jueves, 6 de abril de 2023

Es mi deseo y el deseo del corazón de mi hijo Jesús que permanezcan en esta casa.


Luma y Jorge Jaimes







Jorge

Hace varios años, durante los inicios de la década de los noventas, tuvimos necesidad de hipotecar nuestra casa, debido a que el negocio, después de algunos años de funcionar bien, se vino abajo. Esto hizo que nos comenzáramos a atrasar en el pago de la hipoteca al banco, y los intereses, que eran muy elevados y fuera de toda proporción, hicieron que la deuda subiera 5 ó 6 veces más; algo inverosímil, pero a muchas, muchas familias mexicanas nos sucedió en esa época. Ante tal situación, decidimos poner nuestra casa en dación al banco para cubrir la deuda.

Al día siguiente de haber entregado la carta-dación al banco, fuimos mi esposa y yo al templo de San Luis Gonzaga, un templo expiatorio que tiene en su altar al Santísimo expuesto (el cual acostumbro visitar muy frecuentemente) y pedimos la intercesión de la bienaventurada y siempre Virgen María, abogada principal de todos sus hijos amadísimos, para que nos diera el Señor resignación, paz y consuelo. Sabiendo que, por instrucciones del banco, en un mes más deberíamos desalojar la casa que amábamos tanto, no por la seguridad que definitivamente representa tener una casa propia, sino porque en ella habíamos tenido la dicha de palpar y recibir muchas bendiciones de Dios, a través de oraciones con hermanos, y hasta haberse efectuado en su interior la celebración de la Eucaristía, que es el más grande privilegio que el Señor nos había dado.

Luma

Durante este tiempo tan difícil, ¡cómo experimentamos la fuerza de Dios a través de su Presencia Eucarística, durante nuestras visitas al Santísimo Sacramento en la Iglesia de San Luis Gonzaga! A donde acostumbrábamos asistir diariamente.

En una de esas ocasiones, estaba en oración llorando, entregándole mi casa al Señor, pues según yo, no estaba "apegada" a las cosas materiales; sin embargo, cuando la dimos en dación al banco, una gran tristeza me invadió y le empecé a rogar a la Santísima Virgen que me ayudara a pedirle perdón a Jesús, pues Él me había dado todo cuanto tenía, y É1 también podía pedirme todo en el momento que quisiera. En ese momento, empecé a escuchar en mi corazón la dulce voz de mi Madre María, preguntándome: "¿Te acuerdas cuando iba a nacer Jesús?" Y en ese momento tuve una visión:

Veía a la Virgen caminando con San José por un camino oscuro. El camino estaba lleno de polvo y piedras. Veía a la Santísima Virgen María como cualquier mujer embarazada a punto de dar a luz, sudando, y con un gran cansancio que se le reflejaba en su cara; al caminar levantaba el polvo del camino, y me decía: -Mira mis pies- en ese momento vi sus pies totalmente hinchados y llenos de mugre y polvo, y me dijo: "Yo tampoco tenía Casa, el camino era muy largo y muy oscuro, a veces pareciera que no tuviera fin, pero, ¿sabes qué fue lo que me hizo seguir caminando?" Miró su vientre y me dijo: "Él está ahí. Es lo mismo, Hijita Mia, Mira dentro de tu Corazón, Él está ahí. No tengas miedo. Aguarda, ten fe, aguarda y confía. Yo te Amo con Amor de predilección "

No cabe duda, nuestra Madre es "la Gran Maestra de la Fe": todo su caminar, desde la Anunciación hasta la Crucifixión, fue un caminar en fe.

En todos los momentos, pero especialmente cuando vivimos momentos difíciles, en donde no se ve claro, en donde hay que seguir caminando en fe, ¡cuánta paz, cuánto sosiego nos proporciona el escuchar día a día su dulce voz! Cuánto ánimo recibimos de sus amorosas palabras que dulcemente nos susurra en lo profundo del corazón: La fe es una brújula que te conduce a camino seguro. No temas más. Confía en mi Hijo Jesús.

Cuando volteo hacia atrás, no puedo evitar pensar: ¿Qué hubiera sido de mi vida y de la de mi familia, si no hubiera contado con la poderosa intercesión de María? ¿Cómo hubiéramos podido seguir caminando en fe, cuando se ha perdido tu negocio, tus coches, tus casas, tus acciones de club; cuando en cualquier momento te avisan que tienes que desocupar "la que era tu casa" y no tienes para pagar una renta?" En mi propia vida descubrí que sólo hay una forma: imitando a María, "Creyendo, Esperando y Confiando".

Creo que nunca he admirado más a mi esposo que durante este tiempo, en el que nunca perdió la Fe y la Alegría, en medio de la tribulación y de la prueba, y supo como Juan, el discípulo amado, recostar su cabeza sobre el corazón de Jesús y recibir de Él caudales de amor y de misericordia.

Durante este tiempo en el que no sólo perdimos nuestro patrimonio, sino que quedamos a deber una gran suma de dinero, la primera palabra que grabé no sólo en mi mente, sino también en mi corazón, fue de la epístola a los Romanos 8,28: Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman, de aquellos que han sido llamados según su designio. Uno de los mayores regalos que podemos recibir de Dios, es el don de la fe. "Creer" con todo tu corazón. Creer en Jesús y creerle" a Jesús cuando Él te dice en su Palabra: Vosotros pues, no OS preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas "(Lucas 12, 29-31).

