra de mi infancia, mi tío Jesús Ibarra, fue quien le dijo a mi mamá que estaba muy lastimada, me encontraba muy grave y que mi vida peligraba, pero que Dios estaba con nosotros y que ÉI es fiel para con quienes le aman,

Mi papá se encontraba de viaje en Guadalajara, les fue imposible localizarlo para que buscara regresar más temprano. Al llegar a Monterrey, dos hermanos de la Comunidad lo esperaban en el aeropuerto para darle la noticia y llevarlo al hospital. Mientras, mi mamá sintió la inspiración de llamar a un sacerdote para que me administrara el Sacramento de la Unción de los Enfermos y así fue. Atendió a nuestra necesidad nuestro asesor espiritual de aquel tiempo, el Padre Abramo, quien se mantuvo al pendiente de mi salud y acompañando a mis papás.

Ese mismo día, conversando con mi mamá Padre Abramo hizo que recordara lo que se conmemora en la Iglesia ese día (31 de Mayo): La Visitación de la Santísima Virgen María a su prima Santa Isabel. La animó para que no viera esta experiencia como una tragedia, sino como una visita de la Virgen María a nuestra familia. Esa, sin duda fue una señal del Señor para incrementar su Fe y confianza en que ÉI estaba de nuestro lado y que cualquier cosa que sucediera era su voluntad.

Por otra parte, el Padre Abramo les hizo recordar la señal de SANACIÓN que con mi nacimiento recibieron por parte de Dios.

En 1979 a mi mamá le fue detectado un cáncer, después de muchos estudios y una cirugía en puerta, ella clamó a Dios pidiéndole una señal de que sería sanada, la señal que ella quería recibir era que pudiera tener un hijo, en Abril de 1980 entró a cirugía sin sospechar que el Señor había respondido a sus plegarias, ya se encontraba ¡embarazada de MI!. Esta fue la respuesta de Dios que vino a fortalecer la Fe, la Confianza, la Esperanza de mis padres, vino a alegrar sus corazones y no solo eso, ÉI quiso manifestar su Gloria y su Poder sanador, restaurando totalmente la salud de mi mamá, el Señor quiso que yo llegara a esta familia el 24 de Diciembre como una señal más clara de su amor y su misericordia. ¡Bendito sea Dios!

Una vez que me impusieron el Sacramento, permanecí en terapia intensiva por 15 días. Durante ese tiempo, ciertamente estuve dormida y físicamente en peligro de muerte. Mientras los médicos se esmeraban por sanarme o por lo menos mantenerme estable el Señor se concretó a obrar en mi interior, renovando totalmente mi corazón, sanando heridas del pasado y llenando mi vida de su amor, alegría, confianza y dicha en É1.

Me resulta doloroso recordar que en esos días en los que yo disfrutaba de una transformación del Señor, mi familia pasaba por un tiempo bastante difícil, los médicos no sonreían y mi cerebro seguía inflamado. Sin embargo, la oración nunca cesó... La Espada del Espíritu estaba unida por mi causa. El Señor habló de mil maneras: Promesas de esperanza, Profecías, Palabras de confianza en ÉI, conversiones, sentires, visiones, etc.

Mis papás recibían correos electrónicos de muchas partes del mundo. Todo esto daba esperanza, confianza y paz, no solo a mi familia sino también al Pueblo que nunca dejó de clamar por mi vida ante el Todopoderoso.

Fue hasta el día del Sagrado Corazón de Jesús, al que fui consagrada en esos días, cuando mi estado físico comenzó a mejorar, el traumatismo iba sanando, por ende los doctores comenzaron a mostrarse optimistas, transmitiendo así esperanza y gozo a mi familia. Los días pasaban y los médicos no daban crédito a mi positiva evolución: "UN MILAGRO" decían.

 Aun así, los médicos se mostraban reservados ya que no sabían con certeza el daño que mi cerebro había sufrido hasta que no me pusieran a prueba. Cuando lo hicieron, descubrieron que el área del lenguaje, memoria y equilibrio habían sido afectadas. Yo era totalmente dependiente de los demás, era como una bebé de 18 años. El pronóstico en cuanto a mi TOTAL recuperación -en caso de que sucediera- sería de tal vez dos o tres años, restringiéndome la oportunidad de estudiar una carrera universitaria.

Pero ante todo pronóstico logré salir del hospital en mi propio pie.

Hubo serias consecuencias, pero NADA FUE IMPOSIBLE PARA DIOS. Mi cerebro logró desinflamarse totalmente a las tres semanas, recuperé el equilibrio en dos meses, mientras que poco a poco iba recuperando mi memoria y mis capacidades de lenguaje como son el habla y la escritura. Hasta este punto ya hubiera sido más que suficiente para mí, pero Dios siguió consolidando su obra.

Siempre nos proveyó con los recursos necesarios para culminar su milagro en mi vida y nos llenó tanto a mis padres como a mí con un incansable deseo, vigor y energía para cumplir con lo que nos fue recomendado por los médicos. TERAPIAS.

Fui a terapias físicas y de lenguaje diario por seis meses y fueron mis papas instrumentos fundamentales que El Señor utilizó para mi recuperación y para que su obra fuese lo que fué ¡PERFECTA!, ¡Gloria a Dios!

Por su infinito amor me dio la oportunidad de ingresar a la Universidad, estudié la carrera de Licenciado en Administración Financiera en el Tec de Monterrey, me gradué en Mayo del 2004, participé en el Programa de Misioneros Voluntarios en la Brecha por 6 meses en mi Comunidad hermana de °Jesús es el Señor° en Guayaquil, Ecuador. Tuve también la oportunidad de servir incansablemente en el Programa de MJ y MCU por varios años. En todo ese tiempo el Señor me fue revelando su voluntad para mi vida, cuando Él lo tuvo dispuesto, conocí a Gerardo Díaz en Jésed, mi ahora esposo, un gran hombre de Dios al que admiro y amo profundamente. Juntos tratamos de construir una familia que dé Gloria a Dios

A diez años de esta "Caricia de Dios" atesoro en mi corazón el apoyo y el amor incondicionales recibidos por parte de este pueblo de Dios en ese tiempo y agradezco infinitamente el haber sido escogida por el Señor para formar parte junto con ustedes del Pueblo de Su Propiedad: "Jésed" .


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