domingo, 9 de abril de 2023

Una visita inesperada

Luma García de Jaimes








Era una noche del año 2001. Me encontraba durmiendo plácidamente y tuve un sueño muy extraño: me veía recostada sobre el quirófano de un hospital y no sabía en dónde estaba, pero me llamaba la atención que pareciera un hospital de sanación interior, pues había ahí agua bendita, diferentes aceites benditos y cirios.

Miré a mi alrededor y vi pasar, por uno de los corredores, a la Santísima Virgen María. De repente, se me acercó una monja vestida de enfermera, quien me incorporó, me abrazó contra su pecho e invocó el nombre del Sagrado Corazón de Jesús.

En ese momento, yo sentí que el aire me faltaba y como si todo me diera vueltas. Volvió a repetir: "Sagrado Corazón de Jesús" y sentí lo mismo; como si entrara en un remolino. Por tercera vez repitió: "Sagrado Corazón de Jesús". Nuevamente me recostó en el quirófano y se retiró.

En ese momento, me desperté a mitad de la noche, muy impresionada y con una clara conciencia de que el Señor había hecho algo en mí a través de ese sueño, pues fue como si realmente lo hubiera vivido.

Al día siguiente, me levanté con una gran paz y un gran gozo.

Me dispuse a hacer mi oración personal y tomé entre mis manos el misal para leer las lecturas y el salmo del día. ¿Pero, qué fue lo que ocurrió? ¡Esto era increíble! En la portada del misal se encontraba, nada más y nada menos que, LA MISMA MONJA QUE HABÍA ORADO POR MÍ LA NOCHE ANTERIOR. Su nombre era María de Jesús Sacramentado, una de las mártires mexicanas que Juan Pablo II había canonizado. Sentí una emoción indescriptible.

Sin salir todavía de mi asombro, y para mayor sorpresa mía, miré el misal por la parte de atrás y decía: María de Jesús Sacramentado, ENFERMERA Y FUNDADORA DEL HOSPITAL DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.

Me solté llorando, pues no alcanzaba a comprender la magnitud de lo que había vivido. En ese momento, sí, en ese preciso momento, recibí una llamada (desde París) de mi hijo Alejandro - quien cursaba un semestre de su carrera allá. Para otra sorpresa mía, me dijo: "Mamá, yo sé que el Señor te va a sanar de la tiroides, pues hoy estuve orando por ti en la Catedral del Sagrado Corazón de Jesús y tuve el sentir de que el Señor te va a sanar". Mi hijo había estado orando en la Catedral del Sagrado Corazón de Jesús, en París, a la misma hora de mi sueño.

Y efectivamente, el Señor me sanó de la tiroides. Hasta la fecha, el doctor no sabe cómo llevo ya 8 años sin tomar ningún suplemento de la tiroides. Mi tiroides funciona totalmente normal, gracias a esa visita inesperada.

Todo para la Gloria de Dios y su Madre Amantísima.

¡GRACIAS ABUELO!


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