domingo, 9 de abril de 2023

Jésed, Un hermoso regalo del cielo

 

 

Luis Alfonso Covarrubias Covarrubias
 y Bella Aurora Torres de Covarrubias

 

 







¿Por qué un hermoso regalo del cielo?....  Aquí está nuestro testimonio.

 

Nosotros nos casamos el 28 de Octubre del 2000, con grandes deseos de formar una familia llena de hijos. Nos gustan mucho los bebés, sin embargo, fueron pasando los años y no lográbamos concebir. Empezó a entrar en nosotros la desesperanza, la tristeza y también, en muchos momentos la frustración. 

Había ocasiones en que, veíamos a otros niños y nos preguntábamos por qué a nuestras vidas no llegaba un hijo. Era tremendo cuando, en reuniones familiares y con amigos, todos nos hacían la típica pregunta, ¿y ustedes, para cuándo? A veces, nos brotaba el llanto y la desesperación. Fue entonces que empezamos la etapa de tratamientos médicos y, nada; seguían pasando los años.

Vinieron tiempos de tribulación. La casita, que con tanto esfuerzo habíamos logrado adquirir, se nos inundó; y con ella todos nuestros muebles se estropearon. Pero Dios es infinitamente grande y nos dio la fuerza para superar esos momentos. Al mismo tiempo, nos dio una gran lección: "Si el Señor no construye la casa en vano de afana el obrero en vano madruga temprano si no escucha al Seños al dormir".(Salmo 126)

En verdad, lo que el Señor nos decía era que cimentáramos nuestra vida en Él y pusiéramos en ÉI nuestra confianza. Como regalo, llegó lo que Bella Aurora -por más de 15 años- había pedido al Señor; la conversión de su papá. Fue entonces que ellos ingresaron a MCM San Judas Tadeo, donde actualmente están sirviendo.

Después, en una Semana Santa, sirviendo en MCM y pidiéndole a Dios el querer vivir una Semana Santa diferente (donde pudiéramos experimentar ese acompañamiento de su Pasión), el Señor escuchó nuestra oración.

Luis Alfonso sufrió un accidente de trabajo que trajo como consecuencia la pérdida total de los 5 dedos de su mano izquierda. Fueron momentos de mucha lucha, mientras él sentía que Dios le mostraba que su voluntad era que perdiera sus dedos. En momentos, yo experimentaba algo de rebeldía. Sin embargo, finalmente terminé por aceptar la voluntad del Señor cuando, algo que parecía inexplicable a la razón, sucedió en casa de mis padres. Ellos estaban intercediendo para que Luis Alfonso pudiera salir adelante con las operaciones de su mano, cuando - inexplicablemente- se trozó la mano de una imagen de bulto de San José que tenemos ahí.

Ese era un signo de lo que Dios quería mostrarnos. A Luis Alfonso le encantaba tocar la guitarra y evangelizar con ésta y debido al accidente entró la tristeza. Pero, en nuestros corazones existía la certeza de que, después de la tempestad, llegaría la calma y que cosas buenas vendrían de parte de Dios a nuestras vidas y así fue.

Primero, llegó la invitación a descubrir si la vida comunitaria era nuestro llamado. Fue entonces que, en el 2006, ingresamos a la comunidad Jésed; donde hemos experimentado un amor fraterno muy especial; donde el dar la vida por los hermanos se ve y experimenta; donde la intercesión de nuestros grupos pastorales para que Dios nos mandara un hijo era incansable - al igual que la intercesión de nuestros hermanos de MCM San Judas

En cierta ocasión, nuestro hermano Luis Humberto Santos -a quién sólo conocíamos de vista- fue a una reunión de MCM para dar una charla.

Decidimos sentarnos en la primera fila y notábamos que nos observaba. Al terminar su charla, se acercó a nosotros, preguntó nuestros nombres, cuánto tiempo teníamos de casados y si teníamos hijos. Respondimos que no. Luis Humberto nos comentó que lo habían invitado a dar una charla, y que al finalizarla seguía sintiendo que algo faltaba. Dios lo había llevado a ese lugar por otro motivo y descubrió que éste era orar por nosotros, para que el Señor nos mandara un hijo. Oró por nosotros y me dijo que me veía cambiando pañales a una hermosa niña. Le comenté que teníamos planes de adoptar y, en ese momento, mencionó, "Dios te quiere dar una hija, carne de tu propia carne y sangre de su propia sangre. Simplemente confía".

Nosotros habíamos estado haciendo trámites para una adopción. Milagrosamente, nos mandaron llamar después de una larga lista de espera y nos aclararon que pensáramos muy bien el paso que íbamos a dar, ya que este implicaría una serie de citas, trámites, etc. Platicando como esposos acerca de todo ese proceso, Luis Alfonso simplemente me dijo, "Vamos a confiar en lo que DIOS nos dice a través de nuestros hermanos". Fue entonces que decidimos esperar.

