miércoles, 5 de abril de 2023

EI Señor me protegió y acompañó

 

Santiago Hernández Ramos








Hermanos, definitivamente el Señor nos ama y nos ama mucho.

Hace un año (2008) el Señor se manifestó grandemente en mi vida.

Era un lunes 5 de mayo: amanecí con un fuerte dolor en el estómago y yo pensé que se trataba de un dolor muscular, ya que el día anterior había practicado basquetbol (algo que no hacía desde hace mucho tiempo). Me reporté en mi trabajo diciendo que llegaría más tarde porque no me sentía bien. Después de un rato me recuperé un poco (eso creía yo) y decidí irme a trabajar.

El camino al trabajo se me hizo más largo de lo normal, me regresó el dolor y me sentía un poco con fiebre; además, me fui más despacio ya que en cada bache o bordo que pasaba, se sentía más fuerte el dolor. En todo el camino me la pasé orando al Señor, pidiéndole fortaleza para soportar el dolor, y protección para poder llegar con bien. Al fin llegué a mi trabajo. Tardé varios minutos en salir del carro, primero dándole gracias al Señor por haberme permitido llegar, y después esperando a que se pasara un poco el dolor. Finalmente, fui a mi oficina y revisé los pendientes con mi jefe.

Después de varios minutos y dándome cuenta que el dolor no desaparecía, me disculpe con mi jefe y fui a consultar con un médico. Cerca de la oficina hay un consultorio. Al llegar me dicen que la doctora había salido a comer y que regresaba en una hora. Me fui al carro a esperar que pasara la hora; después de una hora regresé.

Me revisa la doctora y me dice que pueden ser dos cosas: apendicitis o alguna infección en el intestino.  Me pidió que fuera al Seguro Social a urgencias. Me envió con una orden de análisis de laboratorio para poder detectar con los resultados lo que realmente tenía; por lo tanto, no podían darme ningún medicamento ya que alteraría los síntomas.

Mi papá, que estaba en su día de descanso, me llevó a la clínica del Seguro Social que me correspondía. En urgencias me revisa un doctor y me dice que sí deben hacerme los análisis, pero no ahí; me envió al hospital (también del Seguro Social). Ahí me revisa otro doctor y me dice que los análisis me los harán, pero que los resultados tardarán alrededor de 6 horas en llegar, y que no me podían dar medicamento para el dolor "¿Te aguantas o qué?", me dice el doctor. Ya estaba yo ahí, así es que le dije que los hiciera.

Me tomaron rayos X, muestras de sangre y de orina, y me envían a una sala de espera con los demás pacientes; a esperar los resultados como todos los demás. Eran alrededor de las cinco de la tarde, para esta hora ya mi familia y mis hermanos de grupo se encontraban en oración intercediendo por mi salud. Transcurrieron las horas y alrededor de las diez de la noche, sentí un dolor muy fuerte e intenso, tenía frío y empecé a escurrir en sudor; no me podía mover por el dolor, no recuerdo cuanto tiempo estuve así, tal vez 10 ó 15 minutos. Mi papá, que se encontraba conmigo, en su desesperación de verme así, le pide a un doctor que me den algo para el dolor, pero no lo hicieron debido a las indicaciones. 

Poco a poco el dolor fue desapareciendo, casi totalmente, y yo me mantuve en oración. Mi papá hace un relevo con mi hermano (ya que sólo permitían a una persona estar conmigo). Mi hermano, que también vive en comunidad Jésed, hizo una oración imponiéndome sus manos y me sentí más tranquilo. Al fin veo que empiezan a llamar a los demás pacientes, uno  por uno , era la señal de que los resultados de laboratorio habían llegado. Al final de todos me llaman a mí, eran alrededor de las dos de la mañana. Entro con el doctor y al verme como caminaba, le dice a otros dos doctores que estaban con él (creo que eran practicantes): "Sí, sí es". Me hace algunas pruebas físicas y preguntas, y me dicen que era apendicitis y que era necesario cirugía lo antes posible.

Finalmente, me dan medicamento para el dolor, y me preparan para la cirugía. En ese momento se hace una cadena de llamadas telefónicas: mi papá le llama a Elízy (mi esposa), Elízy a su mamá, y su mamá a mis cuñadas; y se ponen en oración, eran cerca de las 3:00 de la mañana!. La cirugía se realizó a las cuatro de la mañana y duró aproximadamente una hora. Después me pasaron a una sala de recuperación en una camilla, en espera de que se desocupara una cama para pasarme a piso. Después de casi 12 horas me envían a piso (ya eran las 5:00 de la tarde). Cuando el enfermero de turno va por primera vez a revisarme, me doy cuenta de que me dejaron abierta la herida (8 cm X 2cm aproximadamente). Me informa que fue debido a que se reventó el apéndice antes de la cirugía (fue el dolor intenso que tuve), y por lo tanto tenían que hacerme curaciones todos los días.

Estuve hospitalizado durante 5 días.

Ya en casa, Elízy me realizó las curaciones; la herida cerró aproximadamente en 4 semanas, y en ningún momento de las curaciones sentí dolor. Estuve 40 días incapacitado y en ese tiempo me di cuenta de muchas cosas: primero, que el Señor estuvo a mi lado todo ese tiempo, me dio mucha paz y protección. 

La verdad es que semanas después de la cirugía fue que me di cuenta de la gravedad de la situación que pasé: una peritonitis es algo muy grave (en todo ese tiempo nunca pasó por mi mente). Segundo, experimenté el amor del Señor a través de mi familia y de los hermanos que estuvieron en oración; crecí mucho en paciencia y en humildad; además, tuve la oportunidad de disfrutar en todo ese tiempo a mi familia. El Señor se derramó abundantemente, no cabe duda.

Un año después, me encuentro incapacitado: por fractura de peroné. ¡Gloria a Dios!

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