¡Qué fácil sería nuestra vida si le creyéramos a Jesús! Si confiáramos totalmente en É1. Ahora, mirando lo que hemos pasado, nunca nos cansaremos de darle gracias por este tiempo tan difícil, en el que aprendimos a recibir, ya que es más fácil dar. Aprendimos a valorar todo lo que teníamos, a agradecer todo el apoyo, tanto económico como moral, que recibimos de todos nuestros hermanos de la comunidad Jésed. Pero nuestra mayor lección fue aprender a "No tener Nada" para Tenerlo Todo" . Estar totalmente despojados" de todo y "necesitados" de nuestro "Abbá" (Papito), para poder recibir de Él toda la Ternura de su Paternidad.

Jorge

La Santísima Virgen María, que escucha y atiende las súplicas de sus hijos siempre, nos prodigó a través de su intercesión, la paz que necesitábamos. Al salir del templo, mi esposa me dijo: "Sentí que la Virgen desea que sigamos viviendo en esta misma casa, y al estar en oración la escuché en mi corazón que me decía: "ES MI DESEO Y EL DESEO DEL CORAZÓN DE MI HIJO JESÚS QUE PERMANEZCAN EN ESTA CASA".

Y yo, medio aturdido, hasta me atreví a contestar: "Te recuerdo, Madre mía, que ayer la entregamos al banco". Pero al continuar platicando, la fe que el Señor ha dado a mi esposa, mi mayor tesoro aquí en la tierra, hizo que ella me dijera: "No sé, pero tengo fe en que no vamos a perder la casa". Esto era a ojos de cualquier persona sensata, imposible, Dios. pero está escrito que lo que es imposible para el hombre, es posible para Dios Lucas 18:27

Sí, su Palabra, a través de nuestra Madre María, se cumplió en nuestra vida, y después de sucesos que se antojan increíbles, pues uno de ellos, el primero, es que pasado el primer mes posterior a la entrega de la famosa carta-dación, y de acuerdo con lo que se nos había dicho, que nos llamarían del banco para indicarnos la fecha exacta en que deberíamos desalojar la casa, no nos llamaron. Pasó el primer mes, y el siguiente, y otro y otro, y nada.

Cabe mencionar, que precisamente un mes antes de entregar la casa, y después de verme en la necesidad imperiosa de cerrar mi negocio, Dios me concedió el poder encontrar un excelente empleo en una empresa americana, con muy buen sueldo, y en dólares; lo que me permitió, dada la tremenda devaluación que sufrió el peso mexicano en 1994, poder ahorrar lo suficiente para que llegado el momento que el Señor nos tenía preparado, pudiera pagar el total del arreglo con el banco. Este arreglo nos llevó más de tres años, al cabo de los cuales, en una negociación con la institución bancaria que nos había otorgado el préstamo, acordamos una cantidad de pago total, que fue considerablemente menor que lo que el banco pedía, debido a los intereses exageradamente altos. Y sucedió justo en el momento en que contaba con la cantidad exacta de la cifra final, acordada por ambas partes, pudimos liquidar el total del adeudo, y recuperamos nuestra casa.

¿Qué sucedió? ¿Coincidencias? No y no, para nosotros fue un milagro, al cumplirse la Palabra de Dios que nos dijo: "...nunca te dejaré ni te abandonaré" Hebreos 13, 5.

El día que me citaron para recuperar escrituras, planos y hasta las llaves (oxidadas ya), que años atrás habíamos entregado, la persona ejecutiva que me atendió se dilató bastante en encontrar mi expediente con todos estos documentos, y al entregármelos, de uno por uno, de repente exclamó: Ingeniero, aquí hay algo que no entiendo". Le pregunté: "¿Qué es?" Y me contestó, mostrándome un documento interno del banco (que aún conservo, como testimonio): Mire, lea, es una orden firmada por la autoridad competente de este banco de que debimos haber tomado posesión de su casa desde hace tres años y medio, pero este documento se extravió o no se qué paso, pero, ingeniero, qué suerte ha tenido usted, pues es un documento perdido por más de tres años" . Me dije para mis adentros: "Mi suerte es el Señor". Aquí no caben las coincidencias ni los razonamientos humanos que se puedan tener; como nos dice su Palabra: "Que se haga tal como has creído" (Mateo 8, 13). Y nosotros creímos y creemos firmemente, porque así nos lo dijo el Señor, en el Santísimo, en el templo de San Luis Gonzaga, a través de su amantísima Madre y Madre nuestra también.

Dios nos hizo un auténtico milagro y actuó para que todo se diera en nuestro favor y recuperar esa añadidura, cumpliéndose lo que tanto nos ha repetido en su Palabra, cuando nos dice en el Salmo 37, 4: "Haz de Yahveh tus delicias y Él te dará lo que tu corazón desea". Y así sucedió.

Luma

Nunca podré olvidar el gozo y la alegría tan grande que sentí cuando vi entrar a mi esposo y puso en mis manos las escrituras de la casa. En ese momento miré el cuadro de la Virgen de Guadalupe que tenemos en la sala de nuestra casa; me solté llorando -no por haber recuperado nuestra casa -sino por constatar, por ser "Testigo" del Amor y la Misericordia de Dios a través de la intercesión de su Madre.


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