Pasaban los meses. Luis Alfonso se sometió a tratamientos médicos, y tiempo después lo hice yo. Aparentemente todo estaba bien, pero no pasaba nada. Mientras tanto, Luis Humberto y nuestros demás hermanos seguían intercediendo. Finalmente, un buen día se acercó, mi hermana, Rosy Samaniego y me dio una Palabra que el Señor le había dado en oración -cuando intercedía para que tuviéramos un bebé. El texto mencionaba lo siguiente:

EL JUSTO VIVIRÁ POR SU FIDELIDAD Me ubicaré en mi torre de vigía y me pondré de pie sobre mi almena para ver si diviso su respuesta, lo que él va a contestar a mi pregunta. Entonces Yahveh me respondió, diciendo: "Escribe la visión, anótala en tablillas, para que pueda leerse de corrido. Esta visión espera su debido tiempo, pero se cumplirá al fin y no fallará; si se demora en llegar, espérala, pues vendrá ciertamente y sin retraso. Aquí la tienes: El que vacila nunca contará con mi favor, el justo sí vivirá por su fidelidad. Habacuc 2:1-4

Dios nos decía que muy pronto, más pronto de lo que imaginábamos, llegaría a nuestras vidas eso que tanto anhelábamos. Sólo nos pedía que nos mantuviéramos fieles a Él; pero eso no era todo. Dios le reveló a Rosy que El quería que le pusiéramos el nombre de Jésed, al hijo que pronto llegaría. Al poco tiempo, nos dieron la noticia de que me encontraba embarazada. Fue llorar y agradecerle a Dios tanta generosidad; y a nuestros hermanos, tanta intercesión.

El embarazo tuvo complicaciones en la semana 10, pero Dios nos volvió a mostrar su poder y siguió cuidándonos. Justo en la semana 21, nos dieron la grandiosa noticia de que era una niña. Una vez más, el Señor era fiel a sus promesas. Cuando llegó la semana 38, fui programada para una cesárea; ya que esta hermosa niña estaba sentadita.

Nuevamente apareció una complicación: justo en el momento del parto presenté un cuadro de hipotensión severa 40/20. Sólo alcancé a escuchar a la anestesióloga diciéndole al ginecólogo, °Tienes dos minutos para sacar a esa niña". Encomendé mi niña a Dios, pidiéndole la vida para ambas y reclamando sus promesas. Me aplicaron anestesia general y, al despertar, me mandaron a cuidados intensivos.

Estaba programado que Luis Alfonso entrara al parto pero, debido a esta situación, sólo le dieron acceso hasta el final y los médicos le dijeron, "Usted no voltee a ver a su esposa. Váyase directo a conocer a su bebe". Pero el no resistió, volteó y me vio tan mal, que imaginó que yo había muerto. Acercándose a la bebé, solamente le dijo al Señor, :La promesa que nos hiciste no era sólo para mí; era una promesa para los dos. En ti pongo mi confianza". Cuando él me contó eso, me dio mucha ternura y le agradecí su confianza en Dios.

Posteriormente, vino el momento más especial que he tenido en mi vida: el momento de conocer a mi hija. Cuando la vi y le hablé, inmediatamente reconoció mi VOZ. Era una perfecta unidad y armonía. Le canté una canción que le compuse (durante los momentos en que estuve a punto de perderla) a las 10 semanas de gestación y que, posteriormente, le canté durante todo el embarazo:

Aguarda un poco más que te quiero conocer

Aguarda un poco más pedacito de mi ser

Mi mente te imagina, te dibuja mi corazón

Tu carita pequeñita, tu sonrisa como un sol

No abandones mi Señor la obra que has iniciado

No abandones mi Señor el anhelo de mi corazón

No abandones mi Señor, la promesa que hiciste a los dos.


Ella la identificó fácilmente y atenta la escuchó.

¡y cómo no habríamos de ponerle Jésed a nuestra hija! Si Dios nos dio tanto, era justo que le diéramos a Dios lo que ÉI nos pidió. Ella ha venido a ser ese Jésed de Dios. El siempre fue fiel y comprometido en  sus promesas; nunca nos abandonó. No encontramos otra respuesta, todo lo hizo por su amor misericordioso; porque tuvo misericordia de nuestras vidas y así lo decidió. Por eso nuestra bebé se llama Jésed Abigail.

¡Verdaderamente es un Hermoso Regalo del Cielo que el Señor nos confió el 20 de Agosto del 2008!


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